El centro de Am¨¦rica
La renta centroamericana ser¨ªa un 25% mayor si la criminalidad igualara la media mundial
El centro de Am¨¦rica es la parte m¨¢s peligrosa de la tierra; en esa estrecha faja de 2.800 kil¨®metros de longitud, 520.000 kil¨®metros cuadrados ¡ªalgo mayor que Espa?a¡ª y 45 millones de habitantes ¡ªigual poblaci¨®n¡ª se encuentran los tres pa¨ªses que sufren la mayor violencia civil del planeta. Honduras, 82 homicidios por 100.000 habitantes y a?o; El Salvador, 71; Guatemala, 52; y 44 para toda Centroam¨¦rica. Todas ellas, cifras oficiales de 2010, y que por lo mismo son muy optimistas. Y a Honduras le cabe la dram¨¢tica distinci¨®n de que San Pedro Sula, con 159, fuera el a?o pasado la ciudad con m¨¢s muertes violentas por habitante del mundo entero. Ciudad Ju¨¢rez en M¨¦xico solo pudo quedar segunda.
En noviembre de 2011 se celebraron elecciones presidenciales en Guatemala, y hace dos domingos, legislativas y locales en El Salvador, y en ambas gan¨® claramente la derecha de toda la vida a una izquierda de fantas¨ªa socialdem¨®crata, pero sin bases sociales en que sustentarse. En Europa eso se habr¨ªa interpretado como un vuelco conservador, pero en Centroam¨¦rica es m¨¢s directamente la b¨²squeda del milagrero que remedie una situaci¨®n en la que la recuperaci¨®n formal de la democracia ¡ªextinto el fen¨®meno guerrillero en los noventa¡ª es solo papel mojado, el mismo que se deposita, puntualmente, en las urnas.
La mitad de los guatemaltecos ¡ªlos que votan¡ª eligieron a un antiguo general, Otto P¨¦rez Molina, cuyo programa es la inevitable mano dura y la m¨¢s evitable intervenci¨®n militar, de un cuerpo especial llamado los kaibiles, que son los que se env¨ªa a misiones de la ONU. Y en El Salvador, Arena, el partido fundado por Roberto D'Aubuisson, al que la Comisi¨®n de la Verdad para El Salvador vincula con el asesinato del arzobispo ?scar Arnulfo Romero y con la creaci¨®n de los escuadrones de la muerte, ha doblado su n¨²mero de esca?os a 35 contra 33 del partido de la exguerrilla, el FMLN, del presidente Mauricio Funes. Y con los 11 de Gana, grupo escindido de la propia Arena, la derecha tendr¨ªa mayor¨ªa en el Congreso.
?Por qu¨¦ la muerte en tiempo de paz habla mayoritariamente castellano? La pobreza influye, pero no decisivamente. Desigualdad, impunidad, corrupci¨®n y narcotr¨¢fico pesan mucho m¨¢s. La desigualdad data de la colonia, pero las independencias la agravaron al eliminar la relativa protecci¨®n de que gozaba el s¨²bdito del antiguo r¨¦gimen, convertido de golpe en ciudadano, pero inerme ante un mercado de poderosos vendedores. La impunidad es efecto de la inoperancia y complicidad criminal de la polic¨ªa. El jurista espa?ol Carlos Castresana, que dirigi¨® un organismo creado por la ONU para refundar la justicia guatemalteca, quiso introducir la prueba cient¨ªfica, irrefutable, ante los tribunales, porque las bandas compraban, intimidaban o mataban a los testigos. Pero dimiti¨® en junio de 2010 desbordado por el pa¨ªs. Guatemala ha ca¨ªdo del lugar 91 al 120, entre 182 pa¨ªses, en el ¨ªndice de corrupci¨®n que compila Transparencia Internacional, y aun as¨ª precede a Nicaragua y Honduras. El BID calcula que la renta centroamericana ser¨ªa un 25% mayor si la criminalidad igualara la media mundial, que es de 14. Y en esa parada de monstruos aparece el narco que corrompe y mata sin distinci¨®n de siglas. Un n¨²mero de municipalidades salvadore?as ha formado una sociedad mixta con Venezuela para recibir crudo en condiciones muy ventajosas, pero eso no ha influido en la situaci¨®n, ni econ¨®mica, ni de seguridad, y con la victoria de Arena la mayor¨ªa de esos Ayuntamientos abandonar¨¢ el proyecto. La ¨²nica industria que florece es la de las compa?¨ªas de seguridad, que ya son en Centroam¨¦rica m¨¢s de 10.000, el doble que en 2006. En Honduras, finalmente, fueron absueltos en octubre de 2010 seis generales, hoy retirados, que expulsaron el a?o anterior al presidente democr¨¢ticamente elegido Manuel Zelaya, al que acusaban de chavista.
Desigualdad, impunidad, corrupci¨®n y narcotr¨¢fico solo se dan y en esa proporci¨®n en el mundo iberoamericano. Todo ello se resume en un escueto corolario. El Estado no existe, y mientras no se refunde la polic¨ªa, el Ej¨¦rcito, mal entrenado para el combate y la pesquisa a domicilio, estorba m¨¢s que ayuda. Como se comprueba en M¨¦xico, que pelea con un problema parecido, la fuerza p¨²blica precisa medios ¡ªarmas, entrenamiento, mejor salario¡ª; una extensa labor de inteligencia y coordinaci¨®n entre instituciones, lo que Castresana pretend¨ªa, y Horatio Caine borda en la serie CSI; estudiar la posible despenalizaci¨®n de algunas drogas; y, puede que lo m¨¢s importante, un enfoque transnacional, porque es toda Centroam¨¦rica la que tiene o pronto tendr¨¢ un grav¨ªsimo problema.
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