"Que en la sanidad mande tambi¨¦n el libre mercado"
El Tea Party y los partidarios de Obama acuden a expresar sus argumentos opuestos el d¨ªa en que la m¨¢xima corte de EE UU comienza a escuchar los argumentos sobre la medida.
Muchos de ellos recorrieron caminos muy distintos, tomando parte en todo tipo de actos de apoyo o protesta, hasta llegar al lugar y el momento decisivo: las escalinatas del Tribunal Supremo en Washington, el 26 de marzo de 2012, a las diez de la ma?ana. En ese instante los nueve jueces con m¨¢s poder de la naci¨®n comenzaban a escuchar los argumentos a favor y en contra de la reforma sanitaria de Barack Obama, con la que ¨¦ste presidente ha querido cambiar el sistema de salud del pa¨ªs.
Era necesario que hubiera a las puertas del Supremo varias de las banderas que el Tea Party enarbola como propias, aquellas que muestran una serpiente de cascabel en posici¨®n de defensa, sobre fondo amarillo. Es la que usaban los independentistas norteamericanos en el siglo XVIII, y la que simboliza ahora tres a?os en pie de guerra. El Tea Party, de hecho, naci¨® en 2009 en manifestaciones en contra de la reforma sanitaria. Y a d¨ªa de hoy sigue en lucha, convertido en insurrecci¨®n ciudadana contra las grandes reformas de Obama.
¡°El precio de mi seguro ha subido un 20% en los pasados dos a?os¡±, dijo Sally Olgar, de 57 a?os, que vol¨® hasta aqu¨ª desde Seattle. Ella paga su propia p¨®liza, porque regenta su peque?a empresa familiar. En la entrevista dijo desconocer que, precisamente, la reforma de Obama ofrece desgravaciones de impuestos a negocios como el suyo. ¡°Lo que no quiero es que un bur¨®crata del Gobierno se interponga entre mi m¨¦dico y yo... Valoro mi libertad y tener seguro m¨¦dico es mi opci¨®n personal¡±, a?adi¨®.
Muchos de estos soldados del Tea Party critican con feroces t¨¦rminos t¨¦cnicos la reforma de Obama. Matthew Perdie, de 26 a?os, vino desde Pensilvania en autob¨²s, y sujetaba una bandera gigante, con la serpiente en espiral, justo enfrente del Capitolio, donde hace dos a?os se aprob¨® la ley de reforma. ¡°Queremos que se apliquen las normas del libre mercado, que el Gobierno no dicte lo que debemos hacer¡±, explic¨®.
?Qu¨¦ sucede si alguien no tiene seguro y contrae una enfermedad grave o se ve en un accidente? ¡°Cualquiera puede ir a las urgencias de un hospital, y por ley, no le pueden rechazar, tienen que tratarle¡±, respondi¨®. Pero esa es la raz¨®n misma de por qu¨¦ Obama reform¨® la sanidad. Cada a?o hay millones de facturas impagas en emergencias que hacen aumentar los precios de los dem¨¢s servicios. ¡°Si yo ma?ana descubro que tengo c¨¢ncer y voy a urgencias y me dan una factura, tratar¨¦ de pagarla, aunque sean cinco millones de d¨®lares¡±. Pero precisamente los que recurren a ese m¨¦todo son personas sin recursos. ¡°Los medios de comunicaci¨®n siempre limitan lo que los americanos podemos hacer. Somos una gran naci¨®n, Am¨¦rica lo es¡±.
Era casi obligatorio que un candidato republicano a la presidencia se pasara por aqu¨ª. Y ninguno tiene mayor predicamento en este momento entre las bases m¨¢s conservadoras del partido que Rick Santorum, exsenador por Pensilvania. ¡°El de la reforma sanitaria es el asunto m¨¢s importante de estas elecciones¡±, dijo en una parada por las escalinatas del Supremo, justo en el momento en el que acababa la primera vista oral. ¡°Es un asunto primordial en estas elecciones hist¨®ricas, y el ¨²nico candidato que puede defenderlo contra Obama es Rick Santorum¡±, a?adi¨®, hablando de ¨¦l mismo en tercera persona.
Las palabras de Santorum quedaron algo ahogadas por la marabunta de personas que coreaba consignas a favor de la reforma. ¡°?Gracias Obama!¡±, ¡°?todos tenemos derecho a una sanidad digna!¡±, ¡°?la sanidad no es un mercado?¡±, gritaban. La decisi¨®n de los organizadores de esa concentraci¨®n de apoyo al Gobierno de Obama, de traer a decenas de m¨¦dicos y enfermeras, vestidos con batas blancas, tuvo su efecto: parec¨ªa que fueran los profesionales de la salud los que defend¨ªan la reforma frente a los ataques de los soldados del Tea Party, con sus banderas de serpientes y de barras y estrellas.
¡°En las clasificaciones mundiales, EE UU es n¨²mero 37 en calidad del sistema de salud. Eso significa que todas las naciones industrializadas est¨¢n por delante de nosotros, explicaba Trudy Singzon, m¨¦dico de cabecera de 42 a?os. Trudy trabaja en una cl¨ªnica que ofrece tratamiento gratuito a pacientes sin seguro. ¡°He visto a pacientes morir por no tener seguro. Hubo un se?or, con enfermedad [autoinmune] de Crohn, que demor¨® el tratamiento, al carecer de p¨®liza. Se puso tan enfermo que finalmente fue a urgencias de un hospital, y all¨ª muri¨®. Casos como es los hay a cientos, a miles, en este pa¨ªs¡±.
En un debate tan acalorado como el de la reforma sanitaria, donde todas las provisiones parecen vitales para ambos bandos, los enfrentamientos y las discusiones en estas escalinatas eran predecibles. En un momento, un hombre con una bandera del Tea Party amenazaba con romper el cartel de una mujer en el que se le¨ªa ¡°proteged la ley¡±. De fondo, una mujer recitaba de memoria la Declaraci¨®n de Independencia y otra cantaba el himno nacional en un meg¨¢fono. Dentro, en la corte, nada de esto se o¨ªa. Son los nueve jueces los que decidir¨¢n. Y all¨¢ adentro estos debates quedan como un d¨¦bil ruido de fondo.
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