Los rebeldes aplican su ley en Alepo
La creciente influencia de los insurrectos y las rivalidades entre ellos inquietan a los vecinos
Con los ojos vendados, el joven es arrastrado por la base rebelde en Alepo, mientras los combatientes le golpean en la espalda, la cabeza y la cara. Desaparece por las escaleras que conducen al s¨®tano, de donde emergen sonidos de palizas y gritos. Tiene 20 a?os y es uno de los cautivos en esta antigua escuela ocupada por los rebeldes, que controlan buena parte de la segunda ciudad de Siria. El joven est¨¢ detenido por una bronca dom¨¦stica, junto a ladronzuelos y supuestos miembros de la shabiha, la milicia que apoya al presidente Bachar el Asad. Los rebeldes dicen que intentan imponer la ley en las ¨¢reas que controlan, llenando el vac¨ªo que han dejado las autoridades depuestas.
Pero no todo el mundo en Alepo y en la periferia rural est¨¢ contento con el Ej¨¦rcito Libre de Siria (ELS). Se les acusa de disfrazar como ¡°operaciones de vigilancia¡± lo que son simples venganzas, y de ser arrogantes y entrometidos. ¡°Si no les gusta la actitud de alguien, lo atan, lo golpean y lo arrestan¡±, dice Abu Ahmed, que vive en Azaz, una poblaci¨®n al norte de Alepo.
En su base de la ciudad, los guardias rebeldes escoltan al ba?o a grupos de hombres renqueantes, con los ojos vendados. Uno de ellos se agarra el est¨®mago, con un gesto de dolor, despu¨¦s de una sesi¨®n de golpes.
¡°No somos solo un ej¨¦rcito combatiente¡±, dice Abu Zaher, de 40 a?os, comandante rebelde y jefe administrativo de esta base. ¡°Somos tambi¨¦n un grupo con una visi¨®n de reforma. Queremos devolver de nuevo la moralidad y la civilizaci¨®n a nuestro pa¨ªs¡±.
El jefe militar, Abu Al¨ª, dice que los rebeldes organizan la distribuci¨®n de harina por los hornos de la zona, para que no les falte el pan a los vecinos. ¡°Tambi¨¦n tratamos los conflictos dom¨¦sticos entre parejas que vienen en demanda de nuestra protecci¨®n, y perseguimos a delincuentes¡±. Una riada de gente cruza el umbral de la base durante el d¨ªa con todo tipo de peticiones: dinero para gasolina, ayuda para reconstruir una casa, solicitud para recuperar veh¨ªculos confiscados por la polic¨ªa por infracciones de tr¨¢fico.
Abu Al¨ª dice que han tratado tambi¨¦n de mantener el pago de los salarios a los empleados del servicio de limpieza y recogida de basura de la ciudad. ¡°Estamos tratando de controlar la situaci¨®n, de forma que cuando caiga Bachar el Asad no se organice el caos¡±, a?ade Abu Zaher. ¡°Tambi¨¦n hay algunos que llevan armas y hacen creer que son parte del Ej¨¦rcito Libre de Siria, pero de hecho son ladrones¡±, explica y a?ade que sus hombres aplican la shar¨ªa (ley isl¨¢mica).
Muchos de los que est¨¢n en el s¨®tano de la escuela est¨¢n acusados de pertenecer a las milicias pro-Asad. Aquellos acusados de matar civiles o rebeldes ser¨¢n juzgados en Azaz por el comandante de la brigada Amr bin Al Aas, identificado solo como Ahmed. ¡°Usamos la shar¨ªa para juzgar a nuestros prisioneros¡±, dice Ahmed. ¡°Tenemos varios jueces que han estudiado la ley isl¨¢mica y varios testigos, y se les juzga como corresponde. Aquellos que han matado a gente en esta guerra son ejecutados¡±.
La creciente influencia de los rebeldes y las rivalidades entre ellos han desatado las alarmas entre los vecinos. ¡°El Ej¨¦rcito Libre de Siria est¨¢ dando ahora dolores de cabeza¡±, dice Abu Ahmed, que trabaja con periodistas en Azaz. ¡°Detienen y golpean a quienes no les gustan, y resuelven las disputas personales entre miembros de las brigadas con secuestros, con la fuerza. Son hip¨®critas¡±.
Abu Zayd, estudiante de Derecho de 22 a?os, dice que los rebeldes est¨¢n inmiscuy¨¦ndose en la vida de los vecinos de Azaz. ¡°Empezaron a mangonear y a mandarnos en los barrios¡±, explica. ¡°Intentan organizar las filas para el pan, pero luego cuelan a sus amigos armados y usan sus conexiones para procurarse un trato preferencial. Por eso los civiles les estamos mandando un mensaje: agradecemos su trabajo, pero tienen que mantenerse al margen de nuestra vida. Si no lo hacen, nosotros seguiremos tomando las calles, pero contra ellos¡±.
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