Rehenes de la radiaci¨®n
En Minamisoma, justo en el l¨ªmite de la zona de exclusi¨®n alrededor de la central nuclear de Fukushima, sus escasos habitantes viven pendientes de la contaminaci¨®n radiactiva
Yuichi Ishizaki vive pendiente de un detector de radiaci¨®n. Su casa de interiores de madera, rodeada de un jard¨ªn de estilo japon¨¦s, se encuentra en Minamisoma, justo en el l¨ªmite de la zona de exclusi¨®n alrededor de la central nuclear de Fukushima, que result¨® gravemente da?ada por el terremoto y el tsunami del 11 de marzo del a?o pasado. Pegado a ella, est¨¢ su restaurante, un edificio de amplios ventanales e interior acogedor, pero vac¨ªo de clientes por la amenaza de la radiactividad. Cuando estall¨® la crisis at¨®mica y el Gobierno orden¨® la evacuaci¨®n de todos los pueblos situados a menos de 20 kil¨®metros de la central, Ishizaki inici¨® una peregrinaci¨®n por varias ciudades de la zona huyendo de la contaminaci¨®n, hasta que el 12 de abril decidi¨® volver a su casa y reabrir el restaurante tras reparar los da?os causados por el se¨ªsmo.
Pero las cosas van mal en este pueblo, que ha sido abandonado por gran parte de sus habitantes. "Ha pasado casi un a?o y los clientes siguen sin venir. As¨ª que solo abrimos de 11 de la ma?ana a 3 de la tarde. El negocio ha ca¨ªdo un 70%. Solo aparecen algunos vecinos que contin¨²an por aqu¨ª y la gente que vuelve de trabajar en la zona de exclusi¨®n", dice. Los locales vecinos tienen el cierre echado. A un centenar de metros, la polic¨ªa controla el acceso a la zona prohibida. Un panel electr¨®nico advierte: "De acuerdo con el Acta B¨¢sica de Medidas de Control del Desastre, no est¨¢ permitido entrar".
Ishizaki se dirige al interior de su casa y vuelve con un dos¨ªmetro. En el jard¨ªn, a algo m¨¢s de un metro de suelo, la lectura marca entre 0,22 y 0,35 microsieverts, un nivel similar al de la radiaci¨®n ambiente media en el mundo. La dosis m¨¢xima anual acumulada recomendada por la Comisi¨®n Internacional de Protecci¨®n Radiol¨®gica es de 1 milisievert (1.000 microsieverts). Se considera que 100 milisieverts al a?o es el umbral a partir del cual es evidente el incremento del riesgo de sufrir c¨¢ncer.
Ishizaki, que tiene esposa y un hijo, asegura que cuando el viento cambia el nivel aumenta. Pero no es la radiaci¨®n en el aire en este momento sino la contaminaci¨®n del suelo y el riesgo que supone la central nuclear da?ada lo que ha empujado a huir a buena parte de la poblaci¨®n de Minamisoma, cuyo centro dista 25 kil¨®metros de la planta. De los 72.000 habitantes que ten¨ªa antes de la crisis, ahora hay 43.000, aunque en abril del a?o pasado la cifra lleg¨® a caer a 10.000 personas, seg¨²n Yoshio Monma, responsable del departamento de bomberos y protecci¨®n contra la cat¨¢strofe en el Ayuntamiento. "Las familias con ni?os no han regresado. Estamos intentando convencerlas. Para ello, controlamos constantemente la radiactividad y hacemos p¨²blicos los datos. Adem¨¢s, estamos facilitando la creaci¨®n de empleo y garantizando el funcionamiento de servicios como los hospitales", se?ala Monma.
Zonas del t¨¦rmino municipal de Minamisoma situadas a m¨¢s de 20 kil¨®metros e incluso 30 kil¨®metros de la central han sido declaradas no v¨¢lidas para vivir, ya que la radiactividad ronda 4 microsieverts a la hora a un cent¨ªmetro del suelo. En otras donde s¨ª se permite, el nivel es de 2,4 microsieverts. "All¨ª solo vive gente mayor", justifica Monma.
El funcionario afirma que en noviembre pasado comenzaron la descontaminaci¨®n de las escuelas y deber¨ªa estar concluida a finales de este mes. A partir de abril, se limpiar¨¢ toda la ciudad; un proceso que durar¨¢ dos a?os.
De los 72.000 habitantes que ten¨ªa antes de la crisis, ahora hay 43.000, aunque en abril del a?o pasado la cifra lleg¨® a caer a 10.000 personas
Para Ishizaki, no es ning¨²n consuelo. "Limpiar no tiene ning¨²n sentido. El Gobierno descontamin¨® algunos sitios y a los dos meses la radiaci¨®n volvi¨® a subir. Lo que deber¨ªa hacer es ampliar la zona de exclusi¨®n m¨¢s all¨¢ de los 20 kil¨®metros. El aire no es bueno y no est¨¢ permitido cultivar arroz. No es un lugar adecuado para vivir. Yo podr¨ªa quedarme, pero es un problema para las familias con ni?os. Por la noche, solo se ven las luces de algunos coches. Estoy cansado. Siempre estoy pensando en la radiaci¨®n".
La crisis ha golpeado especialmente a los agricultores. Masako Takada tiene una granja apenas a un kil¨®metro de la zona de exclusi¨®n. En su media docena de invernaderos, cultiva una verdura llamada shungiku. "Las autoridades han medido la radiaci¨®n y el nivel es 0. Por eso planto. A veces, pido prestado un dos¨ªmetro", dice esta mujer de 63 a?os. "En la granja vivimos nueve personas, incluidos mi dos nietos de 12 y 14 a?os. No tengo miedo de la radiactividad, pero temo que los clientes no quieran comprar la verdura". En Jap¨®n, los productos tienen marcado el lugar de origen.
A unos cientos de metros, Shinchi Sasaki, de 36 a?os, est¨¢ visitando un terreno, parte de las 60 hect¨¢reas que quiere alquilar en esta zona la compa?¨ªa de la que es socio para cultivar trigo y luego soja. "Dado que la radiaci¨®n es baja, es posible plantar de todo salvo arroz", afirma, para pasar a criticar a continuaci¨®n al Gobierno local, del cual dice que no hace lo suficiente y cambia continuamente sus decisiones.
Monma desmiente que est¨¦ prohibido plantar arroz, pero dice que lo desaconsejan porque "la gente no lo comprar¨ªa". El se?or Matsukawa, encargado en el supermercado Ito Yokado en Fukushima ciudad, lo confirma. "La gente mayor y las familias con ni?os evitan adquirir alimentos con la etiqueta de Fukushima, por lo que sus precios han bajado".
Por las calles de Minamisoma apenas se ve gente. Las tiendas 24 horas cierran por la noche y las gasolineras han reducido el horario de apertura. "Cuando estall¨® la crisis, todos mis vecinos se fueron. Todo estaba a oscuras. La ciudad estaba muerta", cuenta Kayoko Iwahashi, una mujer de 63 a?os que ha permanecido todo el tiempo en Minamisoma. "Me preocupa la radiaci¨®n. Pero yo ya soy mayor. Lo siento por los ni?os".
Ishizaki dice que no se ha marchado porque a¨²n hay vecinos y trabajadores a los que quiere dar servicio en su restaurante. "Mucha gente queremos irnos, pero pensamos que primero hay que solucionar el problema en la central (que contin¨²a emitiendo radiaci¨®n)". Sasaki coincide: "He pensado en mudarme. Pero yo nac¨ª aqu¨ª, vivo aqu¨ª, tengo tierra aqu¨ª y mi empresa est¨¢ aqu¨ª. No puedo irme".
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