Jap¨®n se enfrenta al apag¨®n nuclear
Con 52 de sus 54 reactores parados, el pa¨ªs apenas cubre la demanda el¨¦ctrica La importaci¨®n de combustible lleva al pa¨ªs a su primer d¨¦ficit exterior desde 1980
Jap¨®n se enfrenta a una situaci¨®n ¨²nica, una especie de experimento energ¨¦tico a gran escala sin precedentes. Desde Fukushima, el pa¨ªs comenz¨® a apagar poco a poco sus 54 reactores at¨®micos y ahora solo hay dos en marcha. En mayo no quedar¨¢ ninguno funcionando, con lo que est¨¢ en riesgo el suministro el¨¦ctrico en verano. Jap¨®n est¨¢ dispuesto a pagar el precio que sea necesario para garantizar la seguridad nuclear.
En la costa nororiental de Jap¨®n, a 450 kil¨®metros de Tokio, duerme al final de una estrecha carretera que serpentea entre el bosque y el mar la central nuclear de Onagawa. La planta, que tiene una unidad de 524 megavatios y dos de 825 megavatios, sufri¨® un incendio, la interrupci¨®n de algunas de las l¨ªneas de suministro el¨¦ctrico y otros da?os durante el terremoto y el tsunami del 11 de marzo del a?o pasado. A¨²n as¨ª, logr¨® escapar a un desastre de grandes proporciones porque se encontraba a 14,8 metros sobre el nivel del mar y fue dise?ada para un tsunami de una altura de 9,1 metros, mientras la planta de Fukushima 1 estaba a 10 metros y fue dise?ada para un maremoto m¨¢ximo de 5,7 metros.
Dos de los reactores de Onagawa fueron llevados a parada fr¨ªa el mismo d¨ªa del desastre; el tercero, el d¨ªa siguiente. Como consecuencia del terremoto, el terreno sobre el que se asienta la planta descendi¨® un metro. M¨¢s de 300 personas se refugiaron en la central tras la cat¨¢strofe. Un total de 922 de los 10.016 habitantes de la cercana poblaci¨®n de Onagawa fallecieron o desaparecieron con el terremoto y el tsunami; 3.261 casas resultaron destruidas. Algunos edificios de varios pisos volteados como juguetes salpican a¨²n la inmensa explanada vac¨ªa frente al mar, antes repleta de edificios. En algunas playas, es posible ver todav¨ªa coches hundidos en la arena. Un a?o despu¨¦s del maremoto, los reactores de Onagawa contin¨²an apagados. Es un caso generalizado. Solo dos de los 54 reactores que tiene Jap¨®n siguen en funcionamiento.
Algunos quedaron da?ados irremediablemente por el terremoto (como los seis de Fukushima) y otros est¨¢n inmersos en costosas obras de seguridad. En unas fue el miedo del Ejecutivo a que se repitiera un Fukushima. Es el caso de Hamaoka, situada sobre la uni¨®n de tres placas tect¨®nicas y donde el Gobierno cree probable que haya un gran terremoto.
El pa¨ªs ha aumentado la importaci¨®n de fuel-oil, gas y carb¨®n para producir electricidad y cubrir la bajada de la nculear, que hasta 2010 cubr¨ªa el 30% de la demanda el¨¦ctrica de Jap¨®n.
El apag¨®n ha tenido enormes repercusiones en la econom¨ªa japonesa. En 2011, el pa¨ªs aument¨® sus importaciones de combustibles f¨®siles de 169.000 millones de euros a 211.000. Ese incremento contribuy¨® decisivamente a que el pa¨ªs registrara en 2011 su primer d¨¦ficit comercial desde 1980, un desequilibrio que ha aumentado en los dos primeros meses de este a?o, conforme ha crecido el n¨²mero de nucleares en parada. El pa¨ªs ha aumentado la importaci¨®n de fuel-oil, gas y carb¨®n para producir electricidad y cubrir la bajada de la nculear, que hasta 2010 cubr¨ªa el 30% de la demanda el¨¦ctrica de Jap¨®n. La venta de gas ruso a Jap¨®n subi¨® el a?o pasado un 62%. Incluso la espa?ola Gas Natural-Fenosa vendi¨® el a?o pasado tres buques con gas natural a Jap¨®n, un destino poco habitual.
Los habitantes de Onagawa se debaten entre el miedo a la energ¨ªa nuclear y la necesidad de conservar la instalaci¨®n, debido a los empleos y los beneficios que proporciona a la localidad, quiz¨¢s m¨¢s necesitada que nunca de puestos de trabajo. ¡°Me preocupa, pero si es cerrada sufrir¨¢ la econom¨ªa de la zona. Prefiero que la vuelvan a poner en marcha de forma segura¡±, dice Yuka Kimura, de 43 a?os, que regenta el restaurante Nuevo Konori, en un edificio prefabricado junto a la carretera que lleva a la planta. Sus clientes son principalmente trabajadores de la instalaci¨®n nuclear. Su anterior restaurante fue destruido por el tsunami. Asae Kimura, otra vecina, de 69 a?os, reconoce que tiene tambi¨¦n sentimientos enfrentados, pero opta por su clausura. ¡°Nuestra econom¨ªa depende mucho de la planta de Onagawa, pero preferir¨ªa que fuera cerrada¡±, dice camino de la casa prefabricada en la que vive.
La situaci¨®n se agravar¨¢ en verano. Los ¨²nicos dos reactores que funcionan tienen prevista su parada a principios de mayo como muy tarde, mientras que los que est¨¢n en parada necesitan el permiso de las autoridades locales para arrancar. Y estas son muy reacias. El pa¨ªs ha superado sin apagones el invierno y en Tokio aparentemente han vuelto las luces de ne¨®n y las escaleras mec¨¢nicas al metro, que fueron apagadas inicialmente para ahorrar. Sin embargo, es con el calor h¨²medo del verano cuando Jap¨®n tiene su pico de demanda el¨¦ctrica. Y cuando m¨¢s puede echar en falta sus nucleares.
El ministro de Energ¨ªa, Yukio Edano, ha declarado: ¡°Un balance ajustado entre demanda y generaci¨®n [el¨¦ctrica] no afecta a nuestras decisiones sobre la seguridad nuclear¡±. Es decir, que no acelerar¨¢n la conexi¨®n de las nucleares pese a que seis el¨¦ctricas calculan que no podr¨¢n cubrir la punta de demanda del verano.
Para Nobuo Soekawa, de 51 a?os, director de comunicaci¨®n de la central, Jap¨®n no puede prescindir de la energ¨ªa nuclear. ¡°Consideramos que es una parte inevitable de la pol¨ªtica energ¨¦tica nacional. Jap¨®n no tiene recursos. No sabemos cu¨¢ndo ser¨¢ puesta en marcha de nuevo esta planta. Para ello, necesitamos la comprensi¨®n local y el visto bueno de la prefectura de Miyagi y de los Gobiernos de Ishinomaki y Onagawa (en cuyos t¨¦rminos municipales se encuentra)¡±, explica. Soekawa asegura que en la instalaci¨®n trabajan unas 1.800 personas, dos tercios de las cuales pertenecen a suministradores y contratas. Unas 1.000 personas son de Onagawa e Ishinomaki.
Muchos japoneses no se hab¨ªan planteado antes la conveniencia de la energ¨ªa nuclear. Ahora, se muestran recelosos y defienden el desarrollo de las renovables, pero reconocen la dificultad de prescindir r¨¢pidamente de la energ¨ªa at¨®mica.
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