¡°No rebuscar¨¦ comida en la basura¡±
El suicidio de un jubilado por culpa de la crisis desata la indignaci¨®n en Grecia En una nota el pensionista incitaba a ¡°los j¨®venes sin futuro¡± a la lucha armada


Dimitris Christulas, farmac¨¦utico retirado de 77 a?os, lleg¨® el mi¨¦rcoles en metro hasta la plaza Sintagma, frente al Parlamento griego. Eran las nueve de la ma?ana y el pensionista busc¨® el amparo de un ¨¢rbol (la plaza herv¨ªa en hora punta), sac¨® una pistola de la chaqueta y se dispar¨® un tiro en la sien. ¡°No quiero dejar deudas a mi hija¡±, fueron sus ¨²ltimas palabras.
¡°Con su suicidio, quiso enviar un mensaje pol¨ªtico. Era un hombre muy comprometido, pero tambi¨¦n muy indignado [por la situaci¨®n de Grecia]¡±, dijo el jueves al diario Ta Nea la destinataria de esas palabras. Lejos de ser un acto a la desesperada ¡ªuno de tantos jubilados cada vez m¨¢s privados de recursos, uno m¨¢s de los cientos de suicidas desde que empez¨® la crisis¡ª, la muerte de Christulas puede leerse tambi¨¦n en clave pol¨ªtica: llevaba en el bolsillo una nota incendiaria, en la que culpaba de su decisi¨®n a las autoridades (¡°el Gobierno de ocupaci¨®n¡± de Lukas Papademos, un gui?o a la de los nazis en los a?os cuarenta) y lamentaba no tener menos a?os, y m¨¢s fuerzas, para empu?ar un arma contra ¡°los traidores a la naci¨®n¡±, contra los ¡°pol¨ªticos y financieros¡±.
¡°Dado que tengo ya una edad que no me permite recurrir a la fuerza ¡ªy a fe que si un griego agarrara un Kal¨¢shnikov, yo ser¨ªa el segundo en hacerlo¡ª, no encuentro otra soluci¨®n que un final digno antes de empezar a rebuscar comida entre la basura¡±. Como acto de resistencia, Christulas animaba en la carta a ¡°los j¨®venes griegos sin futuro¡± a colgar en la misma plaza Sintagma, ¡°como los italianos hicieron con Mussolini [en Mil¨¢n] en 1945¡±, a los citados traidores.
La muerte de Christulas ¡ªseparado, propietario de una farmacia que vendi¨® a un colega en 1994 y af¨ªn al movimiento de los aganaktismeni (indignados)¡ª ha puesto de relieve dos fen¨®menos cada vez m¨¢s concatenados: la crisis econ¨®mica y el incremento de las enfermedades mentales y los suicidios. En los primeros cinco meses de 2011, se suicidaron un 40% m¨¢s de griegos que en el mismo periodo de 2010, seg¨²n el Ministerio de Sanidad. Fuentes de la polic¨ªa griega se?alan que los casos documentados de suicidio ¡ªintentos incluidos¡ª han sido 1.730 desde principios de 2009 hasta diciembre de 2011. Pero para el responsable de la ONG Klimaka, en declaraciones al diario Eleftheros Typos, el n¨²mero simplemente se ha duplicado en el ¨²ltimo a?o.
Los jubilados han visto reducidas sus pensiones un promedio del 15% desde que empez¨® la crisis, a comienzos de 2010; las superiores a 1.200 euros mensuales han sufrido una merma adicional del 20%. Con una pensi¨®n media de 550 euros, y un gasto en medicinas de 150 ¡ªel que se calcula puede verse obligado a desembolsar un pensionista con una enfermedad cr¨®nica, ahora que las subvenciones al gasto farmac¨¦utico desaparecen¡ª, la liquidez disponible para afrontar los gastos m¨ªnimos de manutenci¨®n no alcanza: el litro de leche ronda los 1,5 euros; cuatro yogures, otro tanto; el IVA del gas¨®leo de calefacci¨®n se eleva ya al 18%, y la controvertida tasa inmobiliaria que aprob¨® el Gobierno en septiembre ¡ªotro recurso a la desesperada para hacer caja¡ª encarece los recibos de la contribuci¨®n (y deja sin luz en caso de impago).
Los jubilados son uno de los colectivos m¨¢s afectados por la crisis. ¡°Junto con los menores y los inmigrantes, son los beneficiarios naturales de nuestros programas de reparto de medicinas y alimentos¡±, explicaba recientemente a EL PA?S un portavoz de la ONG M¨¦dicos del Mundo-Grecia, que, junto con otras organizaciones y la Iglesia ortodoxa, apenas si consigue paliar los embates m¨¢s descarnados de la crisis. ¡°Hemos constatado numerosos casos de desnutrici¨®n entre ellos, producto de restricciones en la dieta o, directamente, de ayunos forzosos por falta de comida y de dinero para comprarla. Los pensionistas son asimismo los principales usuarios de nuestras cl¨ªnicas callejeras, a las que hace solo dos a?os recurr¨ªan ¨²nicamente colectivos marginales, como drogadictos o prostitutas¡±, conclu¨ªa el portavoz.
Sus vecinos del barrio de Ambelokipi, zona residencial a unos pasos del centro, recuerdan a Dimitris Christulas como un hombre comprometido, en la ¨®rbita de la izquierda, que participaba en la asociaci¨®n de vecinos, en el foro de los indignados y el movimiento Den Plirono (Yo no pago). Algunos aluden a hipot¨¦ticos problemas de salud como desencadenantes de la decisi¨®n; otros, a la suma de vejez, soledad y desesperanza. Horas antes de morir, Christulas pag¨® el alquiler del apartamento donde viv¨ªa, solo. Luego cogi¨® el metro hasta Sintagma y se peg¨® un tiro, con una nota en el bolsillo animando a la lucha armada.
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