Un fan¨¢tico que sab¨ªa lo que hac¨ªa
La l¨ªnea que separa la mente sana de la enferma puede parecer dif¨ªcil de determinar. Sin embargo, para un profesional entrenado suele ser una tarea relativamente sencilla delimitar cu¨¢ndo una persona act¨²a ¡°en plena posesi¨®n de sus facultades mentales¡± y cu¨¢ndo est¨¢ mediada no por s¨ª mismo, sino fruto de un estado de ¡°psicosis¡±, es decir, alucinaciones o delirios. El caso de Anders Breivik parece haber sido complejo para los especialistas. En un principio le atribuyen padecer una enfermedad mental cuyo diagn¨®stico ha sido revisado, concluyendo que se trata de un fan¨¢tico.
Ahora bien, al valorar la imputabilidad se deben tener en consideraci¨®n varios factores: si el sujeto tiene una alteraci¨®n del criterio de realidad, su capacidad para distinguir el bien del mal, calcular las consecuencias de sus actos y valorar acciones alternativas. Cuando un enfermo comete un acto criminal, es arrastrado por una fuerza mayor, insuperable, que le obliga a ejecutar esa acci¨®n. En el caso de los fan¨¢ticos, estos no valoran otra realidad m¨¢s que la que ellos defienden, su realidad, que al ser subjetiva podemos considerar parcial por no tener en cuenta el valor de las creencias alternativas. Sin embargo, la capacidad para distinguir el bien del mal, el c¨¢lculo de las consecuencias y el c¨¢lculo de alternativas de actuaci¨®n est¨¢n indemne, aunque sometidos a su criterio individual.
Breivik encontr¨® en el nazismo un ideal con el que identificarse
Tanto el fanatismo como el delirio se basan en la creencia. Pero existen diferencias notables porque en el delirio la creencia es falsa mientras que en el fan¨¢tico se trata de una creencia aprendida y llevada al l¨ªmite. En el enfermo delirante la idea convertida en creencia es espont¨¢nea. Al decir espont¨¢nea no hablamos de inmediatez, sino de su origen involuntario y hasta ahora inexplicable. En los casos de los fan¨¢ticos la creencia es aprendida, sometida a la voluntad individual (aprendemos lo que queremos aprender). La voluntariedad puede ser cuestionable cuando el aprendizaje comienza en la infancia y en situaciones sociales extremas, en las que el individuo se ve imbuido de una creencia generalizada que le ayuda a convivir consigo mismo y con un contexto social dif¨ªcil de manejar. A¨²n en estos casos, pesa el criterio de voluntariedad, ya que todo lo aprendido debe ser cuestionable y cuestionado. En resumen, al fan¨¢tico no le interesa la verdad, su pasi¨®n est¨¢ al servicio de su fidelidad a la idea. En cambio, al enfermo delirante no le falta inter¨¦s, sino capacidad para valorar y contextualizar la verdad.
El noruego Breivik ten¨ªa serios problemas con su imagen que le llevaron a luchar, primero contra ¨¦sta (la suya propia) y despu¨¦s contra su imagen de Europa, mancillada a su juicio por la inmigraci¨®n de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Breivik encontr¨® en el nazismo y la ultraderecha un ideal con el que identificarse. Simplemente cambi¨® el objeto de su rabia; de los jud¨ªos a los musulmanes. Desde su adolescencia y fruto de sus vivencias, se observan en Breivik rasgos de personalidad narcisista y una m¨¢s que probable homosexualidad reprimida (por sus propias ideas). Pero se trata de una manera de ser que no impide tener un criterio de adecuaci¨®n a las normas sociales. Ello le convierte en imputable.
Lola Mor¨®n Nozaleda es experta en psiquiatr¨ªa forense.
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