Irrupci¨®n del neoperonismo
En Argentina se libra una batalla entre dos espectros: el de Per¨®n y el de N¨¦stor Kirchner
En Argentina se libra una batalla entre espectros. El abracadabra del general Per¨®n resiste dif¨ªcilmente la irrupci¨®n de su sucesor, el kirchnerismo, emanaci¨®n sacralizada de N¨¦stor Kirchner, anterior presidente que muri¨® hace dos a?os dejando viuda a la titular del cargo, Cristina Fern¨¢ndez. El kirchnerismo acuna y legitima, sin embargo, el crecimiento de un credo fuertemente populista e izquierdizante, atribuible en su totalidad a la presidenta. Por eso, lo propio ser¨ªa hablar de cristi-kirchnerismo.
?Cu¨¢les son los elementos constituyentes de ese neoperonismo? El m¨¢s visible es la juventud, representada de manera decisiva para la estatizaci¨®n de YPF-Repsol por dos poderosas fuerzas pol¨ªticas, que colonizan los aparatos de poder argentinos. La C¨¢mpora, que toma su nombre de H¨¦ctor J. C¨¢mpora, el presidente de quita y pon que le guard¨® la silla caliente al general Per¨®n en su regreso al poder en 1973; y el Movimiento Evita, del que no hace falta decir a qu¨¦ santo se encomienda.
La C¨¢mpora domina las comunicaciones institucionales a trav¨¦s de la agencia T¨¦lam, que aseguraba que el G-20 quer¨ªa m¨¢s a Argentina que a Espa?a, y Canal Siete, bajo los auspicios de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicaci¨®n Audiovisual, en cuyo consejo tiene dos representantes; ha puesto asimismo pie en Interior, donde ocupa la secretar¨ªa de Asuntos Municipales; se despliega en el ministerio de Planificaci¨®n; y hace otro tanto en Justicia, donde el segundo del ministro es Juli¨¢n ?lvarez, connotado camporista. Pero es en Econom¨ªa donde tiene su alma m¨¢ter en la persona del viceministro y autor intelectual de la expropiaci¨®n, Axel Kicillof, a los 41 a?os estrella emergente del poder cr¨ªstico, de quien se cuenta que ha dicho: ¡°a Cristina la tengo hipnotizada¡±. Y todos ellos, encabezados por su jefe, M¨¢ximo Kirchner, hijo de la pareja Kirchner-Fern¨¢ndez, forman la Guardia Pretoriana de la presidenta. El Movimiento Evita, en contraste con el entrismo de La C¨¢mpora, es una fuerza de base obrera, que bajo la direcci¨®n de Emilio P¨¦rsico dice contar con 70.000 militantes y gestiona numerosas cooperativas del programa Argentina Trabaja. Mientras los primeros quieren ser los cuadros del cristi-kirchnerismo, los segundos son correas de transmisi¨®n para el votante-pueblo de la fe neoperonista.
El segundo componente implica a los medios de comunicaci¨®n privados, como consecuencia de la reciente aprobaci¨®n de la ley que pone bajo control del Gobierno la importaci¨®n de papel prensa, hasta ahora de libre adquisici¨®n. Las publicaciones peri¨®dicas gozan de plena libertad de cr¨ªtica, pero, l¨®gicamente, preocupa a empresas y profesionales la capacidad de amenaza y presi¨®n de que con ese instrumento se dota la presidencia.
Y el tercero es el antiimperialismo, de momento en versi¨®n blanda, porque meterse con Estados Unidos ser¨ªan palabras mayores. Ese sentimiento tan dado a los esl¨®ganes, se parece crecientemente al chavismo, que vocifera contra Washington, pero mucho se cuida de no violentar el negocio del crudo. La presidenta argentina dif¨ªcilmente competir¨¢ con la locuacidad de Hugo Ch¨¢vez, pero el l¨¦xico de ambos ya converge, como cuando recuerda a los espa?oles la ¨¦poca en la que el trigo argentino ¡°les llenaba la pancita¡±. El cristi-kirchnerismo podr¨ªa acabar siendo un nuevo chavismo del siglo XXI.
Un 62% de encuestados es favorable a la expropiaci¨®n, cuota estimable pero no arrasadora, pese a que los golpes de pecho nacionalistas suelen ser siempre bien recibidos, pero el apoyo masivo que recibi¨® Buenos Aires por la reivindicaci¨®n de Malvinas no se ha repetido. El pueblo argentino parece ser menos populista que su Gobierno. Y en el exterior, predeciblemente a favor est¨¢n Venezuela, Ecuador, y ¨²nicamente proforma, Bolivia, donde Evo Morales se lleva muy bien con Repsol. Al eje bolivariano hay que sumar, pero con enorme discreci¨®n, Brasil y Uruguay, el primero por mostrarse antiimperialista de oficio, y el segundo porque tiene demasiado que ver con Buenos Aires. Y enfrente forman Juan Manuel Santos de Colombia, que secamente dijo que en Bogot¨¢ no se nacionalizaba; Felipe Calder¨®n de M¨¦xico; y Sebasti¨¢n Pi?era de Chile, pa¨ªses ambos con intereses en Repsol. La mayor¨ªa de los dem¨¢s prefiere callar.
El ascenso de La C¨¢mpora provoca el recelo del peronismo cl¨¢sico que considera obra suya la victoria en primera vuelta de las presidenciales, y ha debido ver con satisfacci¨®n la ca¨ªda en una trifulca con el vicepresidente Amado Boudou, del mayor de los camporistas hist¨®ricos, el Procurador General Esteban Righi. Pero, como escribe Morales Sol¨¢ en La Naci¨®n, Cristina Fern¨¢ndez est¨¢ obsesionada con que se la vea como una ¡°l¨ªder fundacional¡±. El de un nuevo peronismo.
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