Un accidente convertido en conflicto
La Habana enmarca el ¡®caso Carromero¡¯ en una suerte de conspiraci¨®n internacional
El esclarecimiento de las circunstancias en que se produjo el accidente de tr¨¢fico que caus¨® la muerte de los disidentes Oswaldo Pay¨¢ y Harold Cepero no parece ser tarea dif¨ªcil porque probablemente todos los pasos del vicesecretario general de Nuevas Generaciones del Partido Popular (PP) de Madrid, ?ngel Carromero, y del sueco Jens Aron Modig, presidente de la Liga Juvenil de la Democracia Cristiana sueca, eran conocidos por la polic¨ªa cubana desde el momento en que aterrizaron en el aeropuerto Jos¨¦ Mart¨ª de La Habana, el 19 de julio. Suponiendo que los ordenadores de la terminal no registraran como sospechosa la llegada de dos pol¨ªticos europeos, el segundo filtro era insalvable: cualquier extranjero que se acercara al domicilio de Pay¨¢ deb¨ªa conocer que inmediatamente iba a entrar en el radio de acci¨®n de los agentes de la Seguridad del Estado asignados al disidente.
El arsenal en manos del C¨®digo Penal cubano para prolongar la detenci¨®n de Carromero es enorme y trasciende la pena que la fiscal¨ªa pueda imponer al dirigente juvenil por doble homicidio involuntario en accidente de tr¨¢fico. Salvo imponderables, el Gobierno de Mariano Rajoy deber¨¢ hacer de tripas coraz¨®n y tragarse alg¨²n sapo para procurar salir cuanto antes de un caso que el r¨¦gimen atribuye al activismo anticastrista de determinados sectores del Partido Popular, a juzgar por el ¨¦nfasis con el que el diario Granma, ¨®rgano oficial del Partido Comunista Cubano, subray¨® la filiaci¨®n de Carromero, ¡°cercano a los connotados anticubanos¡± Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Esperanza Aguirre. Los interrogatorios policiales han indagado sobre el comportamiento del conductor implicado en el siniestro, pero especialmente sobre las circunstancias en que se organiz¨® el viaje a un pa¨ªs que el Partido Popular y la Democracia Cristiana sueca consideran una dictadura a batir.
El accidente no parece tener mucho misterio, a la espera de dilucidar si la velocidad y el derrape de Carromero por las bacheadas carreteras del oriente cubano fueron consecuencia de su imprudencia o del nerviosismo y ganas de dejar atr¨¢s a un hipot¨¦tico veh¨ªculo perseguidor. La ecuaci¨®n solo podr¨¢ ser resuelta por el propio vicepresidente madrile?o de Nuevas Generaciones cuando quede en libertad y regrese a Espa?a. Mientras tanto, las gestiones diplom¨¢ticas encaminadas a solucionar el conflicto cuentan con la ventaja de que Rajoy es percibido como menos beligerante que Aznar y sin sus contactos en la comunidad anticastrista de Miami, cuyos movimientos La Habana escruta con lupa. No ser¨ªa extra?o que los cubanos difundan, cuando les convenga, nuevas grabaciones de Carromero sobre su viaje a la isla con visado de turista y dinero para sufragar las actividades del Movimiento Cristiano Liberaci¨®n y promover una organizaci¨®n juvenil, que supuestamente liderar¨ªa la hija de Oswaldo Pay¨¢.
La informaci¨®n oficial difundida en el programa televisivo Mesa redonda enmarca el caso de Carromero en una suerte de conspiraci¨®n internacional dirigida por Estados Unidos para acabar con la revoluci¨®n cubana. De acuerdo con esas fuentes, el viaje del espa?ol y el sueco, que se hab¨ªa entrevistado en Estados Unidos con la oposici¨®n cubana en el exilio y miembros del Instituto Republicano Internacional, fue preparado por Anikka Rigo, jefa de la Secci¨®n de Relaciones Exteriores del Partido Dem¨®crata Cristiano sueco. En Madrid, el presidente de Nuevas Generaciones del PP, Pablo Casado, pidi¨® a Carromero, seg¨²n el Ministerio del Interior cubano, que se pusiera en contacto con la espa?ola Cayetana Muriel, militante de la democracia cristiana n¨®rdica, ¡°de la que recibi¨® instrucciones, el dinero a entregar y un tel¨¦fono m¨®vil programado con los n¨²meros necesarios¡±. Despu¨¦s contact¨® por Facebook con Modig, que ya hab¨ªa visitado Cuba en 2009.
Si Cuba quisiera imputar a Carromero el delito de ¡°complicidad con el imperio (EE UU)¡± para subvertir el orden establecido podr¨ªa hacerlo, pues considera a los disidentes ¡°peones¡± de la lucha de Washington contra la revoluci¨®n. Posiblemente no lo haga porque el Gobierno de Ra¨²l Castro parece convencido de que el Ejecutivo de Rajoy, incluido su jefe de gabinete, Jorge Moragas, experto en Cuba, y el grueso del PP nada tienen que ver con el viaje porque la crisis absorbe ahora todos los esfuerzos. Curiosamente, la indiscreci¨®n del titular de Exteriores, Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo, en la reuni¨®n con el Rey del Consejo de Defensa Nacional, pueda haber sido traducida por los cubanos como se?al de desconocimiento del viaje. Caso contrario, dif¨ªcilmente se entender¨ªan sus espont¨¢neas palabras al director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), F¨¦lix Sanz: ¡°F¨¦lix, ahora tenemos que hablar de lo de Cuba¡±.
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