¡°Los soldados no quieren matar a su gente, pero est¨¢n asustados¡±
Un desertor explica el aislamiento que sufren los militares en los cuarteles
Hace cuatro meses, Tahad Ahmad desert¨® del Ej¨¦rcito sirio. Llevaba meses pensando que lo que pasaba en Siria no era lo que le contaban sus superiores. Le hablaban de una guerra contra los terroristas, de un ej¨¦rcito de criminales que se hab¨ªa levantado contra el presidente Bachar el Asad. Pero no ten¨ªa forma de comprobarlo. ¡°En la base no tenemos Internet. No nos dejan usar m¨®viles ni ver la televisi¨®n¡±, dice Tahad para explicar su desconexi¨®n con lo que pasaba en Siria desde mediados de marzo de 2011.
La base a la que se refiere Tahad es una academia de soldados de infanter¨ªa a 20 minutos en coche de Alepo, entre la ciudad y la aldea de Marea. La situaci¨®n de la base es un tanto surrealista porque se ha quedado entre dos zonas tomadas por los rebeldes. En sus muros todav¨ªa se ve el retrato de Hafez el Asad y su descendencia. Los soldados no salen de all¨ª pero tampoco son atacados. Aparentemente no tienen nada que aportar en este conflicto.
Incluso en ese aislamiento, algunas historias llegaban hasta los barracones. ¡°Coment¨¢bamos lo que nos dec¨ªan, que estaban matando a la gente. Lo pensamos mucho y un grupo de siete empezamos a hablar de la deserci¨®n¡±, dice Tahad, 31 a?os, veterinario de profesi¨®n y con el grado de capit¨¢n en el Ej¨¦rcito regular.
Este veterinario intenta disuadir a m¨¢s tropas para que dejen el Ej¨¦rcito
Un buen d¨ªa decidi¨® salir por las puertas de la base para no volver nunca m¨¢s. No se qued¨® ah¨ª. Empez¨® a contactar con la insurgencia y se ofreci¨® para ayudar al Ej¨¦rcito Libre de Siria en lo que pudiera. El trabajo que se asign¨® fue convencer a otros soldados para que hicieran lo mismo que ¨¦l. ¡°Mucha gente va a desertar. Nadie quiere matar a su gente. Pero est¨¢n asustados¡±, comenta. El miedo de los soldados es precisamente en lo que m¨¢s insisten estos d¨ªas las fuerzas rebeldes. Aseguran que buena parte de los tanques que han tomado estaban conducidos por hombres que no quer¨ªan luchar m¨¢s.
Era ayer un d¨ªa importante para Tahad. La toma de un control militar, a la altura de Anadan, en la autopista que va de Alepo hacia la frontera de Turqu¨ªa, le daba v¨ªa libre para llegar hasta la ciudad turca de Antioqu¨ªa y encontrarse all¨ª con algunos militares desertores para discutir la mejor forma de convencer a otros de que sigan sus pasos. ¡°Mi trabajo es arriesgado pero s¨¦ que lo har¨¦ bien. La mayor¨ªa de los que conozco no est¨¢n con el r¨¦gimen y acabar¨¢n y¨¦ndose¡±, comenta en un despacho de un colegio de Marea, donde una katiba (brigada) de 35 soldados rebeldes tiene fijado su cuartel para desde ayer continuar la conquista de Alepo.
Hace un mes que Tahad se ha unido a esos combatientes para formar parte de los asaltos a los barrios que a¨²n quedan por tomar, un 40% de la ciudad. Es sun¨ª y asegura que no habr¨¢ conflicto con otras sectas o confesiones tras la ca¨ªda del r¨¦gimen. Estudi¨® ingl¨¦s en la universidad. Buena parte se le ha olvidado. Cuando el traductor no est¨¢ cerca y Tahad trata de responder a alguna pregunta, recurre a una de las pocas palabras que recuerda: ¡°Democracy¡±.
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