Breivik admite que perpetr¨® la matanza pero alega que actu¨® "en defensa propia"
El asesino confeso de 77 personas en julio pasado hace un saludo 'ultra' al inicio del juicio El acusado, que niega legitimidad al tribunal, dice que no es culpable penalmente
La primera jornada del juicio contra el ultraderechista noruego Anders Behring Breivik fue para el acusado. Los presentes se callaron cuando entr¨® en la sala especial preparada para el proceso. ?l levant¨® el brazo en una especie de saludo fascista con el pu?o cerrado y, con gesto satisfecho, se sent¨® en el banquillo de los acusados. Interrumpi¨® a la juez y anunci¨® que no reconoce la autoridad del tribunal.
Breivik admite haber colocado la bomba que destroz¨® el centro pol¨ªtico de Oslo el pasado 22 de julio y tambi¨¦n ha confesado la posterior matanza en la isla vacacional de Utoya, donde pas¨® m¨¢s de una hora disparando contra j¨®venes simpatizantes de las Juventudes Laboristas noruegas. All¨ª mat¨® a 69 personas. Su doble atentado caus¨® 77 muertes. Es el hecho m¨¢s sangriento acaecido en Noruega desde la II Guerra Mundial.
El asesino no se considera culpable y alega que actu¨® en ¡°defensa propia¡±. Permaneci¨® impasible mientras se le¨ªan los nombres de sus v¨ªctimas, pero rompi¨® a llorar cuando se mostr¨® el dram¨¢tico v¨ªdeo propagand¨ªstico qu¨¦ el mismo public¨® en Internet para justificar la masacre.
Breivik, de 33 a?os, afronta cargos de terrorismo y asesinato en 77 casos. Antes de perpetrar el golpe, el acusado redact¨® un largo manifiesto en lengua inglesa explicando sus actos como una reacci¨®n contra la ¡°islamizaci¨®n de Europa¡± y contra la ¡°izquierda multiculturalista¡± que la propicia. La defensa quiere evitar que los jueces declaren su incapacidad mental, en cuyo caso ser¨ªa encerrado en un manicomio. La piedra angular de su argumentaci¨®n es que actu¨® para defenderse de esa ¡°invasi¨®n musulmana¡± a la que, seg¨²n opina el asesino, los laboristas y, en general, la izquierda est¨¢n ¡°abriendo las puertas de Europa¡±.
El juzgado central de Oslo se sit¨²a a pocos minutos de la avenida Karl Johann, que es la primera arteria comercial de ciudad. A la vuelta de la esquina est¨¢n los edificios reventados por Breivik con su bomba. Pese al brutal golpe de hace solo nueve meses, el centro de la capital noruega sigue siendo un lugar tranquilo donde pocos polic¨ªas portan armas y los pol¨ªticos pasean tranquilamente por la calle sin escolta.
El objetivo declarado inmediatamente despu¨¦s del ataque por el primer ministro Jens Stoltenberg, laborista como los j¨®venes asesinados por Breivik, es que la sociedad noruega mantenga la apertura y la tolerancia que la han distinguido en las ¨²ltimas d¨¦cadas.
Se han acreditado 800 periodistas de todo el mundo para informar sobre el juicio, que va a durar hasta julio. Es un proceso sin precedentes en la historia judicial de Noruega, que pone a las autoridades ante un reto considerable. Han construido una sala especial para las vistas orales. Ser¨¢n retransmitidas por circuito cerrado a 17 juzgados de todo el pa¨ªs, donde los supervivientes de la cacer¨ªa humana perpetrada por el ultraderechista podr¨¢n seguir el juicio.
Una de las principales preocupaciones es que el proceso se convierta en un circo, as¨ª que ni los testimonios de los supervivientes ni las declaraciones del imputado van a retransmitirse por televisi¨®n. Muchos noruegos se muestran hartos de la atenci¨®n prestada al asesino, que desde que cometi¨® su inusitado crimen ha copado innumerables portadas y reportajes en el pa¨ªs. M¨¢s de la mitad de los noruegos han dicho en una encuesta que no quieren ver ni una sola noticia relacionada con el juicio. El diario Dagbladet ha introducido un dispositivo en su edici¨®n digital que permite a los lectores ocultar toda la informaci¨®n sobre la masacre para leer el resto de las noticias del mundo.
El momento grotesco del proceso contra el criminal m¨¢s sanguinario de la historia reciente noruega vendr¨¢ con los testimonios de la defensa. Los abogados de Breivik llamar¨¢n a islamistas para que declaren ante el tribunal. Su objetivo es que Breivik quede en libertad cuando se demuestre que mat¨® para ¡°defender Noruega¡± de dicha ¡°invasi¨®n musulmana¡± en curso.
Breivik ha insistido una y otra vez en evitar que le incapacite y le encierren de por vida en un centro sanitario. Sus abogados aspiran a que sus tesis extremistas sobre la ¡°penetraci¨®n isl¨¢mica¡± de Europa no se interpreten como s¨ªntomas de enfermedad mental. Los delitos de terrorismo en Noruega se castigan con hasta 21 a?os de c¨¢rcel.
Un informe pericial del pasado noviembre diagnostica que Breivik padece una esquizofrenia paranoide que lo eximir¨ªa de responsabilidad penal. Pero un segundo peritaje presentado la semana pasada lo considera cuerdo y responsable de sus actos. Los jueces deben decidir cu¨¢l de los dos se corresponde con la realidad. La defensa ha llamado a blogueros de ultraderecha para que expongan ante los jueces sus tesis xen¨®fobas y antimusulmanas y apuntalen as¨ª el argumento de la ¡°defensa propia¡±. Entre ellos figuran algunos a los que Breivik segu¨ªa antes de cometer los ataques.
A vueltas con la salud mental de un ¡°cruzado¡±
El primer informe sobre la salud mental de Anders Breivik indign¨® al acusado. El ultraderechista no quiere ser un enfermo, sino un activista pol¨ªtico que actu¨® por una causa. Un diagn¨®stico contrario deslegitimar¨ªa, a sus ojos, el esfuerzo que invirti¨® en construir la bomba y la esmerada preparaci¨®n del doble ataque. Pero los psiquiatras noruegos encargados de examinarlo determinaron en noviembre que padece una esquizofrenia paranoide que le impide percibir la realidad y responsabilizarse de sus actos. Los abogados de la acusaci¨®n consiguieron que los jueces encargaran un nuevo peritaje, que declara cuerdo al asesino y propone que cumpla una condena penal. El asunto va m¨¢s all¨¢ de una discusi¨®n cient¨ªfica.
En Alemania, la amenaza ultraderechista tiende a percibirse como un peligro real. Recientemente cristaliz¨® en los asesinatos de diez inmigrantes turcos cometidos entre 2000 y 2006 por la banda neonazi NSU. ?Estaban locos los dos integrantes de la banda encontrados muertos en 2011? Es una pregunta que puede plantearse sobre cualquier asesino en serie, como el islamista Mohamed Merah que en marzo mat¨® a sangre fr¨ªa a siete personas, entre ellas tres ni?os, en Francia. Merah y Breivik, por lo que se sabe, tienen puntos en com¨²n. Para empezar, no hay indicios concluyentes de que pertenecieran a redes terroristas. En el caso de Breivik est¨¢ casi descartado.
Los actos de Merah se alinean en la triste tradici¨®n de atentados islamistas, junto a los de Nueva York en 2001 o Madrid en 2004. La gravedad de la masacre de Utoya no tiene parang¨®n entre los cr¨ªmenes ultraderechistas. Pero, ?lo convierte esto en un loco? Para un ateo, la promesa islamista de que el martirio terrorista te lleva al para¨ªso es una fantas¨ªa disparatada. Los disparates de Breivik, que se considera un ¡°guerrero cruzado¡± contra la islamizaci¨®n de Europa, no le quedan tan lejos. La frontera es tenue. El extremismo pol¨ªtico no debe banalizarse como simple locura. Pero tambi¨¦n ser¨ªa un error considerar que las fantas¨ªas paranoicas de un enfermo son el efecto de una ideolog¨ªa establecida. Que tomara sus ideas de foros de Internet y de c¨ªrculos xen¨®fobos no demuestra que Breivik est¨¦ cuerdo.
Los jueces de Oslo tienen 10 semanas para decidirlo.
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