Marine Le Pen aspira a liderar la derecha francesa si Sarkozy es derrotado
El partido de ultraderecha dar¨¢ libertad de voto a sus seguidores en la segunda vuelta Las ¨²ltimas encuestas predicen la victoria de Hollande por entre 6 y 12 puntos
El futuro de Francia y Europa, en manos de un partido xen¨®fobo, racista y antieuropeo. ?Es este el titular de la primera vuelta de las presidenciales francesas? Sin duda es una de las lecturas posibles del fragmentado y col¨¦rico mensaje depositado en las urnas por 36 millones de citoyens. Otra lectura, m¨¢s conocida, es que el bucle infinito de la crisis no tiene ideolog¨ªa: prometa lo que prometa, el presidente saliente paga y sale (aunque sea en dos tiempos). Pero hay adem¨¢s una tercera visi¨®n, que le reproch¨® ayer a Nicolas Sarkozy el ministro de Exteriores de Luxemburgo, Jean Asselborn. Cuando un jefe de Estado se pone a la altura de su extrema derecha, atacando un d¨ªa tras otro a Schengen, a los inmigrantes, a Bruselas o a la carne halal (apta para consumo de musulmanes) pensando que ser¨¢ rentable, la bestia crece y adquiere legitimidad. Como ha dicho el fil¨®sofo Andr¨¦ Glucksmann, Sarkozy adopt¨® por c¨¢lculo electoral hace un a?o ¡°la visi¨®n del mundo de un gendarme¡±. Esta espiral, que de momento le ha conducido a una derrota parcial e hist¨®rica, pone al presidente, a su partido y a su pa¨ªs ante un dilema notable: para sobrevivir, ya solo cabe seguir cabalgando la ola, aunque eso suponga poner en riesgo el centro y, por tanto, la reelecci¨®n.
Esta nueva situaci¨®n a?os treinta, que no tendr¨¢ inflaci¨®n pero viene sobrada de populismo barato, se ha convertido en solo 24 horas en un terremoto de consecuencias imprevisibles. Mientras la Bolsa de Par¨ªs ca¨ªa un 2,8%, mostrando la mediana ilusi¨®n que produce en los mercados el triunfo del socialista Fran?ois Hollande, una imagen resum¨ªa la resaca electoral: Marine Le Pen, nueva hacedora de reyes, compareci¨® ante las c¨¢maras encantada de haberse conocido en la sede de su partido en Nanterre, al norte de Par¨ªs.
Un d¨ªa despu¨¦s de recibir 6,4 millones de votos (frente a los 5,2 millones que caz¨® su padre en 2002, y los 3,8 millones de 2007), la alargada sombra de esta abogada de 43 a?os ha hecho temblar no solo a las ¨¦lites francesas, como dijo el domingo, sino tambi¨¦n a la Uni¨®n Europea y de paso al mundo, que hoy depende de Italia y Espa?a, quienes a su vez dependen de lo que pase en Francia el 6 de mayo.
La nueva ultraderecha blue marine que reclama el final del euro y que ha sido renovada est¨¦ticamente por la ambici¨®n rubia de Neuilly-sur Seine tras la jubilaci¨®n del impresentable padre negacionista, acaba de romper un nuevo techo electoral del 17,9%, y tiene en el bolsillo la llave del El¨ªseo. Llegados a este punto, la l¨ªder ha decidido que lo mejor es mirar hacia otro lado. La guerra de las presidenciales ya no va con ella, explica. Hollande y Sarkozy son las ¨¦lites, el sistema, dos colores distintos de un mismo c¨¢ncer laxista y ultraliberal. Le Pen no ayudar¨¢ al socialista ¡°libertario¡±, que recibi¨® el domingo 10,1 millones de votos (600.000 m¨¢s que su ex, S¨¦gol¨¨ne Royal, hace cinco a?os), pero mucho menos echar¨¢ una mano al presidente candidato, el gran derrotado en dura competencia con el centrista Fran?ois Bayrou, quien en cinco a?os se deja casi la mitad de los 6,8 millones de votos que sac¨® en 2007.
La l¨ªder da a entender a los suyos (en su mayor¨ªa gente del campo y la provincia, la mitad de ellos sin estudios, el 29% obreros, un 33% pobres, seg¨²n el an¨¢lisis de Ifop) que son muy libres de votar a quien quieran y su equipo desliza que el voto en blanco ser¨ªa una buena opci¨®n. En ese momento, tanto los socialistas como la Uni¨®n por un Movimiento Popular (UMP) llevan ya algunas horas cortejando a los ¡°sufrientes¡± (dice Sarkozy) votantes de Le Pen. Ejercicio pat¨¦tico, pero leg¨ªtimo, que convertir¨¢ muy probablemente la campa?a final en un desagradable tejemaneje de ofertas y contraofertas, miedos y recontramiedos, chantajes y nuevas proclamas de gendarme.
El debate est¨¢ marcado, y las nuevas leyes del juego tambi¨¦n, por la nueva estrella de la pol¨ªtica francesa. El jefe del Estado solo pudo llegar segundo a la meta con 9,6 millones de sufragios, y pese al fingido triunfalismo de la noche electoral sabe que la raz¨®n y las matem¨¢ticas le anticipan una segura derrota o una victoria por los pelos tras dejar los valores de la Rep¨²blica y de la Uni¨®n Europea heridos de muerte.
M¨¢s de 1,8 millones de franceses le han retirado su confianza. Para recuperarla, necesita hacer saltos mortales hacia adelante y hacia atr¨¢s: seducir al menos a un 80% de los electores de Le Pen, sin perder por el camino a la mitad de los tres millones de votantes de Bayrou, y mantener a sus propios moderados esperando que Hollande no salga beneficiado del nuevo giro a la derecha m¨¢s extrema. Una tarea ardua, si no tit¨¢nica: los seis ¨²ltimos sondeos dan al candidato socialista ventajas de entre seis y doce puntos. Es algo menos que el viernes, pero la mejor¨ªa tiene las alas cortas: un 60% de los votantes de Le Pen afirman que apoyar¨¢n a Sarkozy. Pero con eso no llega. Seg¨²n Ipsos, los otros se reparten as¨ª: un 18% planea votar a Hollande y un 22% no quiere saber nada de esa pel¨ªcula. La cuenta sugiere que, adem¨¢s de virar hacia la xenofobia, Sarkozy necesitar¨¢ masacrar a conciencia a su rival.
Le Pen prefiere la victoria de Hollande. Sarkozy dijo hace poco que votar al Frente Nacional era como hacerlo por el socialista, ¡°un voto tirado a la basura¡±. Y su revancha tiene ya fechas, el 6 de mayo, y la ¡°tercera vuelta¡± de las presidenciales, es decir, las legislativas a doble vuelta del 10 y el 17 junio. La estrategia consiste en esperar que explote la derecha gaullista para convertirse en ¡°jefa de la oposici¨®n¡±. Demasiado optimista, porque el FN no tiene un solo diputado. Pero tampoco imposible. Sus fieles lo son de verdad, y es la l¨ªder m¨¢s querida por sus votantes. Ifop: el 67% le vota porque responde a sus ¡°preocupaciones¡±, el 55% porque supone ¡°un cambio¡±, el 64% porque les gusta ¡°Marine¡±.
Con ese bagaje, si pierde Sarkozy y la UMP estalla en pedazos, Le Pen podr¨ªa ser el referente de todas las derechas francesas. En caso de derrota, la guerra de sucesi¨®n en la UMP se abrir¨¢ el 7 de mayo. Las corrientes deber¨ªan consensuar presidente sin tiempo ni para votarlo (los estatutos obligan a esperar seis meses). Pero los planes de fuga y dispersi¨®n est¨¢n sobre la mesa. La corriente Derecha Popular de Thierry Mariani, los continuistas del secretario Jean-Fran?ois Cop¨¦, su enemigo Fran?ois Fillon, la di¨¢spora centrista de Bayrou¡ La hip¨®tesis de que Sarkozy acabe entrando en la historia como el hombre que acab¨® con 70 a?os de gaullismo en un solo mandato parece cada vez menos improbable.
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