Las milicias secuestran la transici¨®n libia
Cientos de grupos armados siguen imponiendo la ley del terror, seg¨²n un informe de Amnist¨ªa Internacional Las autoridades, incapaces de controlar la situaci¨®n, toleran los abusos
Han pasado 16 meses desde el inicio de la revuelta popular que acab¨® con el r¨¦gimen de Muamar el Gadafi. Dentro de una semana, los libios acudir¨¢n a las urnas por primera vez en casi medio siglo para escoger una Asamblea Constituyente. Sin embargo, Libia sigue secuestrada por cientos de milicias que combatieron la dictadura y que hoy se han convertido en el principal lastre para la transici¨®n a la democracia. Un informe presentado este jueves por Amnist¨ªa Internacional (AI) describe un panorama sombr¨ªo. Los milicianos se niegan a entregar las armas y contin¨²an cometiendo tropel¨ªas. Las detenciones arbitrarias, las torturas y los asesinatos se suceden con total impunidad.
El informe, titulado Libya: rule of law or rule of militias? (Libia, ?imperio de la ley o imperio de las milicias?), recoge los hallazgos de una delegaci¨®n que visit¨® el pa¨ªs los pasados meses de mayo y junio. Y poco parece haber cambiado respecto a otras investigaciones previas.
Las milicias imponen su ley en los territorios bajo su control, y siguen tom¨¢ndose la justicia por su mano. Unas 4.000 personas, acusadas de ser leales al r¨¦gimen gadafista, est¨¢n en poder de estos grupos armados, muchas encerradas en centros clandestinos, en condiciones deplorables. Es cierto que otras 3.000 han sido transferidas en los ¨²ltimos meses a las prisiones bajo control de las autoridades, y que el tratamiento recibido por los presos m¨¢s antiguos ha mejorado. Pero los nuevos detenidos (a menudo de forma arbitraria) siguen sufriendo torturas.
El equipo de AI hall¨® pruebas recientes de palizas y abusos en 12 de 15 centros de detenci¨®n: desde suspensi¨®n en posturas dolorosas a descargas el¨¦ctricas, pasando por palizas brutales con barras met¨¢licas, palos o culatas de fusil. El informe registra al menos 20 casos de prisioneros muertos por tortura desde agosto de 2011. Las fotograf¨ªas a las que ha tenido acceso la organizaci¨®n no dejan lugar a dudas.
Tampoco ha mejorado la situaci¨®n de las poblaciones desplazadas. Tal es el caso de los 30.000 habitantes de la ciudad de Tauerga, obligados por las milicias de la vecina Misrata a dejar sus casas, y hoy dispersos como refugiados. Los de Tauerga han sido se?alados por pelear a favor de Gadafi, pero tambi¨¦n son negros. Y eso es un agravante que destaca el informe de Amnist¨ªa: tanto los libios de piel oscura como los inmigrantes subsaharianos son v¨ªctimas del racismo latente.
Una ley concede inmunidad
judicial a los milicianos
por los actos cometidos para
¡°proteger la revoluci¨®n¡±.
En los primeros meses de la guerra, las milicias, formadas por civiles y luego reforzadas por militares y polic¨ªas desertores, fueron los ¨²nicos grupos capaces de garantizar el orden y llenar el vac¨ªo dejado por el desplome del r¨¦gimen. Los libios miraban con orgullo a sus zowar, a sus combatientes. Sin embargo, con el tiempo esos grupos armados se han convertido en peque?os ej¨¦rcitos, con sus mandos, sus arsenales y un control territorial que no est¨¢n dispuestos a perder. Y han tomado como rehenes a las propias poblaciones, v¨ªctimas de sus espor¨¢dicos enfrentamientos con ametralladoras o lanzagranadas, ya sea en Tr¨ªpoli, la capital, o en Kufra, en el sur del pa¨ªs.
Amnist¨ªa Internacional constata que las autoridades libias (el Consejo Nacional de Transici¨®n y el Gobierno provisional) parecen ¡°no tener capacidad ni voluntad de confrontar a las milicias¡±, con la excusa de la inseguridad y de la abundancia de armas. Antes al contrario, les han dejado las manos libres con una ley, aprobada en mayo, que concede inmunidad judicial a los milicianos por los actos militares y civiles cometidos ¡°con el objetivo de proteger la revoluci¨®n del 17 de febrero¡±.
¡°Los retrasos y las carencias del Gobierno a la hora de controlar los abusos de las milicias est¨¢n socavando las aspiraciones del pueblo libio, que tom¨® las calles con valent¨ªa para acabar con d¨¦cadas de represi¨®n e injusticia¡±. Existe el riesgo, advierte Hassiba Hadj Sahraoui, directora de AI para Oriente Medio y Norte de ?frica, de que el patr¨®n de violaciones de los derechos humanos que marcaron las cuatro d¨¦cadas de r¨¦gimen de Gadafi ¡°se termine enquistando y reproduciendo¡±.
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