La sentencia contra Mubarak agita el esp¨ªritu revolucionario de Tahrir
Los manifestantes exigen la repetici¨®n del proceso y la formaci¨®n de un consejo presidencial que asuma los poderes de la Junta Militar
La liturgia revolucionaria ha vuelto a ocupar Tahrir: la multitud entona c¨¢nticos contra el gobierno militar, un mu?eco con una soga en el cuello cuelga de una farola, y decenas de tiendas de campa?a han brotado en el coraz¨®n de la m¨ªtica plaza, epicentro de la rebeli¨®n contra Hosni Mubarak. La causa de este renovado br¨ªo revolucionario es el veredicto del juicio al ex presidente egipcio, conocido el s¨¢bado pasado. Si bien Mubarak fue condenado a cadena perpetua, sus hijos y varios altos cargos del ministerio del Interior fueron absueltos.
"El juicio fue una aut¨¦ntica farsa. ?C¨®mo es posible que absolvieran a los jefes de la polic¨ªa? ?Qui¨¦n nos dispar¨® durante la revoluci¨®n, unos marcianos?", se pregunta Alad¨ªn Hamada, un gu¨ªa tur¨ªstico de Luxor mientras muestra las cicatrices de los cuatro tiros que recibi¨® en Tahrir hace algo m¨¢s de 15 meses.
Junto con otras v¨ªctimas de la revuelta, Alad¨ªn se dirigi¨® a la plaza apenas el juez Ahmed Refaat pronunci¨® su sentencia, y levant¨® una tienda de campa?a, donde ya ha pasado dos noches. "No estamos aqu¨ª simplemente porque queramos la ejecuci¨®n de Mubarak, sino porque su r¨¦gimen no ha ca¨ªdo. Contin¨²a controlando el Estado, y la justicia. De ah¨ª, el veredicto tramposo del juicio", comenta el joven.
Son las tres de la tarde, y un sol de justicia cae sobre Tahrir. Docenas de activistas se resguardan del calor en las pocas sombras existentes que encontraron la plaza: bajo un detr¨¢s de un arbusto, bajo el parasol de un vendedor ambulante, o dentro de una tienda. Los m¨¢s valientes desaf¨ªan el bochorno en el centro de la explanada, coreando esl¨®ganes contra Mubarak y la Junta Militar. Como el d¨ªa anterior, al acercarse la puesta de Sol, se va multiplicando el n¨²mero de manifestantes.
La mayor¨ªa de organizaciones revolucionarias han coincidido en sus demandas: la repetici¨®n del "juicio Mubarak" por parte de un tribunal revolucionario, la formaci¨®n de un consejo presidencial que asuma los poderes de la Junta Militar, y la aplicaci¨®n de la ley del "a¨ªslamiento". De acuerdo con esta norma, suspendida cautelarmente por la Junta Electoral, Ahmed Shafiq, el ¨²ltimo primer ministro de Mubarak, no podr¨ªa haberse presentado a las elecciones presidenciales. No obstante, Shafiq se enfrentar¨¢ en la segunda vuelta de los comicios a Mohamed Morsi, el candidato de los Hermanos Musulmanes.
El presidenciable islamista ha intentado capitalizar la ira de los activistas de Tahrir, y reforzar sus cuestionadas credenciales revolucionarias, prometiendo la repetici¨®n del juicio a Mubarak, y el procesamiento de todos los responsables del asesinato de manifestantes durante la revoluci¨®n. Sin embargo, Morsi todav¨ªa no ha recibido el apoyo expreso de ninguno de los candidatos pro-revolucionarios derrotados en la primera vuelta de los comicios.
El lunes por la tarde se reuni¨® a puerta cerrada con el presidenciable nasserista Hamdin Sabahi y el islamista moderado Abdel Moneim Abulfutuh. Entre ambos, sumaron m¨¢s del 40% de los sufragios en la primera vuelta, por lo que su respaldo representar¨ªa un activo formidable para la candidatura de Morsi. Hasta el momento, los Hermanos Musulmanes han prometido no monopolizar el poder en caso de hacerse con las presidencia, pero se han negado a firmar ning¨²n documento con una compromisos concretos, tal como piden las fuerzas revolucionarias.
Por su parte, Ahmed Shafiq intent¨® ayer pasar p¨¢gina del "juicio Mubarak", y en una rueda de prensa carg¨® duramente contra la Hermandad, a la que acus¨® de "utilizar el veredicto con fines electorales". Entre los numerosos dardos envenenados que el comandante lanz¨® a la organizaci¨®n islamista, destac¨® la acusaci¨®n de que lleg¨® a un acuerdo en 2005 con el antiguo r¨¦gimen para poder obtener 88 diputados. Asimismo, agit¨® el fantasma del enfrentamiento sectario al asegurar que la Hermandad pretend¨ªa privar a los coptos de su derecho al voto.
A falta de poco m¨¢s de dos semanas para la celebraci¨®n de la segunda ronda de las presidenciales, las estrategias de ambos candidatos parecen ya claramente establecidas. Shafiq pretenden convertir los comicios en un refer¨¦ndum sobre la Hermandad, y el rol del Islam en la vida p¨²blica. Morsi, en cambio, prefiere que sean una rev¨¢lida sobre la revoluci¨®n. Sus mensajes coinciden en un aspecto: se centran en derribar al adversario, y no en desgranar su visi¨®n sobre el cu¨¢l debe ser el futuro de Egipto.
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