Francia en su burbuja
La oda al crecimiento ya no basta, Hollande debe pasar a la acci¨®n y responder a Merkel
?Los franceses est¨¢n cansados de votar. Cinco semanas despu¨¦s de la elecci¨®n de Fran?ois Hollande, tienen que volver a las urnas para designar, entre ayer y el domingo que viene, los diputados que van a representarles en la Asamblea Nacional. El calendario pol¨ªtico, impuesto por la reducci¨®n del mandato presidencial a cinco a?os, pone a dura prueba el inter¨¦s de los ciudadanos por los destinos personales y las maniobras partidistas de una clase pol¨ªtica que, en conjunto, no despierta gran entusiasmo. El ¨ªndice de abstenci¨®n de la primera vuelta, superior al 40%, lo demuestra. La campa?a legislativa se ha desarrollado en medio de la indiferencia. Pero ha permitido a Fran?ois Hollande y su Gobierno beneficiarse de un falso estado de gracia y, como en una burbuja, aislar a los franceses de los acuciantes problemas europeos.
Espa?a gime bajo el peso de sus bancos, Grecia se hunde, Portugal e Irlanda aprietan los dientes, Italia vacila ante la idea de que las reformas del valeroso Monti no vayan a ser suficientes para encauzar la crisis, Alemania se pregunta hasta d¨®nde llegan sus responsabilidades, y Par¨ªs, por su parte, se ocupa hip¨®critamente de sus asuntos internos. Hollande prolonga su campa?a presidencial apelando a su ¡°normalidad¡±: va en tren a Bruselas y en coche a Normand¨ªa, deja trabajar a su primer ministro en lugar de asumir todos los papeles, no interviene en la campa?a de las legislativas m¨¢s que para recordar, de vez en cuando, que necesita una mayor¨ªa s¨®lida para poder llevar a cabo su programa. ?Aumenta el paro? La culpa es de Sarkozy. ?El acceso al cr¨¦dito es m¨¢s dif¨ªcil, las inversiones productivas disminuyen, el mercado publicitario ¡ªsiempre revelador de tendencias¡ª va a estar en marea baja durante varios meses? ?No es grave, el crecimiento regresar¨¢! ?C¨®mo? No es momento de plantear esa pregunta. Mientras tanto, varias medidas simb¨®licas demuestran hasta qu¨¦ punto las promesas electorales se escapan a la confirmaci¨®n de la realidad: vuelta por decreto a la jubilaci¨®n a los 60 a?os para quienes empezaron a trabajar muy j¨®venes y para las mujeres, cuyos permisos de maternidad se tendr¨¢n en cuenta. Mala suerte para quienes esperan reformas estructurales correspondientes a los problemas demogr¨¢ficos y financieros que amenazan nuestro sistema de protecci¨®n social. ?No debemos rendirnos a Berl¨ªn ni a los mercados! Por otra parte, los mercados mantienen la calma y los tipos de inter¨¦s de los pr¨¦stamos p¨²blicos est¨¢n en unos niveles muy razonables.
Par¨ªs se ocupa hip¨®critamente de sus asuntos internos
Pinchemos la burbuja. La zona euro hierve de sufrimiento e inquietud, la recesi¨®n est¨¢ instal¨¢ndose, y Angela Merkel acaba de recuperar con br¨ªo la iniciativa. Apoy¨¢ndose en un acuerdo con el SPD sobre el impuesto a las transacciones financieras, expresa alto y claro la necesidad de avanzar hacia la Europa pol¨ªtica y poner en marcha mecanismos presupuestarios y fiscales de car¨¢cter federal. ?Una maniobra para ofrecer garant¨ªas verbales de buena Europa mientras se evoca un proyecto de transformaci¨®n a muy largo plazo? En cualquier caso, una reprimenda a Par¨ªs: se acab¨® creer en el aislamiento de Berl¨ªn, la oda al crecimiento ya no basta, Hollande debe pasar a la acci¨®n y responder a Merkel.
No lo har¨¢ de inmediato. En funci¨®n de los resultados de la segunda vuelta de las legislativas el domingo pr¨®ximo, seg¨²n los votos que obtengan la extrema derecha, la extrema izquierda y los verdes, todos ellos hostiles a la Uni¨®n Europea, veremos qu¨¦ margen de maniobra va a tener el presidente en el plano pol¨ªtico. Su estrategia europea no ser¨¢ obligatoriamente m¨¢s f¨¢cil de definir ni de imponer.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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