La presi¨®n demogr¨¢fica amenaza la utop¨ªa racionalista de Brasilia
La capital brasile?a, construida con un dise?o revolucionario hace 51 a?os en medio de la nada, no alcanza a dar servicio a millones de habitantes de las ciudades sat¨¦lite
En la sede de la Superintendencia del Distrito Federal, que agrupa Brasilia y 29 ciudades sat¨¦lite de los alrededores, el arquitecto y superintendente [administrador] Alfredo Gastal discute con un grupo de pobladores su situaci¨®n irregular, que se remonta a m¨¢s de 40 a?os atr¨¢s, cuando ocuparon los terrenos donde viven. La propiedad de la tierra, la especulaci¨®n inmobiliaria y el crecimiento desordenado son caras de un mismo problema, que se traduce en una insoportable presi¨®n demogr¨¢fica sobre Brasilia, la capital que naci¨® hace 51 a?os en medio de la nada, en el coraz¨®n del interior profundo de Brasil.
El proyecto de los arquitectos L¨²cio Costa y Oscar Niemeyer (que acaba de cumplir 104 a?os), visionario para unos, ut¨®pico para otros, est¨¢ en peligro ante la avalancha de las fuerzas del mercado inmobiliario, que imponen sus reglas. Son amenazas que padecen otras ciudades j¨®venes y revolucionarias, como Chandigarh (India), planeada por Le Corbusier en los a?os 50, o Abuja, la nueva capital de Nigeria, que naci¨® en 1991 y que est¨¢ hermanada con Brasilia.
Brasilia era una apuesta por el orden y la eficiencia urbana, en busca de una convivencia arm¨®nica e integrada
Gastal es un defensor incondicional ¡°de la poes¨ªa que hay en el proyecto de L¨²cio Costa¡±, a quien describe como ¡°un humanista influenciado por el movimiento modernista¡±. Con sus luces y sombras, la obra de Costa y Niemeyer, inaugurada en abril de 1960 bajo la Presidencia de Juscelino Kubitschek, es una apuesta por el orden y la eficiencia urbana, en busca de una convivencia arm¨®nica e integrada.
Gastal, arquitecto de profesi¨®n y originario de Rio Grande do Sul, lleg¨® a Brasilia en diciembre de 1967. El superintendente explica que el Plan Piloto de la ciudad preve¨ªa albergar 500.000 habitantes el a?o 2000. Esta cifra todav¨ªa no se ha alcanzado en lo que es el ¨¢rea protegida de la capital, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987. Las supermanzanas, modelo que estructura el sector de viviendas de Brasilia, seg¨²n el criterio de Costa, con amplias zonas verdes y todos los servicios incluidos (supermercado, escuela, guarder¨ªa, iglesia, etc.), la limitaci¨®n de altura de los edificios de pisos, la configuraci¨®n de la ciudad por sectores de acuerdo a las funciones de vivienda, trabajo y ocio (bancario, hotelero, hospitalario, diplom¨¢tico, comercial, diversiones¡), el eje monumental (que alberga los tres poderes, Ministerios, Congreso y Tribunal Superior Federal), y las v¨ªas r¨¢pidas que cruzan la ciudad de Norte a Sur y de Este a Oeste, son elementos originales del proyecto y testimonio de una ¨¦poca de arquitectura de vanguardia.
Pero en 51 a?os Brasil ha cambiado de cara y la periferia de Brasilia ha crecido de manera desorbitada a partir de algunos n¨²cleos preexistentes, como Taguatinga, o de nueva creaci¨®n. ¡°El resultado es que tenemos 29 ciudades sat¨¦lite, con m¨¢s de dos millones de personas alrededor de una capital que tiene 400.000 habitantes¡±, dice Gastal. Brasilia y el Distrito Federal, con una superficie de 5.801 kil¨®metros cuadrados, es el territorio con mayor densidad del pa¨ªs (424 habitantes por kil¨®metro cuadrado).
Hoy hay 29 ciudades sat¨¦lite
con m¨¢s de dos millones de personas alrededor de la capital,
que tiene 400.000 habitantes
Taguatinga (nombre ind¨ªgena que puede traducirse como barrio blanco), es uno de los principales polos econ¨®micos del Distrito Federal, a unos 20 kil¨®metros del centro de Brasilia. Nacida en julio de 1958, dos a?os antes que la capital, alberga a m¨¢s de 250.000 habitantes. M¨¢rcio Oliveira naci¨® en Taguatinga en 1978 y pas¨® muchos a?os sin salir de esta ciudad sat¨¦lite. Como otros j¨®venes, conoci¨® Brasilia cuando entr¨® en la universidad. A punto de terminar un Master en Econom¨ªa, Oliveira Silva habla del crecimiento de la capital federal y de la presi¨®n del entorno. ¡°Durante mucho tiempo, la ciudad parec¨ªa mirar hacia otro lado. Ahora ya no puede disimular m¨¢s, y Brasilia tiene que enfrentar el problema. Porque todo ha crecido mucho, de manera desorganizada, incluida la violencia¡±.
La especulaci¨®n inmobiliaria ha disparado los precios en Brasilia. El apartamento que ocupa F¨¢tima Gomes, empleada p¨²blica, estaba en venta por medio mill¨®n de reales (227.272 euros), cuando lleg¨® a la ciudad hace cinco a?os. El vecino del mismo rellano vendi¨® el a?o pasado su piso, id¨¦ntico, por 1,7 millones de reales (773.000 euros). M¨¢s del triple en cinco a?os.
?Y los pobres? Est¨¢n en todas las ciudades sat¨¦lite, aunque cada d¨ªa son empujados hacia los extremos m¨¢s perif¨¦ricos y alejados de la capital federal. Es el precio del crecimiento desordenado. ¡°Los pobres siempre est¨¢n al margen de la ciudad, no importa d¨®nde est¨¦ el margen¡±, dice M¨¢rcio Oliveira.
Las ocupaciones de tierras, la compra ¡°irregular¡± de terrenos fiscales y posterior venta por parte de grileiros (traficantes), y la especulaci¨®n pura y dura, son moneda com¨²n. Ocurre en Vicente Pires, Samambaia, Sobradinho, Lago Sur, pr¨¢cticamente en todo el entorno del Distrito Federal. La inseguridad y los ¨ªndices de violencia son elevados en algunas zonas, pero no se puede comparar el crimen desorganizado en Brasilia con la estructura del crimen organizado en R¨ªo de Janeiro o Sao Paulo, subraya Oliveira. En Aguas Lindas, Taguatinga, Ceil?ndia, Aguas Claras, nombres de ciudades sat¨¦lite, no hay plazas p¨²blicas para el ocio, ni centros de recreo. Solo comercios, negocios y bares.
La explosi¨®n demogr¨¢fica de las ciudades sat¨¦lite es consecuencia de la enorme cantidad de empleos que genera el Gobierno federal, y del precio de la vivienda, considerablemente m¨¢s bajo que en Brasilia. La descentralizaci¨®n ser¨ªa un bal¨®n de ox¨ªgeno y una alternativa a los crecientes problemas que enfrenta el Distrito Federal, que carece de un servicio de transporte p¨²blico m¨ªnimamente eficiente, lamenta el superintendente Gastal. ¡°Hay una sola l¨ªnea de metro, que apenas llega a media docena de ciudades sat¨¦lite, y un n¨²mero insuficiente de vetustos autobuses¡±.
Pese a todo, muchos moradores defienden su ciudad. L¨²cia Gar¨®falo, directora de la emisora Brasilia Superadio FM, lleg¨® en 1968 procedente del interior del estado de Sao Paulo. ¡°Fue un amor a primera vista. Desde el primer d¨ªa me pareci¨® una ciudad del futuro. El palacio de Itamaraty, el Congreso, la catedral¡¡±.
En diciembre de 1984, Brasil estaba inmerso en la campa?a Direitas j¨¢, que exig¨ªa la convocatoria de elecciones libres para poner fin a una dictadura militar de 21 a?os, cuando Ione de Carvalho, directora cultural del Ministerio de Cultura, aterriz¨® en Brasilia. Hab¨ªa vivido en diversos pa¨ªses. De la ciudad le fascin¨® ¡°la calidad de vida, la seguridad y la diversidad cultural¡±.
F¨¢tima Gomes, mitad brasile?a, mitad espa?ola, tiene sentimientos encontrados: ¡°Es una ciudad organizada, que puede ser inh¨®spita¡±, opina. ¡°La gente se relaciona en n¨²cleos cerrados, sean viviendas privadas o clubes sociales. Es una ciudad sin esquinas, sin centro y sin plazas, que hasta finales de los a?os 90 no ten¨ªa sem¨¢foros¡±.
La nueva capital despert¨® recelos en sus inicios. Las embajadas tardaron en trasladar sus sedes desde la anterior capital, la embriagadora R¨ªo de Janeiro, cuya belleza natural era incomparable. Espa?a no inaugur¨® la nueva representaci¨®n hasta mediados de los 70.
Fuera de los circuitos tur¨ªsticos, la capital brasile?a es una gran desconocida. Muchos brasile?os no saben ni quieren saber de ella, cuya imagen ha sido sacudida por esc¨¢ndalos de corrupci¨®n de sucesivos gobiernos.
Brasilia ya tiene tres generaciones de habitantes nacidos en la ciudad, pero los originarios de otros Estados son todav¨ªa una ligera mayor¨ªa. Son los que se quedaron, como Alfredo Gastal, que lleg¨® para un proyecto de construcci¨®n civil. En los primeros a?os, muchos pobladores estaban de paso. ¡°Mi contrato ten¨ªa una cl¨¢usula que me permit¨ªa viajar a R¨ªo cada 15 d¨ªas a cargo de la empresa. Ten¨ªa 27 a?os, hoy tengo 71. Us¨¦ esta cl¨¢usula durante ocho meses. Esto ha cambiado mucho, la gran mayor¨ªa de funcionarios se queda en la ciudad. Solo los pol¨ªticos que dependen de los votantes de su Estado se marchan los fines de semana¡±.
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