Los salafistas tratan de imponerse en Libia
El radicalismo isl¨¢mico pretende forzar su camino en una sociedad moderada Se suceden las agresiones contra suf¨ªes, profanaciones de cementerios y amenazas
Cientos de islamistas armados se dieron cita el mes pasado en la ciudad de Zliten, al este de Tr¨ªpoli, con un prop¨®sito: destruir el santuario de Abdesalam al Asmar, un asceta del siglo XV venerado en Libia. Las milicias locales protegieron el monumento y, tras unas negociaciones muy tensas, los islamistas abandonaron la ciudad. Es el m¨¢s reciente de una serie de episodios violentos que se repiten desde la ca¨ªda, en octubre, del r¨¦gimen de Muamar el Gadafi. Los incidentes est¨¢n protagonizados por grupos salafistas. Y sus v¨ªctimas incluyen organizaciones de mujeres, periodistas y, sobre todo, los suf¨ªes, una corriente m¨ªstica del islam muy arraigada en el norte de ?frica.
La sociedad libia, con un nivel educativo nada desde?able, se ha mostrado hasta ahora poco permeable a los extremismos. ¡°El islam no ha sido tema de debate¡±, dice Yalal al Gallal, un moderno empresario de Bengasi, la segunda ciudad del pa¨ªs. ¡°Los libios son conservadores y no admitir¨¢n ning¨²n ordenamiento que entre en contradicci¨®n con la shar¨ªa (ley isl¨¢mica). Dicho esto, los radicales no resultan atractivos. Son insignificantes¡±.
Pero est¨¢n muy dispuestos a dejar de serlo. ¡°Cada vez se ven m¨¢s barbudos. Antes se afeitaban e intentaban pasar inadvertidos. Ahora hablan, opinan e incluso traspasan los l¨ªmites. Empiezan con el ¡®tienes que¡±, comenta Ahmed, un comerciante bengas¨ª. Con ¨¦l coincide Dina Soluk, del Movimiento Civil Libio: ¡°Hay se?ales preocupantes. Algunos grupos increpan a las mujeres que van descubiertas, o nos insultan en las redes sociales¡±.
A veces pasan a mayores. En Navidad, milicianos salafistas cerraron cafeter¨ªas en Bengasi. En otra ocasi¨®n, irrumpieron en una boda donde hab¨ªa alcohol (ilegal en Libia) y flagelaron a varios de los presentes. Algunos periodistas en el este del pa¨ªs han sufrido amenazas de muerte o presiones para que, por ejemplo, supriman la m¨²sica en sus emisoras.
El pasado febrero, el mundo asisti¨® a la profanaci¨®n del cementerio brit¨¢nico de la II Guerra Mundial. Los salafistas grabaron su haza?a en un v¨ªdeo en el que puede verse c¨®mo, al grito de ¡°Al¨¢ es grande¡±, destruyen las l¨¢pidas blancas de los soldados ca¨ªdos en la campa?a africana contra las tropas alemanas antes de emprenderla a mazazos con la cruz que preside el camposanto.
"Los suf¨ªes est¨¢n retrasados. Peregrinan a los santuarios porque creen esos muertos les van a dar lo que piden"
Quien se est¨¢ llevando la peor parte de esta eclosi¨®n salafista es la pac¨ªfica comunidad suf¨ª, que ve c¨®mo sus lugares sagrados son profanados con impunidad. En enero, en el antiguo cementerio de Bengasi, los extremistas destruyeron con una excavadora las tumbas de 32 santos y sabios suf¨ªes y robaron los cuerpos. Las agresiones se han reproducido en Kufra y Tr¨ªpoli, la capital.
¡°Los suf¨ªes est¨¢n retrasados. Peregrinan a los santuarios porque creen esos muertos les van a dar lo que piden¡±, explica el jeque salafista Al¨ª Gadur, jefe del gobierno local de Tr¨ªpoli. ¡°Ya lo dijo Mahoma: no ador¨¦is a las piedras, adorad a Al¨¢. Y ahora ellos adoran tumbas. Debemos quitarles esas cosas de la cabeza, porque eso no es islam¡±.
¡°Es absurdo¡±, suspira el ulema suf¨ª Aref Al¨ª Nayed . ¡°No adoramos las tumbas, sino que veneramos a los santos y maestros que est¨¢n all¨ª enterrados¡±. Nayed ense?a teolog¨ªa y filosof¨ªa en la madrasa tripolitana de Othman Pacha. ¡°Seguimos un sistema basado en la hermen¨¦utica, el estudio e interpretaci¨®n de los textos. Como Tom¨¢s de Aquino o los seminarios jesuitas¡±. Nayef conoce bien el pensamiento cat¨®lico. No en vano fue uno de los promotores de una iniciativa de di¨¢logo con los cristianos que llev¨® en 2008 al Vaticano.
¡°Durante mil a?os, la tradici¨®n del islam en Libia ha sido sun¨ª con el componente espiritual suf¨ª, sobre todo en la ense?anza. Pero Gadafi destruy¨® en los a?os setenta el tejido religioso, cerr¨® escuelas y encarcel¨® a los grandes eruditos¡±, explica Nayed. El vac¨ªo fue llenado por los salafistas, una corriente rigorista del islam enraizada en el wahabismo saud¨ª. ¡°En su mayor¨ªa eran j¨®venes libios que hab¨ªan estudiado en EE UU, donde la influencia saud¨ª en las mezquitas fue muy poderosa en los a?os 80. Sus mensajes simplistas calan r¨¢pidamente¡±.
"En el salafismo hay gente sensata, pero han surgido grupos virulentos que van creciendo y tienen, adem¨¢s, armas"
Los suf¨ªes han sido v¨ªctimas de los talibanes paquistan¨ªes o de los salafistas egipcios tras la ca¨ªda de Hosni Mubarak. Ahora parece llegarle el turno a los libios. ¡°En el salafismo hay gente sensata, pero han surgido grupos virulentos que van creciendo y tienen, adem¨¢s, armas¡±, dice Nayed. Con sus principios de ¡°generosidad, compasi¨®n y amor al pr¨®jimo¡±, los suf¨ªes no han llegado muy lejos frente a los violentos. Tampoco con sus llamamientos a las autoridades.
Algunos de los nuevos funcionarios son de tendencia salafista y los imanes de esa l¨ªnea est¨¢n copando cada vez m¨¢s mezquitas. Ahora, se aprestan a dar el salto a la pol¨ªtica con un partido financiado, seg¨²n sus rivales, por Arabia Saud¨ª.
No son los ¨²nicos. Otros dos grupos islamistas, de perfil m¨¢s dialogante, calientan motores para las elecciones legislativas previstas en junio: los Hermanos Musulmanes, el movimiento mejor organizado, y respaldado por sus poderosos pares egipcios, y la corriente que impulsa el muy activo jeque Al¨ª Salabi, que hace m¨¢s hincapi¨¦ en el perfil nacionalista que en el componente religioso, y que cuenta con las bendiciones de Catar. Los recientes comicios en el vecino Egipto, donde los islamistas coparon el 65% de los votos, alimentan las esperanzas de sus correligionarios libios.
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