Tras la matanza de Toulouse: todos unidos contra el antisemitismo
El escritor afirma que "no hay peor atentado contra Francia que el racismo"
As¨ª pues, Francia es un pa¨ªs en el que, en 2012, y en su tercera metr¨®polis, se puede disparar contra una escuela jud¨ªa y matar a varios ni?os a quemarropa. La investigaci¨®n esclarecer¨¢, o eso cabe esperar, las circunstancias de esta tragedia, la identidad del asesino, sus posibles m¨®viles. Pero, sean cuales sean esos m¨®viles, se descubra lo que se descubra sobre el desarrollo del tiroteo ocurrido ante las puertas y, si lo he entendido bien, despu¨¦s, en el interior del colegio Ozar Hatorah, se establezcan los v¨ªnculos que se establezcan con los misteriosos asesinatos de militares de la semana pasada en Toulouse y Montauban, el hecho sigue siendo y es monstruoso, que unos ni?os franceses, jud¨ªos y franceses o, si se prefiere, soberanamente franceses, pero culpables de haber nacido jud¨ªos, han sido abatidos fr¨ªamente, a plena luz del d¨ªa, en el territorio de la Rep¨²blica.
Y el corolario, casi igual de insoportable, es que hemos vuelto a los tiempos sombr¨ªos en los que hay que ¡°dar orden a los prefectos de reforzar la vigilancia alrededor de todos los centros confesionales de Francia y, particularmente, en las inmediaciones de las escuelas jud¨ªas¡±. Se trata de los t¨¦rminos del comunicado del Ministerio del Interior que hizo p¨²blico el ministro Claude Gu¨¦ant unos minutos despu¨¦s del drama. Este comunicado era inevitable. Era lo m¨ªnimo que pod¨ªan hacer unas autoridades, tan desconcertadas como todos nosotros por el horror de la situaci¨®n, que adoptaban las medidas de emergencia apropiadas.
Pero, al mismo tiempo, esas palabras ponen los pelos de punta. Uno se estremece de ira y de verg¨¹enza al pensar que a¨²n estamos as¨ª, de nuevo as¨ª, como tras los atentados de la Rue Copernic y la Rue des Rosiers, en Par¨ªs, como tras el estallido de actos antisemitas de comienzos de la d¨¦cada de 2000: orar, recogerse, morir o, simplemente, estudiar bajo ¡°alta protecci¨®n policial¡± y al abrigo de unos ¡°per¨ªmetros de seguridad¡± reconstituidos. ?Qu¨¦ tristeza!
As¨ª que, ante esta abominaci¨®n, y teniendo en cuenta el momento tan particular en el que sucede, solo hay una reacci¨®n posible. Quiero decir: ahora que la campa?a para las elecciones presidenciales est¨¢ en su apogeo e incluso, aparentemente, entra en su ¨²ltima fase, solo una respuesta puede estar a la altura del acontecimiento.
En esta Toulouse afligida har¨ªa falta una manifestaci¨®n como en 1945
Por supuesto, la indignaci¨®n y el miedo. Por supuesto, las condenas verbales, las declaraciones contundentes, las transferencias simb¨®licas que nos anuncian, este lunes por la ma?ana, mientras escribo estas l¨ªneas.
Por supuesto, el hermoso gesto del candidato Hollande, que, en homenaje a las v¨ªctimas, ha suspendido unilateralmente su campa?a para hacer de las pr¨®ximas horas un gran momento de recogimiento colectivo y de luto. Por supuesto, el no menos hermoso reflejo del candidato Sarkozy, que, por su parte, ha hablado de ¡°tragedia nacional¡± y ha decretado un minuto de silencio en todas las escuelas de Francia en memoria de los tres ni?os, de tres, seis y ocho a?os de edad, y del profesor masacrados a sangre fr¨ªa por un asesino profesional.
Y, por supuesto, si se quiere, las especulaciones al uso sobre el tipo de ambiente pol¨ªtico, de levantamiento de los tab¨²es, de liberaci¨®n de la palabra infame, que, a trav¨¦s de unas mediaciones que la emoci¨®n del momento no debe hacernos pasar por alto, equivalen a una especie de permiso para matar, ora para un asesino de ni?os, ora para un serial killer de militares.
Pero tambi¨¦n una respuesta com¨²n, ?qu¨¦ digo?, un acto de comuni¨®n que animar¨ªa a todos los candidatos republicanos, digo bien: republicanos, a olvidar por un instante lo que los opone y a gritar al un¨ªsono y, si es posible, sin segundas intenciones pol¨ªticas, su rechazo categ¨®rico al antisemitismo y sus consecuencias, siempre criminales.
Hace algo m¨¢s de 20 a?os, la clase pol¨ªtica, es decir, todas las familias salvo el Frente Nacional, con Fran?ois Mitterrand a la cabeza, fueron capaces de desfilar contra la profanaci¨®n de 34 sepulturas jud¨ªas en el cementerio de Carpentras.
Hoy, en esta Toulouse afligida, con Nicolas Sarkozy y Fran?ois Hollande a la cabeza, har¨ªa falta un equivalente de aquella manifestaci¨®n: en la plaza del Capitolio, ese santuario de nuestra memoria nacional al que, el 16 de septiembre de 1945, el general De Gaulle vino a predicar la unidad del pa¨ªs ante un pueblo de maquis de la Resistencia y supervivientes de las Brigadas Internacionales de la Guerra Civil espa?ola, una gran concentraci¨®n solemne en la que todas las fuerzas pol¨ªticas digan, sin matices, que es toda Francia la que est¨¢ siendo atacada y la que debe dar una respuesta cuando sus hijos, cualesquiera de ellos y cualesquiera que sean, lo repito, el perfil o las razones del asesino, son asesinados as¨ª.
Aviso para los locos de la defensa de la ¡°identidad nacional¡± percibida como una entidad cerrada, timorata, alimentada de odio y resentimiento: en una matanza de estas caracter¨ªsticas, lo que se asesina es el contrato social; cuando se desencadena una locura semejante, la base misma de nuestra convivencia vacila y se tambalea.
No hay peor atentado contra nuestra cultura, contra el alma de nuestro pa¨ªs, contra su historia y, en resumidas cuentas, contra su grandeza que el racismo y, hoy, el antisemitismo.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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