?Al fin un cambio de rumbo en Europa?
La amenaza de una ruptura del euro alumbra una alternativa a la austeridad
Todo empez¨® en Grecia, y casi todo sigue exactamente en el mismo sitio. A finales de 2009, apenas un a?o despu¨¦s de la quiebra de Lehman Brothers, el primer ministro socialista griego, Yorgos Papandreu, confes¨® que Atenas hab¨ªa enga?ado a Europa con su d¨¦ficit y deton¨® la crisis fiscal europea. La crisis financiera internacional, que empezaba a dejar cad¨¢veres en la econom¨ªa real (paro, recesi¨®n y explosi¨®n de burbujas inmobiliarias) se metamorfose¨® en Europa en una crisis fiscal morrocotuda.
Los intereses de la deuda empezaron a subir en los pa¨ªses con m¨¢s dificultades o peor hoja de servicios. Los mercados, que durante 10 a?os hab¨ªan dictaminado que el riesgo asociado a Grecia, a Espa?a y a Alemania era parecido, se despertaron de repente y provocaron un vendaval en las primas de riesgo. Alemania se resist¨ªa a aprobar rescates para los pa¨ªses con problemas, empezando por Grecia, por tres motivos: la cl¨¢usula de no rescate incluida en los tratados; las presiones internas, con ese mensaje duro contra los pecadores griegos que tan r¨¢pido cal¨® en parte de la opini¨®n p¨²blica, y el dogmatismo ideol¨®gico, por el que los pa¨ªses que hab¨ªan gastado m¨¢s de la cuenta ten¨ªan que seguir el modelo de rigor y ajustes que ha caracterizado a la econom¨ªa alemana los ¨²ltimos 15 a?os.
Durante la primera d¨¦cada de la moneda com¨²n, los dirigentes europeos fueron incapaces de reducir los desequilibrios y de prevenir los riesgos asociados a una moneda ¨²nica que parec¨ªa la panacea, mientras las cosas fueron bien. Una vez se torcieron, la gesti¨®n de la crisis, con una acumulaci¨®n imparable de cumbres inanes en las que los dirigentes se han mostrado incapaces de estabilizar la eurozona y recuperar la confianza de los inversores, transform¨® lo que inicialmente parec¨ªa un incidente perif¨¦rico en una crisis existencial.
Las cumbres sirvieron para tomar decisiones dif¨ªciles. Pero siempre demasiado tarde, siempre con demasiado poco. Y siempre bajo un punto de vista muy ideologizado: la principal raz¨®n de la crisis era la indisciplina presupuestaria (y no: eso vale para pa¨ªses como Grecia, pero en otros los problemas fueron otros, casi siempre relacionados con el sistema financiero). La medicina fue y es austeridad a rajatabla aplicada por Alemania a cambio de los rescates. Porque los rescates llegaron: para Grecia (dos veces), para Irlanda y para Portugal. Pero no han conseguido que esos pa¨ªses se asomen a la recuperaci¨®n. Y esa respuesta chata de la UE ha provocado que los mercados no se f¨ªen de Europa, o que la vean tan d¨¦bil como para atacar. Algo que no sucede ni en EE UU ni en Reino Unido, con posiciones fiscales peores que las de la eurozona en conjunto.
El euro est¨¢ en peligro por ese c¨²mulo de soluciones insuficientes que se han ido aplicando en una sucesi¨®n de cumbres como la de hoy. ¡°La sensaci¨®n de hartazgo, de dar vueltas a los mismos temas como mulas de noria¡±, explica Juan Ignacio Crespo en Las dos pr¨®ximas recesiones, reaparece en cada cumbre, donde las m¨¢s de las veces se llega a acuerdos que no se acaban de materializar, o est¨¢n pendientes de detalles, o incluso se rectifican a ¨²ltima hora, como el pacto fiscal, al que ahora se quiere a?adir un ap¨¦ndice sobre crecimiento.
Los fondos de rescate (con una potencia de medio bill¨®n de euros), las ayudas a los pa¨ªses rescatados, las compras de deuda (t¨ªmidas del BCE), la participaci¨®n del sector privado en Grecia, la coordinaci¨®n de pol¨ªticas econ¨®micas son avances impensables hace tan solo unos meses, siempre en la misma direcci¨®n: m¨¢s Europa. Con esos avances, sin embargo, estamos en parte como al principio: la crisis griega ya no es financiera o fiscal: es pol¨ªtica y se ha convertido en una depresi¨®n econ¨®mica y social que amenaza con romper el euro por abajo. La crisis espa?ola ha adoptado otra modalidad: las dudas son sobre las cuentas de los bancos, por los activos basura inmobiliarios que han ido metiendo debajo de la alfombra, y sin respuestas puede provocar un hurac¨¢n. A todo eso, Europa segu¨ªa respondiendo con dogmatismo hasta las elecciones en Francia y en Grecia.
Desde ah¨ª, se vislumbra un cambio de rumbo: Grecia est¨¢ exhausta y en estas condiciones no quiere seguir; Francia quiere poner sobre la mesa pol¨ªticas de crecimiento que complementen la muy necesaria austeridad. Todo eso estaba en el men¨² de la cumbre. Pero ante cada nueva r¨¦plica de la crisis hay que volver a la casilla de salida: solo las intervenciones del BCE tienen credibilidad porque implican algo m¨¢s que palabras. A corto plazo, el BCE puede dar algo de luz a Espa?a y Grecia. A medio, Hollande plantea ¡ªal fin¡ª pol¨ªticas expansivas (dentro de lo que cabe) para complementar la austeridad. A largo plazo, la soluci¨®n son los eurobonos, o la creaci¨®n de una agencia europea de deuda que implicar¨ªa una uni¨®n fiscal y pol¨ªtica mucho m¨¢s fuerte. A corto, medio y largo plazo hay que lidiar con el nein de Alemania.
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