T¨®tem y tab¨², deuda y uni¨®n
La uni¨®n pol¨ªtica se ha convertido en el milagro del que esperamos la salvaci¨®n
Veinticuatro cumbres despu¨¦s de que se iniciara esta crisis, la maquinaria europea se vuelve a deleitar desplegando en 24 horas un grado tal de incertidumbre que los observadores dudan de si Europa est¨¢ al borde del abismo o a punto de alcanzar la tierra prometida de la uni¨®n pol¨ªtica.
Para unos, estamos ante la hora de la verdad, el momento definitivo en el que si no se toman decisiones inmediatas el euro entrar¨¢ en una senda de autodestrucci¨®n. En apoyo de sus tesis citan la fragilidad de Espa?a y de Italia y el hecho de que, con el dise?o actual de los fondos de rescate, no habr¨ªa recursos suficientes para apoyarlas si tuvieran que entrar en programas de intervenci¨®n como los que hasta ahora han sufrido Grecia, Irlanda y Portugal. A un lado, se?alan que la credibilidad de Rajoy est¨¢ agotada y no har¨¢ m¨¢s que deteriorarse d¨ªa a d¨ªa seg¨²n se compruebe que las medidas de austeridad no solo no logran crecimiento y empleo sino que ni siquiera logran mantener el d¨¦ficit bajo control. Al otro lado, en Italia, la estrella de Monti se estar¨ªa apagando progresivamente seg¨²n su programa de reformas entra en colisi¨®n con los partidos pol¨ªticos que se preparan para una cita electoral de inciertas consecuencias que incluso podr¨ªa adelantarse al oto?o. As¨ª las cosas, la pinza que forman esos dos riesgos sist¨¦micos que siempre han sido la burbuja inmobiliaria espa?ola y el sistema pol¨ªtico italiano estar¨ªan a punto de cerrarse sobre el euro.
Todas las propuestas para salvar el euro, las del corto y las de largo plazo, est¨¢n fundamentadas en la eficacia pero abren interrogantes sobre su legitimidad
Otros, m¨¢s optimistas, se?alan que nunca hemos estado tan cerca de superar la miop¨ªa y el cortoplacismo que viene dominando esta crisis. A favor de sus argumentos citan el conjunto de propuestas sobre uni¨®n fiscal y bancaria sobre las que Van Rompuy ha venido trabajando en los ¨²ltimos meses y que los l¨ªderes examinar¨¢n en este Consejo con vistas a crear una hoja de ruta que, de aqu¨ª al mes de diciembre, permita abrir un nuevo horizonte de integraci¨®n. Se trata de propuestas muy ambiciosas y de profundo impacto que, de llevarse a cabo, dar¨ªan un importante vuelco a la integraci¨®n europea. Nos llevar¨ªan, de hecho, a una federaci¨®n econ¨®mica ya que trasladar¨ªan la supervisi¨®n y la regulaci¨®n de los bancos nacionales al ¨¢mbito europeo al tiempo que impondr¨ªan unas directrices de pol¨ªtica fiscal y econ¨®mica tan estrictas que pr¨¢cticamente dejar¨ªan sin margen de maniobra a los Gobiernos nacionales. En ese esquema, el Banco Central Europeo garantizar¨ªa los dep¨®sitos de los ahorradores, pero a cambio podr¨ªa intervenir directamente sobre cualquier banco nacional, recapitalizarlo y ponerlo a la venta, imponiendo p¨¦rdidas a los accionistas. De la misma manera, un superministro de Hacienda europeo podr¨ªa rechazar los presupuestos elaborados por un Gobierno nacional o enmendar los aprobados por las Cortes dictando qu¨¦ combinaci¨®n de impuestos ser¨ªa la id¨®nea.
El problema es que, todas esas propuestas para salvar el euro, las del corto y las de largo plazo, est¨¢n fundamentadas en la eficacia pero abren importantes interrogantes sobre su legitimidad democr¨¢tica e incluso, en algunos Estados miembros, sobre su constitucionalidad. Sea pues el recurso a corto plazo a los fondos de rescate para comprar deuda de los Estados en dificultades, fondos que est¨¢n financiados con los impuestos de los ciudadanos europeos (incluidos los espa?oles), o bien el refuerzo de los poderes de control y supervisi¨®n de instituciones como el BCE y la Comisi¨®n Europea, los l¨ªderes son conscientes de que es necesario reflexionar con cuidado antes de aceptar sin m¨¢s una salida de la crisis que incluya dar m¨¢s poder todav¨ªa a organismos cuya legitimaci¨®n es t¨¦cnica y no pol¨ªtica.
Eso explica la proliferaci¨®n de referencias a la uni¨®n pol¨ªtica que vemos estos d¨ªas como exigencia previa para aceptar un nuevo, masivo y definitivo traslado de poder y competencias a la Uni¨®n Europea. Pero tal y como est¨¢ planteada, esa uni¨®n pol¨ªtica es tan d¨¦bil conceptualmente y vaga en el contenido que dif¨ªcilmente podr¨¢ convertirse en la clave de b¨®veda sobre la que se asiente la uni¨®n bancaria, fiscal y econ¨®mica que nos permita salir de esta crisis m¨¢s unidos y con m¨¢s integraci¨®n. Detr¨¢s de esa vaguedad se esconde una realidad que los l¨ªderes europeos no quieren enfrentar: la de que sus ideas sobre qu¨¦ es una uni¨®n pol¨ªtica y c¨®mo se llega hasta ella son tan sumamente divergentes que dif¨ªcilmente podr¨¢n alcanzar un acuerdo sobre ella, menos a¨²n en un contexto como el actual. Mientras tanto, se espera que la invocaci¨®n a la uni¨®n pol¨ªtica tenga alg¨²n efecto bals¨¢mico sobre los mercados y la deuda. En la religi¨®n europea, la deuda se ha convertido en el tab¨², el pecado, y la uni¨®n pol¨ªtica en el t¨®tem del que esperamos la salvaci¨®n. Eso s¨ª, la ventaja del pensamiento m¨¢gico es que permite creer en los milagros.
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