Roberts o la construcci¨®n de un legado
El presidente del Tribunal Supremo de EE UU dio el voto decisivo para la aprobaci¨®n un¨¢nime de la reforma sanitaria de Obama
De John Roberts se ten¨ªa una fotograf¨ªa concreta, esa que retrataba a un magistrado predecible y que siempre se aliaba con el ala m¨¢s conservadora del Supremo, facci¨®n a la que pertenece junto a los jueces Clarence Thomas, Antonin Scalia y Samuel Alito. Tras la decisi¨®n suprema del jueves de mantener en pie la que puede ser la herencia del presidente Barack Obama ¨Cdar cobertura m¨¦dica cuasi universal a sus conciudadanos-, esa caricatura ha quedado borrada, por sorpresa y contra todo pron¨®stico.
La ¡®sabidur¨ªa popular¡¯ contaba con que el voto bisagra, aquel que inclinar¨ªa la decisi¨®n de un lado o de otro ¨Cposiciones dem¨®cratas versus posiciones republicanas- ser¨ªa el de Anthony Kennedy, quien desde que Roberts es presidente del m¨¢ximo tribunal de Estados Unidos -2006- ha votado 25 veces con la parte conservadora de la corte ¨Cy casi el doble con la liberal-, en las votaciones 5-4. Roberts no lo hab¨ªa hecho nunca. Como nunca lo ha hecho Alito. Thomas y Scalia tan s¨®lo se han alineado con la facci¨®n liberal en dos ocasiones cada uno.
En su confirmaci¨®n realizada en 2005 ¨Ctras ser nombrado para el cargo por George W. Bush tras el fallecimiento de William Rehnquist y haber servido en las Administraciones de Ronald Reagan y George Bush padre-, Roberts jur¨® actuar como un ¡°¨¢rbitro judicial¡±, sin tomar partido. Lo hizo el jueves.
Roberts, 57 a?os ¨Cjovenc¨ªsimo en t¨¦rminos de Supremo-, ha iniciado la construcci¨®n de un legado, el suyo, desafiando la m¨¢s reciente historia, defraudando las expectativas de mucha gente y destrozando la esperanza de la derecha m¨¢s extrema y del Tea Party que se opon¨ªa a la ley de que con su voto contrario hundir¨ªa el barco insignia de Obama.
Poco despu¨¦s de que se supiera el dictamen del m¨¢ximo tribunal ¨Cel final, el de verdad, no el que sali¨® fruto de las interpretaciones aceleradas como la que hizo CNN y Fox y que les llevaron a equivocarse garrafalmente (si no le sucedi¨® a MSNBC fue porque en el estudio perdieron la conexi¨®n con su reportero en el Supremo)-, los m¨¢s ac¨¦rrimos detractores de la ley comenzaron a dise?ar camisetas ¨Cya a la venta- que ped¨ªan el ¡®impeachment¡¯ de Roberts. Un grupo de hackers asaltaba la p¨¢gina de Wikipedia referente al juez en cuesti¨®n y en lugar de ¡®Jefe de Justicia de Estados Unidos¡¯ escrib¨ªan ¡®Traidor Jefe de Estados Unidos¡¯.
La p¨¢gina web del candidato republicano a la presidencia, Mitt Romney ¨Ctambi¨¦n llamado estos ¨²ltimos d¨ªas por su apodo de ¡®el Padrino del mandato individual¡¯, ya que fue ¨¦l quien primero cre¨® la figura para su reforma sanitaria de Massachusetts cuando era Gobernador de ese Estado- dec¨ªa del juez Roberts, cuando todav¨ªa era un icono de los conservadores: ¡°Como presidente, Mitt nombrar¨¢ jueces a imagen y semejanza del Jefe de Justicia Roberts¡±
John Roberts se convirti¨®, paralelamente a la decisi¨®n de la Corte, en la noticia del jueves. En 2010, seg¨²n un sondeo de Pew, menos de tres de cada diez norteamericanos sab¨ªan qui¨¦n era. Tras el fallo de la m¨¢xima corte, los cinco t¨¦rminos m¨¢s buscados en Google en EEUU ten¨ªan que ver con el Supremo y la ley sanitaria y el primero y segundo eran referentes al juez. Para bien y para mal, suponemos que eran las b¨²squedas.
Lejos de ser cuestionado, lo que ha logrado el juez Roberts con su posici¨®n ha sido mejorar su reputaci¨®n y comenzar a construir una herencia equilibrada como jefe del Supremo. Con su voto a favor de la bancada liberal ¨Cla que forman Ruth Ginsburg, Elena Kagan, Sonia Sotomayor y Stephen Breyer-, Roberts ha conjurado el miedo de que la corte que ¨¦l preside pudiera ignorar los 75 a?os anteriores y devolviera la ley de EEUU a la ¨¦poca del New Deal de Franklin D. Roosevelt, cuando las leyes de salario m¨ªnimo del entonces presidente eran rechazadas por un Supremo conservador. Ning¨²n Supremo ha rechazado una legislaci¨®n presidencial desde entonces. Roberts decidi¨® no ser el primero en romper esa tradici¨®n e ir¨®nicamente la historia puede acabar imprimiendo su nombre como el del salvador de ¡®Obamacare¡¯.
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