¡°Todos debemos romper la omert¨¤¡±
Los j¨®venes de Brindisi se conjuran contra la violencia tras el atentado que acab¨® con la vida de una estudiante e hiri¨® a otros seis
Hay un mensaje colgado sobre la verja del instituto que resume todo el dolor y la rabia, pero que tambi¨¦n es una cr¨®nica de lo que ha venido sucediendo en Brindisi y de lo que tal vez tanto dolor est¨¦ a punto de cambiar: "Pod¨¦is amenazarnos, golpear a nuestros hombres, hacer saltar nuestras casas, pero no tocar a nuestros hijos. No encontrar¨¦is un lugar seguro donde escapar a nuestra rabia". El mensaje no lleva destinatario, entre otras cosas porque las autoridades a¨²n siguen a oscuras sobre la autor¨ªa del atentado que el s¨¢bado por la ma?ana acab¨® con la vida de Melissa Bassi, de 16 a?os, e hiri¨® a otros seis alumnos del instituto Morvillo-Falcone, pero tampoco hace falta. Independientemente de qui¨¦n sea el autor o los autores del brutal atentado ¡ªun criminal solitario o una mafia nueva o vieja¡ª, los vecinos ya est¨¢n hartos de enfrentarse a solas, sin la ayuda del Estado que debe protegerlos, al poderoso control de la Mafia.
Por eso, el s¨¢bado por la tarde, cuando los pol¨ªticos locales y hasta el arzobispo de Brindisi, monse?or Rocco Talucci, agarraron el micr¨®fono para desenfundar tard¨ªas e in¨²tiles palabras de consuelo, los muchachos y sus padres ¡ªamigos y compa?eros de Melissa y tambi¨¦n de Veronica, la estudiante de 15 a?os que sigue luchando contra la muerte¡ª los bajaron a gritos del estrado. Detr¨¢s de ellos, una pancarta improvisada, firmada con el nombre de Melissa y un coraz¨®n, pon¨ªa el dedo en la llaga: "Somos ciudadanos de un pa¨ªs que solo se acuerda de estar unido cuando se muere...". Ahora que el atentado de una crueldad extrema ¡ªtres bombonas de gas unidas junto a la entrada de un instituto que lleva el nombre de la esposa del juez Giovanni Falcone, de cuyo asesinato se conmemora ahora el 20? aniversario¡ª ha puesto el foco sobre Brindisi, la ministra del Interior del Gobierno de Mario Monti, Anna Maria Cancellieri, ha reconocido: "Es un territorio herido por la criminalidad, donde recientemente se han producido muchos episodios de gran violencia. Por no citar los estragos del contrabando. Los mismos parlamentarios me han descrito un clima muy pesado, donde son frecuentes los ataques a quienes se oponen al chantaje y donde los j¨®venes empu?an las armas con gran facilidad. Es este el caldo de cultivo del atentado contra la escuela, un atentado de una magnitud sin precedentes".
Mientras, los 200 polic¨ªas y carabinieri enviados ¡ªahora¡ª por la ministra del Interior a Brindisi, ¡ª100 para controlar el territorio y otros 100 para investigar"¡ª a¨²n no saben qu¨¦ apellido ponerle a la masacre. Durante las ¨²ltimas semanas, las fuerzas de seguridad italianas se han centrado en la elaboraci¨®n de un plan contra el terrorismo rojo o an¨¢rquico, heredero de las Brigadas Rojas, al que se le atribuye la autor¨ªa del atentado en G¨¦nova contra un directivo de Ansaldo Nuclear y diversos ataques a intereses econ¨®micos. Sin embargo, y aunque no se descarta ninguna l¨ªnea de investigaci¨®n, las sospechas del fiscal jefe de Brindisi, Marco Dinapoli, van en otro sentido. No cree que se trate de herederos de las Brigadas Rojas ni tampoco de la Mafia tradicional. Su retrato robot habla de "un hombre solo, no extranjero, experto en inform¨¢tica y enfadado con el mundo". Y ha a?adido: "Disponemos de im¨¢genes de v¨ªdeo significativas. Un hombre adulto accionando un mando a distancia Estamos trabajando en ellas. No descartamos hacerlas p¨²blicas si conviene a la investigaci¨®n".
El padre de Melissa se llama Massimo Bassi. A mediod¨ªa del domingo ha asistido a la misa por el alma de su hija celebrada por un cura de Brindisi, Luigi Ciotti, implicado en la lucha contra la Mafia. En un momento de la celebraci¨®n, Don Ciotti ha dejado el altar, se ha acercado al padre roto por el dolor y se ha arrodillado ante ¨¦l: "Todos debemos romper la omert¨¤, los silencios, las complicidades. Tenemos que tener el coraje de nuestras acciones. El coraz¨®n nos debe dar la fuerza". Los mismos j¨®venes que abuchearon al obispo tocado de birrete se han emocionado y han aplaudido al cura humillado ante el dolor. Los estudiantes del instituto Morvillo-Falcone, ganadores de un concurso por la legalidad en la vida p¨²blica, no parecen dispuestos a poner la otra mejilla.
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