La UE destinar¨¢ 130.000 millones a un nuevo plan para el crecimiento
Los l¨ªderes de Italia, Alemania, Francia y Espa?a aceptan la propuesta francesa de dedicar un 1% del PIB a estimular la econom¨ªa
Menos de dos horas dur¨® la reuni¨®n que este viernes celebraron en Roma los l¨ªderes de las cuatro mayores econom¨ªas de la zona euro: Alemania, Francia, Italia y Espa?a. Casi todo estaba acordado de antemano, pero adem¨¢s la canciller ?ngela Merkel hab¨ªa advertido de que no estaba dispuesta a perderse el encuentro entre la selecci¨®n germana y la griega, m¨¢s que un partido de f¨²tbol, todo un s¨ªmbolo de las tensiones entre la Europa opulenta y la deprimida. El anfitri¨®n, el italiano Mario Monti, puso como contrapunto un mensaje de cohesi¨®n y solidaridad: los cuatro grandes propondr¨¢n a sus socios, en la cumbre del pr¨®ximo 28 y 29 en Bruselas, el lanzamiento de un programa de est¨ªmulo para la econom¨ªa europea, una especie de Plan Marshall por valor de unos 130.000 millones de euros, equivalentes al 1% de todo el PIB de la UE.
Era una idea del nuevo presidente franc¨¦s, Fran?ois Hollande, que aceptaron los otros tres mandatarios y, sobre todo, Merkel, la m¨¢s reticente. "El tema del crecimiento y del empleo tiene que abordarse m¨¢s en¨¦rgicamente despu¨¦s de que nos hemos ocupado del pacto fiscal", reconoci¨® la canciller, al¨¦rgica hasta ahora a apartarse un mil¨ªmetro de la ortodoxia fiscal. Una vez ingerida la medicina del ajuste presupuestario, parece dispuesta a ocuparse de algunos de sus efectos secundarios m¨¢s perniciosos, como la recesi¨®n y el paro
En realidad, nadie explic¨® de donde saldr¨¢n esos 130.000 millones. La ¨²nica v¨ªa nueva de ingresos que se mencion¨® es la creaci¨®n de una tasa sobre las transacciones financieras, inspirada en la llamada tasa Tobin, con cuya creaci¨®n todos estuvieron de acuerdo, aunque a Merkel se la haya impuesto su oposici¨®n socialdem¨®crata a cambio de apoyar el pacto fiscal. Pero no parece que la nueva tasa pueda ponerse en marcha a corto plazo, por lo que los recursos deben manar de otra fuente. Adem¨¢s de reasignar partidas no gastadas de los fondos de cohesi¨®n, se trata de aprovechar al m¨¢ximo las capacidades del Banco Europeo de Inversiones (BEI) para financiar proyectos que multipliquen la competitividad de los pa¨ªses europeos (como infraestructuras, energ¨ªas verdes y tecnolog¨ªas avanzadas).
La Comisi¨®n Europea estima que, aumentando su capital en unos 10.000 millones de euros y recurriendo a la financiaci¨®n privada mediante avales y otros instrumentos financieros, pueden movilizarse recursos por una cantidad m¨¢s de diez veces superior. Puede parecer el cuento de la lechera pero tendr¨¢ que ser realidad, ya que todos los asistentes a la minicumbre de Roma estuvieron de acuerdo en la necesidad de mantener el equilibrio fiscal y contener el d¨¦ficit. Incluido Hollande.
La llegada de un nuevo inquilino al El¨ªseo ha cambiado el tablero de la pol¨ªtica europea y ha dado un nuevo aire a los c¨®nclaves preparatorios de las cumbres de la UE. Antes eran Merkel y Sarkozy quienes se lo guisaban y se lo com¨ªan ellos solos. Ahora se ha dado entrada en el directorio al italiano Mario Monti y, por vez primera, al espa?ol Mariano Rajoy. La presi¨®n combinada de los otros tres l¨ªderes europeos (adem¨¢s del Fondo Monetario Internacional y el propio Obama) y el hecho de que Hollande tenga unas ideas muy diferentes a las de la canciller alemana ¡ªen contraposici¨®n a la sinton¨ªa con su antecesor¡ª ha obligado a ¨¦sta a hacer algunas concesiones. Una de ellas es aceptar la inyecci¨®n de 130.000 millones de euros para estimular el crecimiento de la econom¨ªa europea y otra, la futura implantaci¨®n de la tasa sobre las transacciones financieras.
Pero Hollande tambi¨¦n se ha dejado jirones en el camino. Hoy no cuestion¨® el pacto fiscal europeo, que hab¨ªa prometido revisar durante la campa?a electoral, e incluso admiti¨® que Francia tendr¨¢ que hacer ajustes en sus cuentas p¨²blicas. Volvi¨® a defender los eurobonos, una forma de mancomunar la deuda de los pa¨ªses europeos, pero dej¨® claro que no son para ma?ana. Antes, habr¨¢ que avanzar en la integraci¨®n fiscal, econ¨®mica e incluso pol¨ªtica, justo lo que defiende Merkel, quien se niega a asumir la deuda de otros pa¨ªses mientras no tenga forma de controlarla.
Monti se present¨® como el gran componedor del acuerdo entre los partidarios del ajuste fiscal y los defensores del crecimiento. "Esto significa dar un paso adelante. Significa reconocer que el crecimiento no puede tener una base s¨®lida sin disciplina presupuestaria y que esta corre el riesgo de no ser sostenible a largo plazo si no hay condiciones satisfactorias de crecimiento y empleo", proclam¨®.
Los cuatro l¨ªderes lanzaron mensajes de tranquilidad a los mercados y enfatizaron el car¨¢cter irreversible del euro y del proyecto europeo. "Estamos haciendo todo lo necesario para salvar al euro, del que todos nos beneficiamos", dijo Merkel. Pero dejaron en evidencia que a¨²n faltan por acordar muchos detalles, y el diablo est¨¢ en los detalles. Y pusieron de manifiesto sus discrepancias cuando los periodistas pudieron preguntarles. Tanto Hollande como Rajoy aseguraron que la UE utilizar¨¢ todos los recursos a su alcance para garantizar la estabilidad de los mercados ¡ªes decir, para frenar el acoso contra la deuda de los pa¨ªses perif¨¦ricos¡ª pero no pudieron precisar c¨®mo lo har¨¢. Y Merkel se neg¨® de plano a que los fondos europeos recapitalicen directamente a los bancos espa?oles, sin la intermediaci¨®n del Estado, tal como pretend¨ªa Rajoy.
M¨¢s que una reuni¨®n del directorio de la UE, la de hoy parec¨ªa el estereotipo de un encuentro familiar: a un lado los parientes m¨¢s ricos y al otro los endeudados; de una parte, los laboriosos y aplicados y del otro, los incumplidores e indisciplinados. Quiz¨¢ por ello, Monti quiso poner las cosas en su sitio: "En 2003, se permiti¨® a Alemania y Francia, con la autorizaci¨®n y la complicidad de la presidencia de turno de Italia, saltarse las reglas. Ni los portugueses ni los griegos las incumplieron, sino los mayores pa¨ªses del euro. Nos ha costado una d¨¦cada recuperar la credibilidad".
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