¡°En Alepo est¨¢bamos m¨¢s seguros¡±
Los ataques contra los sirios que huyen hacia la frontera turca convierten la ruta en una ratonera La v¨ªa de escape de Azaz sufre un mort¨ªfero bombardeo
El sol rebota duro contra los cristales que salpican las calles de Al Hara al Kablie, barrio de la ciudad siria de Azaz, al noroeste de Alepo. Una fila de cierres met¨¢licos retorcidos hasta el piso traza la ruta hasta un nuevo escenario del horror de la guerra. A¨²n est¨¢ lejos. La onda expansiva de la primera bomba lanzada el mi¨¦rcoles por un avi¨®n de combate sirio se extiende por varios bloques de casas lejos del objetivo. El silencio inc¨®modo de la ciudad no casa con el estruendo con el que los vecinos de este barrio salieron despedidos sobre las dos de la tarde.
Un caza del r¨¦gimen golpe¨® en el coraz¨®n de una zona de viviendas con un balance inicial sobre el terreno de alrededor de 25 muertos. Otros 15 perdieron la vida en hospitales de Turqu¨ªa. ¡°Yo vine hasta aqu¨ª desde Alepo porque cre¨ª que estaba m¨¢s seguro¡±, dice junto a un mont¨®n de escombros Atta Ibrahim, de 32 a?os.
Azaz, controlada por los rebeldes y v¨ªa de escape hacia suelo turco para los miles de sirios que huyen de la batalla de Alepo, sufri¨® el bombardeo m¨¢s mort¨ªfero desde que la revoluci¨®n estall¨® en marzo de 2011.
La silueta de un retrete cortado por la mitad cuelga del ¨²ltimo piso de una de las casas que quedaron desnudas en el ataque. Entre los pedazos de piedra blanca que las viviendas escupieron cuando la bomba impact¨® contra el suelo decenas de sirios curiosean, rascan o buscan con la esperanza de encontrar algo de lo que perdieron. ¡°Tras escuchar la explosi¨®n¡±, contin¨²a Atta Ibrahim, ¡°salimos a ayudar, pero murieron familias enteras¡±, cuenta. Los escombros han formado una suerte de plaza alrededor de la que se sujetan las casas destrozadas por la bomba. La sinraz¨®n se hace hueco en el interior de los edificios, con estantes de platos intactos o relojes de pared en su sitio.
Mohamed Walid, de 30 a?os, vendedor de ropa en un mercado cercano, ayud¨® a llevar heridos al hospital. ¡°Mucha gente¡±, explica Mohamed Walid, ¡°huy¨® a la frontera [con Turqu¨ªa] a dormir¡±. ?Por qu¨¦ golpearon est¨¢ zona? ¡°Est¨¢n bombardeando todo¡±, responde, ¡°y adem¨¢s, aqu¨ª hay muchos sirios que han huido de Alepo¡±, la capital econ¨®mica y la ciudad m¨¢s poblada del pa¨ªs.
De uno de los aer¨®dromos militares de esa ciudad, seg¨²n defienden los vecinos de Azaz, parti¨® precisamente el avi¨®n que hizo temblar la tierra. ¡°Esto ya no es un lugar seguro¡±, prosigue este joven, ¡°pueden atacarlo en cualquier segundo¡±.
Los bombardeos diarios del r¨¦gimen de Bachar el Asad ya hac¨ªan de Azaz (31.000 habitantes antes de una revuelta que se ha convertido en una guerra civil) un foco inestable de la zona controlada por el Ej¨¦rcito Libre de Siria (ELS) en el noroeste del pa¨ªs. Muchas tiendas suelen permanecer cerradas, aunque el mercado de la localidad atrae una vida durante la tarde (en Ramad¨¢n, la ma?ana est¨¢ para descansar) sin duda impropia de un objetivo frecuente del martilleo de los cazas. La vida segu¨ªa, aunque con tropiezos. A unos 15 kil¨®metros de Kilis, primera ciudad turca tras el paso fronterizo, Azaz es el puente que conduce a los huidos a Turqu¨ªa, pa¨ªs que colabora en su salida y que ha plantado cara a El Asad, poco temeroso ahora de cebarse contra la poblaci¨®n civil a poca distancia del vecino.
Porque la punter¨ªa del ataque del mi¨¦rcoles, seg¨²n insisten los vecinos del barrio de Al Hara al Kablie, no acert¨® a alcanzar al bando del ELS, alzado en armas. ¡°Todas la casas destrozadas son de civiles, aqu¨ª no hab¨ªa miembros del ELS anoche¡±, afirma Mohamed Walid. A unas calles de distancia de la zona arrasada por el bombardeo, cierra sus puertas no obstante la c¨¢rcel de la ciudad, dirigida por el ej¨¦rcito de los milicianos rebeldes y con 35 hombres en su interior, entre ellos, seis shabiha (matones del r¨¦gimen).
?Posible objetivo del ataque que mat¨® a civiles? Fuera o no este el centro de la diana del avi¨®n militar sirio ¡ªvarios centros del ELS estaban ayer sellados a cal y canto ante posibles ataques¡ª, sin menospreciar la violaci¨®n de las leyes de la guerra en la que incurre El Asad al apuntar a los civiles, el abuso que hacen los milicianos rebeldes del suelo civil trasgrede de igual modo las normas internacionales en caso de conflicto.
Sobre las tres de la tarde del mi¨¦rcoles, un segundo ataque impact¨® junto a un edificio de viviendas situado a unos cinco minutos a pie del hospital de la ciudad. El cr¨¢ter formado por la bomba rasga el suelo y abre una grieta hasta el s¨®tano del inmueble. Seg¨²n los vecinos de la zona, 11 personas murieron en el bombardeo. ¡°Incluso tres de los que hu¨ªan del primer ataque¡±, dice uno de ellos, ¡°fueron alcanzados cuando pasaban por aqu¨ª¡±.
Las cifras, sin un registro que identifique a las v¨ªctimas, bailan de boca en boca. El hospital de Azaz eleva la cifra ofrecida por organizaciones como Human Rights Watch, con misi¨®n en el terreno y que hizo un balance de 40 muertos, y calcula que al menos 80 personas fallecieron y 200 resultaron heridas. ¡°En cualquier caso es el ataque m¨¢s mort¨ªfero en Azaz y uno de los m¨¢s violentos en Siria, despu¨¦s del asedio a Homs¡±, explica Anas el Heraki, de 33 a?os y uno de los responsables del centro sanitario. ¡°El hospital ya no es seguro, lo pueden atacar¡±.
Pero la sensaci¨®n de seguridad en Siria siempre tiene caducidad. Bajo la sombra de un ¨¢rbol y sentados junto a la calzada, 12 miembros de una misma familia esperan a que alguien les saque de Azaz. ?Hacia d¨®nde van? ¡°A Alepo¡±, responde Naime Haj Ramadan. ¡°Quiz¨¢ all¨ª estemos m¨¢s seguros¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.