La batalla por el cerro de Las Torres
Los sucesos en el Cauca quiz¨¢ sean un signo positivo sobre la evoluci¨®n del conflicto colombiano
La historia militar est¨¢ llena de legendarias y sangrientas batallas por el control de colinas, cerros y edificaciones. Una altura debe defenderse ferozmente porque de esta puede depender la victoria o la derrota. Sin embargo los recientes sucesos en el cerro de las Torres de Torib¨ªo, en el departamento del Cauca, quiz¨¢s sean un signo positivo sobre la evoluci¨®n del conflicto colombiano. Las experimentadas tropas del Ej¨¦rcito fueron desalojadas por ind¨ªgenas armados de palos y piedras. Luego, el cerro fue recuperado por polic¨ªas del escuadr¨®n m¨®vil antidisturbios con gases lacrim¨®genos. Estamos acostumbrados a ver polic¨ªas luchando contra protestas en ciudades, pero polic¨ªas tomando a bastonazos un cerro de inter¨¦s militar ocupado por civiles desarmados, no es com¨²n y menos si hay guerrilleros y militares en las vecindades.
Si se olvida la historia, este hecho puede ser interpretado como algo grave, pero en un pa¨ªs de matanzas y violencia brutal, esto es especial y nuevo. La mezcla de intereses de pobladores civiles por vivir en paz, con los de las FARC por restablecer su dominio militar, m¨¢s los del Estado por consolidar su autoridad, podr¨ªan estar abriendo una coyuntura con m¨¢s caracter¨ªsticas pol¨ªtico-sociales que militares.
Que los habitantes de estas comunidades se atrevan a movilizarse en una protesta bajo un entorno de guerra, es un indicador de p¨¦rdida del miedo y tambi¨¦n una se?al de progreso democr¨¢tico. Sin duda una parte de ellos responden pol¨ªticamente a las FARC, pero en tanto no est¨¦n armados son civiles con derecho a la protesta social; el uso proporcional de la fuerza y sobre todo el di¨¢logo con ellos es lo democr¨¢ticamente correcto. ?Significa todo esto que la seguridad y la guerra en Colombia est¨¢n empeorando? Por el contrario, significa que podr¨ªa estar abri¨¦ndose una oportunidad para que el conflicto termine.
La raz¨®n principal de la violencia ha sido la ausencia de Estado en la Colombia rural profunda. En la actualidad las FARC realizan la mayor parte de sus operaciones militares en territorios que control¨® durante d¨¦cadas, es decir, que sus acciones son ahora estrat¨¦gica y moralmente defensivas. Para el Estado establecerse en esa Colombia rural profunda es, en alguna medida, la ¨²ltima fase del conflicto. Esto implica retos que ya no son solo militares. La presencia del Estado debe adquirir sentido para los que siempre estuvieron olvidados, no importa sin son bases de la guerrilla. Pareciera estar cobrando fuerza una nueva situaci¨®n en la que tanto el Estado como los guerrilleros necesitan disputarse mentes y corazones, y esa lucha es m¨¢s eficaz sin balazos. La in¨¦dita batalla por el cerro de las Torres tiene un poco de eso.
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