Evo Morales, en campa?a perpetua
El presidente boliviano, del que no se descarta que opte a un tercer mandato, sigue fiel al ritmo fren¨¦tico de hacer pol¨ªtica que lo llev¨® al poder en 2006
Bolivia no est¨¢ en campa?a electoral, pero la actividad fren¨¦tica del presidente Evo Morales, convertido en un viajero contumaz hasta el ¨²ltimo rinc¨®n del pa¨ªs andino, parecer¨ªa indicar lo contrario. La comitiva presidencial sale del Palacio Quemado de La Paz a toda velocidad, y los veh¨ªculos de seguridad inician una carrera desaforada por la carretera que asciende desde la capital hasta la ciudad de El Alto, a 4.000 metros de altura. El Falcon Dassault 900, de fabricaci¨®n francesa, est¨¢ preparado en el aeropuerto internacional pace?o. A las 2 en punto el avi¨®n presidencial despega rumbo a la ciudad de Riberalta, en el Oriente boliviano. Viajan a bordo el jefe del Estado, Evo Morales, el ministro de la Presidencia, Juan Ram¨®n Quintana, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, los jefes de las tres ramas militares y este periodista.
El presidente se acuesta en la parte posterior de la nave y el asistente de vuelo, sol¨ªcito, le arropa con una manta. ¡°Tiene que estar agotado, con el ritmo de locura que lleva¡±, comenta uno de los generales. Dejamos atr¨¢s la cordillera y el imponente Illimani, con la cresta blanca. El paisaje cambia r¨¢pidamente. El ¨¢rido altiplano da paso a grandes extensiones preselv¨¢ticas que se vuelven cada vez m¨¢s tupidas. ¡°Este pa¨ªs tiene todos los paisajes¡±, dice orgulloso el contralmirante V¨ªctor Baldivieso. ¡°S¨®lo le falta el mar¡±, me atrevo a insinuar. ¡°Lo tendremos, lo tendremos, no le quepa duda¡±. El presidente despierta de la siesta poco antes del aterrizaje y se acomoda en su asiento. Viste pantal¨®n vaquero, cazadora de alpaca y lleva dos tel¨¦fonos m¨®viles en la mano.
El avi¨®n aterriza en Riberalta, donde el calor h¨²medo del tr¨®pico impregna el ambiente. La ciudad est¨¢ a orillas del r¨ªo Beni, en plena Amazon¨ªa boliviana. Entre un mar de motocicletas y miles de curiosos, la comitiva recorre el trayecto desde el aeropuerto hasta el mirador de La Costanera, que el presidente ha venido a inaugurar. Los aplausos y gritos ¡°Viva el hermano Evo¡± contrastan con la hostilidad que recibi¨® Evo Morales la primera vez que visit¨® Riberalta, durante la campa?a electoral de 2005. En aquella ocasi¨®n los pobladores no dejaron aterrizar el avi¨®n. Pero obras son amores, y hoy el primer presidente ind¨ªgena de Bolivia llega en plan pap¨¢ Noel, para inaugurar una obra que pretende convertir a esta ciudad en la capital tur¨ªstica de la Amazon¨ªa boliviana.
El acto empieza con el himno nacional. Los generales hacen el saludo militar, a su lado el presidente escucha pu?o en alto. El ministro de la Presidencia pronuncia un discurso mitinero que levanta sonoros aplausos: ¡°Se acab¨® la historia de enriquecer a los m¨¢s ricos y empobrecer a los m¨¢s pobres¡±. Cierra el acto el presidente, que entrega un cheque al alcalde para la construcci¨®n de un hospital, entre gritos de ¡°Evo, Evo¡±.
El Falcon levanta vuelo para dirigirse a Trinidad, capital del departamento amaz¨®nico del Beni. En este trayecto sube al avi¨®n una belleza que acapara todas las miradas. La joven se llama Jessica Jordan, Miss Bolivia en 2006, y tiene ambiciones pol¨ªticas. Fue candidata a gobernadora del Beni por el partido de Evo Morales y est¨¢ dispuesta a repetir el intento. ¡°Depende del presidente¡±, puntualiza.
En Trinidad, el gobernador lee ante un p¨²blico fiel una larga lista de obras y proyectos en marcha: viviendas, escuelas, polideportivos, aulas para maestros, centro de salud¡ ¡°Y esto no acaba aqu¨ª, compa?eros. Hay m¨¢s.¡± Despu¨¦s de un rosario interminable de loas a la obra del presidente, toma la palabra el primer mandatario. ¡°Los pueblos ind¨ªgenas somos la reserva moral de la dignidad¡±. Enumera los proyectos del programa Bolivia cambia, Evo cumple, ¡°el programa Mi agua est¨¢ siendo estudiado en todo el mundo¡±, dice, detalla el coste de cada una de las obras, en total 26 millones de bolivianos (unos tres millones de euros) para todo el departamento del Beni, y entrega un cheque al gobernador.
La jornada termina en la sede de la Asamblea Legislativa del Beni, donde el presidente se re¨²ne con un grupo de diputados. El reloj marca las 23,30 cuando el avi¨®n levanta vuelo de regreso a La Paz. El cansancio hace mella en muchos rostros, no en el del presidente, que est¨¢ como una rosa departiendo con su ministro. A las cinco de la ma?ana est¨¢ convocada en palacio reuni¨®n del Gabinete, y dos horas despu¨¦s el presidente viajar¨¢ de nuevo, esta vez a la ciudad de Sucre y al departamento de Chuquisaca. As¨ª es el ritmo endiablado de Evo Morales. El ministro Quintana comenta que le acompa?a en un 80% de los viajes.
No hay duda de su enorme resistencia. ¡°A veces les digo a los ministros, ustedes son de chicolac, cerelac, alimentos procesados. Yo soy de mote, de mote de ma¨ªz, tostado, alimentos puros. Esta es la diferencia¡±, explicaba en una reciente entrevista. De ni?o, el presidente camin¨® mucho. ¡°Iba desde Orinoca, mi pueblo natal, hasta la ciudad de Oruro, m¨¢s de una semana de caminata en busca de comida. Recuerdo que en 1971 hubo una sequ¨ªa tremenda, mi padre me sac¨® de la escuela, y ten¨ªa que ir con las llamas, de arriero, hasta Oruro y luego a Independencia, donde hay mucho ma¨ªz¡±.
¡°El presidente te puede llamar a cualquier hora, aunque sea domingo por la noche para preguntarte: ?Qu¨¦ temas tenemos este lunes? Si quiere hablar contigo te localiza, est¨¦s donde est¨¦s¡±, explica la periodista Amanda D¨¢vila, ministra de Comunicaci¨®n. Aparte de la estructura presidencial, tiene su propia red de informadores, de organizaciones sociales, con quienes habla a menudo por su tel¨¦fono m¨®vil. El Consejo de Ministros se re¨²ne todos los mi¨¦rcoles a las 6, las 5 o incluso las 4 de la ma?ana. Depende de la agenda del presidente. Es tremendamente puntual. ¡°Si alguien llega despu¨¦s de ¨¦l, se queda fuera. Ha ocurrido m¨¢s de una vez,¡± comenta la ministra, cuyo tel¨¦fono saca humo. ¡°Es una m¨¢quina, pocos pueden seguir su ritmo¡±.
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