Ya cumple condena
Assange se convierte en un instrumento. Correa, en el instrumentista
La feroz impetuosidad de Rafael Correa y la interpretaci¨®n brit¨¢nica del derecho internacional podr¨ªan haber condenado a prisi¨®n indefinida a Julian Assange en las escuetas dependencias de la Embajada ecuatoriana en Londres; a un tiro de piedra de Harrods, para que el fundador de Wikileaks vea lo que se pierde.
Este es un conflicto de tres actores y un cuarto en comp¨¢s de espera: Ecuador que ha dado asilo a Assange; Gran Breta?a que asegura que la extradici¨®n a Suecia del anarquista digital prevalece sobre los usos diplom¨¢ticos; la Justicia sueca que lo quiere juzgar acusado de delitos sexuales; y Estados Unidos que lo har¨ªa si pudiera por violaci¨®n de secretos de Estado. Y la Revoluci¨®n Ciudadana del presidente ecuatoriano es de todos ellos el factor desencadenante de una creciente tensi¨®n internacional, que sorprende en un pa¨ªs al que se supon¨ªa alejado de esas preocupaciones mundiales.
Correa inaugura su mandato en 2006, logra que se apruebe en 2008 una Constituci¨®n que aloja c¨®modamente eventuales arranques autoritarios, y es reelegido en 2009 con el prop¨®sito de reinventar un pa¨ªs, que hasta entonces hab¨ªa sido fuertemente inestable, caciquil y olig¨¢rquico. El presidente, doctor en Econom¨ªa, formado en B¨¦lgica y Estados Unidos ¡ªy por ello nada que ver con sus autodidactas aliados Hugo Ch¨¢vez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia¡ª ha liquidado en seis a?os de gobierno a la vieja clase pol¨ªtica, hasta el extremo de que en las presidenciales de febrero de 2013 lo m¨¢s parecido a la oposici¨®n es una amalgama de izquierdistas escindidos de su propio partido, Alianza Pa¨ªs.
A favor de ingresos petroleros que han ascendido a m¨¢s de 60.000 millones de euros en los ¨²ltimos seis a?os, ha reducido las disparidades econ¨®micas, en especial con un Bono de Desarrollo Humano que cubre a un 40% del pa¨ªs, y es intachablemente sincero cuando propugna un Ecuador igualitario, jacobino, moderno y si le dejan, occidental, ajeno a cualquier recuperaci¨®n de la noche precolombina de los tiempos. Pero la extrema consunci¨®n de los partidos ha entregado a la Prensa el regalo envenenado de convertirse en una oposici¨®n a la que Correa percibe como el enemigo a batir, si quiere llevar a t¨¦rmino un proyecto no dictatorial pero s¨ª hegem¨®nico, que el polit¨®logo Guillermo O¡¯Donnell califica de ¡°democracia delegativa¡±.
Los ataques y limitaciones de la libertad de expresi¨®n, la misma que dice defender con el asilo a Assange, se han sucedido en el estilo truculento que le caracteriza. Un d¨ªa se exhibe quemando un diario en Quito; otro proh¨ªbe que se d¨¦ publicidad oficial a la prensa privada, o a funcionarios y ministros que hagan declaraciones a ¡°los medios mercantilistas¡±, propiedad de ¡°seis familias¡±; y, a la Ch¨¢vez, cuando le parece oportuno obliga a emitir en cadena sus peroratas o enarbola en TV fotos de periodistas cr¨ªticos como si fueran los wanted de una pel¨ªcula del Oeste. Tiene, finalmente, un concepto tan radical de lo que puede ser injuria o calumnia contra su persona, que en los ¨²ltimos cuatro a?os ha demandado a 25 pol¨ªticos, periodistas e instituciones, entre ellos el diario El Universo, condenado a pagar una multa de 30 millones de euros.
Ese proyecto de vaciamiento de los cuerpos sociales se asienta sobre dos grandes patas: la reforma de la Justicia, que apunta a crear una nueva judicatura d¨®cil al poder, y una ley de Comunicaci¨®n, coronada por un ente regulador y un reparto de frecuencias que romper¨ªan en favor del gobernante el precario equilibrio que a¨²n se mantiene porque al presidente le faltan los esca?os necesarios para aprobarla en el Senado.
Correa est¨¢ librando lo que considera una guerra al privilegio, que teme perder si se atiene a la panoplia de medios de acci¨®n que contempla la democracia occidental. Y en esa embriaguez de s¨ª mismo ve s¨²bitamente una utilidad en Assange, tanto para competir con Ch¨¢vez en la carrera por la celebridad universal, como para valerse de ella para redondear su victoria en las presidenciales. El hacker australiano ser¨ªa, as¨ª, el instrumento y Correa el instrumentista. Su teor¨ªa del Estado se resume en una idea: el voto todo lo puede, y la independencia de los poderes es solo una cosm¨¦tica para democracias exhaustas. El Bien Com¨²n lo define exclusivamente el elegido del pueblo y Assange, condenado a prisi¨®n en Hans Crescent, Knightsbridge, Londres, es una jugada pol¨ªtica en defensa de la libertad de expresi¨®n pero ¨²nicamente la del pr¨®jimo; lejos del pa¨ªs del medio del mundo.
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