El proceso educativo en Europa
Solo en la alta Edad Media surgir¨¢n las universidades. Las primeras, en el siglo XI en Italia, en Salerno y Bolonia
La educaci¨®n comenz¨® como un puro placer. El t¨¦rmino griego ¡°schol¨º¡± (la s y la ch se pronuncian por separado) significa tranquilidad, tiempo libre, ese momento en que uno hace cosas para s¨ª una vez concluidos los tediosos deberes. El lugar donde la gente se encontraba era el ¡°gymnaseion¡±, derivado de ¡°gymnos¡±, desnudo, puesto que ante todo se practicaba la competici¨®n deportiva y entonces brillaba la magnificencia de los cuerpos cl¨¢sicos sin inc¨®modos ocultamientos. Adem¨¢s, all¨ª se encontraba gente con la que merec¨ªa la pena hablar, uno pod¨ªa escuchar atentamente los debates y el arte po¨¦tico y los j¨®venes ansiosos de aprender se juntaban con hombres experimentados en una relaci¨®n con un claro acento er¨®tico.
Esta idea de educaci¨®n cobr¨® un car¨¢cter sistem¨¢tico en el siglo IV a. C. con Plat¨®n , que cre¨® su ¡°Academia¡± en Atenas, en el bosquecillo de Zeus Akademos. Su ejemplo fue seguido por todas las escuelas filos¨®ficas que a partir de ese momento fueron surgiendo poco a poco. En aquel entonces, la filosof¨ªa todav¨ªa no era esa materia estrictamente delimitada que es hoy en d¨ªa, sino el m¨¢s pleno conocimiento de lo que uno pod¨ªa saber y de c¨®mo se deb¨ªa vivir. En su af¨¢n por alcanzar la verdad, el fil¨®sofo inclu¨ªa en sus estudios matem¨¢ticas, m¨²sica, literatura y ret¨®rica, y tambi¨¦n las ciencias naturales, en la medida en que la Antig¨¹edad ha desarrollado realmente un saber de este tipo. Solo las habilidades pr¨¢cticas no ten¨ªan cabida aqu¨ª; el artesano, el ¡°banausos¡±, era despreciado por los griegos.
Sin embargo, a los romanos este ideal de educaci¨®n les resultaba extremadamente sospechoso. Un romano como es debido deb¨ªa interesarse por lo militar, la pol¨ªtica, el derecho, la agricultura y la historia (a saber, la gloriosa historia del pueblo romano); como mucho, pod¨ªa saber tambi¨¦n de arquitectura y del arte de la ingenier¨ªa. Los planteamientos griego y romano solo coincid¨ªan en un ¨²nico punto: en el gran valor que daban a la ret¨®rica, que tambi¨¦n necesitaban los romanos para hablar ante el tribunal o en el Senado. Cicer¨®n, instruido a la manera griega, trat¨® de hacer atractiva la formaci¨®n griega a sus compatriotas en el siglo I a. C. declar¨¢ndola instrucci¨®n imprescindible del orador perfecto. Lentamente, va avanzando el gran proyecto cl¨¢sico doble grecolatino del que Europa se alimentar¨¢ durante tanto tiempo.
Un romano como es debido deb¨ªa interesarse por lo militar, la pol¨ªtica, el derecho, la agricultura y la historia
Ese era el aspecto que ten¨ªa la curva de nivel de la educaci¨®n en la Antig¨¹edad. Por supuesto, en aquel entonces tambi¨¦n hab¨ªa que empezar por los ni?os. Entre los griegos, las escuelas primarias a veces estaban sustentadas por la comunidad, mientras que entre los romanos fueron privadas durante mucho tiempo; a mediados de mes, los alumnos llevaban al maestro ocho ases como tasa escolar, una suma m¨¢s bien modesta. Mientras que los profesores de filosof¨ªa y ret¨®rica sol¨ªan gozar de gran prestigio, los maestros de estas escuelas elementales suscitaban escaso respeto y desempe?aban su funci¨®n con la vara en la mano (probablemente la constante m¨¢s persistente de la ense?anza europea en general). Se cre¨ªa que sin golpes no quedar¨ªa suficientemente grabado en los alumnos lo que le¨ªan en sus manuales, en voz alta y en coro, pues leer en silencio para uno mismo constituye un logro reciente.
Y las ni?as siempre estaban en desventaja; all¨ª donde participaban en la formaci¨®n, casi siempre hab¨ªa que agradec¨¦rselo a una rebaja hecha a sus padres. En Europa siempre ha habido mujeres muy instruidas. Pero durante mucho tiempo fueron casos aislados que despertaban el mismo asombro que una aberraci¨®n de la naturaleza.
A finales de la Antig¨¹edad, la vida cambi¨® por completo. Los analfabetos germanos inundaron el imperio romano y los dioses paganos retrocedieron ante el avance del cristianismo. El Medievo solo conoc¨ªa una ¨²nica instituci¨®n sustentadora de la formaci¨®n y la tradici¨®n: la Iglesia. Cuando en las escuelas de los monasterios ense?aban a leer y a escribir, siempre era en lat¨ªn. Las lenguas populares europeas seguir¨¢n siendo pr¨¢cticamente ¨¢grafas durante mucho tiempo. El lat¨ªn era la Escritura Sagrada (el hecho de que el Nuevo Testamento en realidad estuviera redactado en griego cay¨® en el olvido), y en lat¨ªn se entend¨ªa la comunidad de cl¨¦rigos y personas cultas que abarcaba toda Europa, aunque solo perteneciese a ella una fracci¨®n de la poblaci¨®n. El panorama educativo europeo nunca ha sido tan uniforme como en el Medievo.
El Medievo solo conoc¨ªa una ¨²nica instituci¨®n sustentadora de la formaci¨®n y la tradici¨®n: la Iglesia
Los planes de estudios tambi¨¦n ten¨ªan una hechura bastante homog¨¦nea. Tan pronto como terminaba la clase elemental, los alumnos acced¨ªan al reino de las Siete Artes Liberales, de las ¡°septem artes liberales¡±. Se denominaban liberales porque lo intelectual estaba, l¨®gicamente, en un nivel superior al de todos los conocimientos pr¨¢cticos; esa arrogancia seguir¨¢ presente durante mucho tiempo en la educaci¨®n europea. Se empezaba por el ¡°Trivium¡±, la tr¨ªada de gram¨¢tica, ret¨®rica y dial¨¦ctica; la ret¨®rica proporcionaba una introducci¨®n a la literatura y la dial¨¦ctica a la filosof¨ªa. A continuaci¨®n ven¨ªa el ¡°Quadrivium¡±: aritm¨¦tica, geometr¨ªa, m¨²sica y, cosa notable, astronom¨ªa.
Solo en la alta Edad Media surgir¨¢n las universidades, aparte de las escuelas de los monasterios. Las primeras, en el siglo XI en Italia, en las ciudades de Salerno y Bolonia (aqu¨ª, como vemos, ya se origin¨® en el pasado un proceso educativo). En torno a 1200 se cre¨® la Sorbona de Par¨ªs, la m¨¢s importante universidad europea y epicentro de la erudici¨®n escol¨¢stica. Las tierras alemanas (todav¨ªa no se pod¨ªa hablar de Alemania) iban, como siempre, renqueando algo m¨¢s atrasadas. Hubo que esperar al siglo XIV para que se fundaran las primeras escuelas superiores en Praga, Heidelberg, Colonia y Erfurt. En cambio, m¨¢s adelante, en ning¨²n lugar tendr¨¢n tantas universidades como en Alemania.
A partir del siglo XVIII, el Estado empieza a considerar tarea suya conseguir que todos los ni?os sin excepci¨®n reciban un m¨ªnimo de formaci¨®n escolar
Y ?qu¨¦ se estudiaba all¨ª? Pronto se form¨® un sistema integrado por cuatro facultades. Derecho y medicina serv¨ªan de forma directa a la formaci¨®n profesional. La filosof¨ªa sigui¨® siendo, como en la Antig¨¹edad, un recept¨¢culo de saberes bastante abigarrado; habr¨¢ que esperar al siglo XIX para que se produzca la emancipaci¨®n de las ciencias naturales y, a d¨ªa de hoy, las humanidades siguen perteneciendo en su totalidad a la Facultad de Filosof¨ªa. Ahora bien, deber¨¢ transferir su funci¨®n directiva a la teolog¨ªa, la nueva reina de las disciplinas; la filosof¨ªa tendr¨¢ que contentarse con ser su criada (¡°ancilla¡±).
Por regla general, las universidades no son centros de investigaci¨®n; aunque tienen que reaccionar de alguna manera frente al rapid¨ªsimo aumento de conocimiento, se cierran en banda lo mejor que pueden frente a los cambios en sus planes de estudios, convirti¨¦ndose en baluartes del conservadurismo. Uno comprueba con asombro que durante mucho tiempo no hubo algo as¨ª como un sistema de ex¨¢menes organizado y que los estudiantes, que se sent¨ªan enteramente los amos de las escuelas superiores y generaban descontento entre los ciudadanos con sus fanfarronadas, estaban fuera de la jurisdicci¨®n regular; si comet¨ªan una falta, como mucho pod¨ªan ir a parar a las celdas de la propia universidad.
Las reformas decisivas partieron de las escuelas en el umbral de la Edad Moderna, m¨¢s exactamente de las escuelas de lat¨ªn burguesas creadas en muchas ciudades. El movimiento del Humanismo, que surgi¨® en el siglo XIV en Italia y en 1500 ya se hab¨ªa extendido por toda Europa, consigui¨® que el lat¨ªn del Medievo, que estaba determinado por el uso idiom¨¢tico oral y eclesi¨¢stico y se hab¨ªa vuelto algo c¨®modo, volviera a aguzarse a partir de los autores cl¨¢sicos; tambi¨¦n se volvi¨® a honrar el griego. Al mismo tiempo, las lenguas populares despertaron de su larga duermevela y salieron a la plena luz de la escritura. Esto trajo consigo la ventaja de que ahora pod¨ªan participar de la educaci¨®n y la literatura muchas m¨¢s personas, pero tambi¨¦n la desventaja de que el paisaje cultural europeo comenzaba a descomponerse en muchas zonas independientes. En Alemania, Lutero desempe?¨® un papel decisivo con su traducci¨®n de la Biblia. La imprenta, que surg¨ªa en esos momentos, hizo que las nuevas ideas y conocimientos se difundieran mucho m¨¢s r¨¢pida y m¨¢s ampliamente que en la Antig¨¹edad y el Medievo, cuando cada libro deb¨ªa ser escrito laboriosamente a mano. El siglo XVI trajo consigo una eclosi¨®n general de la educaci¨®n.
En el siglo XVIII, la Ilustraci¨®n se convertir¨¢ en un fen¨®meno de masas y estar¨¢ acompa?ada por la invenci¨®n de la pedagog¨ªa; la primera c¨¢tedra de esta materia se cre¨® en Halle en 1770. Maestros como Basedow en Alemania y Pestalozzi en Suiza afirman que es totalmente err¨®neo tratar al ni?o como a un adulto peque?o; ?la clase debe estar hecha a la medida del ni?o! Basedow funda el ¡°Philanthropinum¡± en Dessau; Pestalozzi, que sigue la l¨ªnea de Rousseau y su lema ¡°?de vuelta a la naturaleza!¡±, prueba con una especie de internado de orientaci¨®n agraria. Pero falta mucho para que estos planteamientos se conviertan en pr¨¢ctica general.
A partir del siglo XVIII, y sobre todo en el siglo XIX, el Estado empieza a considerar tarea suya conseguir que todos los ni?os sin excepci¨®n reciban un m¨ªnimo de formaci¨®n escolar. Surge la escuela de ense?anza primaria y con ella la ense?anza obligatoria, a menudo en paralelo con el servicio militar obligatorio porque, por muy bienintencionadas que parezcan estas medidas educativas, siempre tienen algo que ver con un control m¨¢s intenso de los ciudadanos por parte del Estado. Solo se puede llamar a filas a un recluta si este es capaz de leer la orden de presentaci¨®n. El objetivo de la ense?anza consiste en lo que en ingl¨¦s se conoce como las ¡°3 R¡±: reading, writing, arithmetics (sic), (leer, escribir y calcular), a lo que hay que a?adir la religi¨®n como cuarta R pr¨¢cticamente en todas partes; har¨¢n falta largas luchas hasta que las iglesias renuncien al monopolio de la educaci¨®n. A menudo basta un maestro para toda una escuela; los distintos niveles se sientan juntos en la misma clase. En muchos lugares eso seguir¨¢ siendo as¨ª hasta mucho despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial.
Al mismo tiempo, la formaci¨®n universitaria experimenta un enorme auge. Si en el siglo XV hab¨ªa 29 universidades en toda Europa, a finales del siglo XVIII son ya 143. Destacan tres modelos que han consolidado su papel ejemplar hasta nuestros d¨ªas. En Alemania, Wilhelm von Humboldt concibe la reci¨¦n creada universidad de Berl¨ªn como un lugar en el que ya no se sigue transmitiendo ciegamente la tradici¨®n, sino donde individuos honrados hacen progresar la investigaci¨®n y el conocimiento de la verdad dialogando entre s¨ª. En Francia, se crear¨¢ un sistema centralizado con unos ex¨¢menes muy estrictos que el Estado pondr¨¢ directamente bajo su tutela. Gran Breta?a (que sirve como ejemplo sobre todo a Am¨¦rica), se muestra como siempre contraria a las reformas fundamentales y conserva, modificando las formas, el sistema de universidades medievales de Cambridge y Oxford, poniendo el acento en su autonom¨ªa descentralizada.
En lo que respecta a las escuelas, la antigua formaci¨®n cl¨¢sica se tambalea ante las exigencias de los nuevos tiempos. Ciertamente, las clases de lat¨ªn y griego seguir¨¢n conservando durante mucho tiempo su posici¨®n privilegiada y el trabajo de bachillerato redactado en lat¨ªn se considera la demostraci¨®n m¨¢s plena de la madurez educativa. Pero, a mediados del siglo XIX, se empezar¨¢ a oponer resistencia a ese plan de ense?anza ajeno al mundo. Los nuevos conocimientos de las ciencias naturales y las nuevas figuras profesionales asociadas a ellas reclamar¨¢n sus derechos; un alumno que quiera ser comerciante no necesita a Homero sino contabilidad. As¨ª surgieron las escuelas t¨¦cnicas y los institutos de ense?anza media como programa alternativo.
?Cu¨¢nto tiempo deben pasar los j¨®venes en la escuela y cu¨¢ndo hay que empezar a clasificarlos seg¨²n su talento e intereses? Mientras que casi todos los pa¨ªses europeos est¨¢n de acuerdo en lo que respecta a la primera pregunta, y la duraci¨®n de la ense?anza obligatoria aumenta lenta pero incesantemente desde los 10 u 11 a?os hasta los 15 o los 16, existen grandes diferencias por lo que respecta al segundo punto. Hasta hace muy poco tiempo, en Alemania se manten¨ªa el sistema tripartito integrado por ense?anza general b¨¢sica, ense?anza media y bachillerato preuniversitario. Sin embargo, muchos otros pa¨ªses han optado por el modelo del instituto, o escuela integrada, donde los alumnos permanecen juntos hasta el decimosegundo curso. A los planificadores del sistema educativo les cuesta ponerse de acuerdo acerca de si a cada alumno le corresponde lo suyo o a todos les corresponde lo mismo.
No obstante, en el ¨²ltimo medio siglo se ha multiplicado el volumen total de la formaci¨®n en todas partes. Se han creado est¨ªmulos y posibilidades para que los ni?os procedentes de clases sociales hasta el momento alejadas de la educaci¨®n puedan asistir a universidades y escuelas superiores. La formaci¨®n de los profesores ha experimentado una clara mejora, al igual que sus sueldos. Se ha producido una ampliaci¨®n masiva que a menudo no ha ido acompa?ada de reformas y, a pesar del movimiento de protesta de 1968 que se quejaba ¡°del olor milenario a moho bajo las sotanas¡±, en lo esencial se mantienen las antiguas estructuras que ahora se han multiplicado. Docenas de nuevas universidades y miles de escuelas nuevas han brotado del suelo; en muchos sitios es posible reconocerlas a primera vista por sus construcciones de cemento algo desangeladas y sus tejados planos tan propensos a las goteras: simplemente, de repente se ha hecho un uso tan intenso de este modelo que a veces la calidad se resiente.
Hoy en d¨ªa, la educaci¨®n superior se ha convertido en un fen¨®meno de masas en toda Europa, tanto en lo bueno como en lo malo. Participan en ella m¨¢s j¨®venes que nunca en sus dos siglos y medio de historia, pero a menudo sin tener muy claro qu¨¦ sacan de ella, para qu¨¦ los capacita y qu¨¦ condiciones les proporciona para su despegue en la vida. Como dijo en una ocasi¨®n un te¨®rico de la educaci¨®n: cuando los privilegios se hicieron accesibles a todos, dejaron de serlo.
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