La cara m¨¢s sucia del oro peruano
Las redes de prostituci¨®n, trata y trabajo infantil operan en algunas regiones mineras de Per¨²
La p¨¢gina negra de la miner¨ªa ilegal en la regi¨®n peruana de Madre de Dios est¨¢ repleta de accidentes que nadie reporta, asesinatos que no trascienden y abusos de mujeres y ni?os atrapados en redes de prostituci¨®n, trata y trabajo infantil. El presidente Ollanta Humala y su esposa, Nadine Heredia, han denunciado el problema en distintos foros internacionales, como en el ¨²ltimo consejo de administraci¨®n de la OIT en Ginebra, el junio pasado.
¡°Jacqueline, de 15 a?os, fue rescatada en mayo pasado de un prost¨ªbulo en el que trabajaba despu¨¦s de pasar dos meses como cocinera en un campamento minero. La due?a del local est¨¢ bajo investigaci¨®n por trata de muchachas¡±. Flor Ayerbe, coordinadora del albergue juvenil de la Asociaci¨®n Huarayo, asegura que en la zona minera hay muchos bares que en realidad son ¡°prostibares¡±. ¡°En 2011 atendimos 106 casos de chicas menores rescatadas de estos locales. Hay muchos m¨¢s, pero es dif¨ªcil rescatarlas¡±.
Roc¨ªo Sotomayor, abogada y comisionada de la Defensor¨ªa del Pueblo para asuntos de mujeres, revela ¡°el ¨²nico caso reportado¡±: ¡°Una muchacha de Apur¨ªmac, de 16 a?os, fue maltratada en la zona de Mazuko por negarse a tomar una copa con un cliente. No pod¨ªa caminar¡±.
Las mujeres, adultas y menores, son contratadas como damas de compa?¨ªa, cuya labor consiste en hacer consumir alcohol a los clientes. En jerga lugare?a se llama fichar. Muchas j¨®venes son captadas en Cuzco, Puno, Ayacucho, Apur¨ªmac, Juliaca y otras ciudades andinas, a trav¨¦s de anuncios en los mercados que ofrecen un puesto de cocinera, en un bar o para cuidar beb¨¦s. ¡°Hasta que llegan a su destino no se enteran de la verdad¡±, dice Flor Ayerbe.
Es imposible saber con precisi¨®n el n¨²mero de prost¨ªbulos en los campamentos mineros. Los tugurios abren y cierran en funci¨®n del nomadismo de la clientela. ¡°Si esto sigue as¨ª, acabaremos siendo el prost¨ªbulo de Per¨²¡±, vaticina el enfermero Willy Valencia, que me acompa?a en el viaje.
Secretos es uno de los locales m¨¢s frecuentados. El due?o da su versi¨®n de las condiciones de trabajo de la veintena de chicas a sus ¨®rdenes: ¡°Todas tienen contrato y tarjeta sanitaria. Aqu¨ª s¨®lo pueden tomar una copas con el cliente. Si quiere algo m¨¢s puede llevarse a la chica a otro lugar¡±. ?Puedo hablar con alguna de ellas? ¡°Ahora descansan, se acuestan tarde¡±. En la parte trasera del local, dos muchachas de rasgos caribe?os lavan ropa en un fregadero improvisado. No parecen muy felices. El enfermero ofrece al propietario diez cajas de preservativos ¡°para la seguridad de las chicas y de los mineros¡±, que el due?o rechaza. ¡°Si la Polic¨ªa encuentra condones nos acusa de prostituci¨®n y nos cierra el local¡±.
La realidad es que la inmensa mayor¨ªa de prost¨ªbulos no tiene licencia, apenas unos pocos pueden vender alcohol hasta las 11 de la noche. Las chicas est¨¢n camufladas como camareras. Hay m¨¢s de 70 procesos judiciales en curso por trata de personas, y s¨®lo cuatro tienen sentencia firme.
Am¨¦rico, de 12 a?os, vend¨ªa golosinas desde las 5 de la tarde a las 11 de la noche en distintos prost¨ªbulos. Entregaba el dinero a la se?ora con quien viv¨ªa. ¡°Ten¨ªa que darle cada noche 20 soles (6,25 euros), si no los consegu¨ªa, me rega?aba. Un d¨ªa no dej¨® de insultarme. No pude m¨¢s y me escap¨¦¡±, explica. Un agente de la Fiscal¨ªa lo llev¨® al albergue Huarayo hace un a?o. Am¨¦rico dej¨® de ir a la escuela a los 7 a?os y empez¨® a trabajar en la construcci¨®n con su padrastro. ¡°Cuando lleg¨® no sab¨ªa leer, pero aprendi¨® r¨¢pido. Ahora est¨¢ feliz, quiere ser ingeniero¡±, dice la coordinadora del albergue juvenil.
En miner¨ªa no est¨¢ permitida ninguna clase de trabajo infantil, aunque el Ministerio de Trabajo no ha hecho una sola inspecci¨®n en este territorio. Una visita a la escuela Francisco Bolognesi es reveladora. Los vetustos pabellones de techo de uralita y ventanas sin cristales albergan a 450 alumnos de primaria y secundaria. La mayor¨ªa tiene v¨ªnculos familiares con el mundo de la miner¨ªa ilegal.
Los padres de Ray, de 13 a?os, tienen ¡°un motor¡± (una draga) en el que trabajan cuatro personas. El muchacho ayuda en la instalaci¨®n de luz, y cuando falta uaipe o grasa para el motor, va ¡°a la pista a comprar¡±.
Lissette, tambi¨¦n de 13 a?os e hija de minero, vive en un campamento en la zona de San Francisco. ¡°Salgo a las 5 de la ma?ana y llego a la escuela a las 8¡±. Por la tarde cocina para los trabajadores. Tiene dos hermanos, de 16 y 11 a?os, que trabajan en el oro, ¡°macheteando el monte¡±.
Mar¨ªa, de 15 a?os, describe el miedo de sus padres despu¨¦s de que la Polic¨ªa destruyera su motor para bombear agua y lavar el oro, junto al r¨ªo Malinowski. Daysi, su compa?era de pupitre afirma: ¡°Sin la miner¨ªa yo no estar¨ªa aqu¨ª. La gente sabe que est¨¢ contaminando el medio ambiente, pero la miner¨ªa les da trabajo¡±.
En sus ocho a?os de existencia, la escuela ha crecido gracias al boom minero, relata Rony Silva, profesor de Comunicaci¨®n. ¡°Los alumnos cambian con frecuencia, porque sus padres van y vienen¡±. Hay cuatro ordenadores que no funcionan, y aqu¨ª se acaban los medios t¨¦cnicos del centro. Es la ¨²nica escuela de ense?anza secundaria en toda la zona minera.
La Relatora Especial de Naciones Unidas sobre Formas Contempor¨¢neas de Esclavitud visit¨® Madre de Dios el a?o pasado. En su informe calific¨® los trabajos que realizan los ni?os en la actividad minera como una forma de esclavitud contempor¨¢nea y denunci¨® la falta de persecuci¨®n de casos relativos a la explotaci¨®n laboral.
La magnitud de la trata de personas queda reflejada en los 17.000 millones de d¨®lares que mueve cada a?o esta actividad delictiva, seg¨²n Naciones Unidas. Seg¨²n explica Dolores Cort¨¦s, la OIM calcula que m¨¢s de dos millones de personas son v¨ªctimas de trata en todo el mundo.
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