El cadete de Fidel
El 'balserito' cubano que conmovi¨® al mundo hace 12 a?os estudia la carrera militar para "defender la revoluci¨®n" y es el icono que esgrime el castrismo ante una juventud descre¨ªda
La imagen dio la vuelta al mundo: unos agentes pertrechados como para aniquilar extraterrestres apuntan a un hombre escondido en un armario, con un ni?o aterrorizado en sus brazos. Corr¨ªa el amanecer del 22 de abril de 2000. Aquella foto, ganadora del premio Pulitzer, plasmaba el desenlace desmesurado de una historia que hab¨ªa comenzado seis meses antes, cuando Elizabeth Brotons se embarc¨® con su hijo Eli¨¢n, de seis a?os, en un precario bote de aluminio para huir de su Cuba natal rumbo a Florida. Un temporal puso fin a sus sue?os. Antes de ahogarse coloc¨® a Eli¨¢n en la c¨¢mara de un neum¨¢tico. As¨ª lo encontraron dos pescadores estadounidenses. El cr¨ªo llevaba dos d¨ªas a la deriva, resguardado por unos delfines. Era el 25 de noviembre, d¨ªa de Acci¨®n de Gracias. Se habl¨® de un milagro.
Seg¨²n el periodista cubano Iv¨¢n Garc¨ªa "Eli¨¢n vive en una burbuja", rodeado de agentes de seguridad
Eli¨¢n fue entregado a su t¨ªo abuelo paterno, L¨¢zaro Gonz¨¢lez, que viv¨ªa en Miami. Desde Cuba, Juan Miguel, sobrino de L¨¢zaro y padre de Eli¨¢n, reclam¨® al ni?o, sacado de la isla sin su autorizaci¨®n. Lo que deb¨ªa haberse resuelto en familia se convirti¨® en una encarnizada batalla pol¨ªtica entre La Habana y Miami. Fidel Castro hizo del balserito el s¨ªmbolo de su lucha contra el imperio (aunque el Gobierno de Bill Clinton apoyaba la repatriaci¨®n del ni?o) y puso a los cubanos a desfilar en manifestaciones incesantes. El exilio anticastrista mont¨® guardia frente a la casa de los Gonz¨¢lez. El asunto se zanj¨® con una sentencia judicial y el ¡°rescate¡± manu militari. El 28 de junio de 2000, el peque?o aterrizaba en La Habana. Fidel lo exhibi¨® como ¡°el orgullo¡± de Cuba.
Hoy, a sus 18 a?os, Eli¨¢n es un joven apuesto, de gesto adusto, decidido a dar la vida por la revoluci¨®n. Es cadete de la Escuela Militar Camilo Cienfuegos y miembro destacado de la Uni¨®n de J¨®venes Comunistas. El propio Fidel Castro le entreg¨® el carn¨¦ cuando cumpli¨® 14 a?os.
Eli¨¢n vive con su padre, Juan Miguel, su madrastra y dos hermanos peque?os en su ciudad natal, C¨¢rdenas, a 150 kil¨®metros de La Habana. La vida familiar ha dado un giro radical. Juan Miguel dej¨® su trabajo de camarero para ocupar un esca?o en la Asamblea del Poder Popular, el Parlamento cubano. Se mudaron a una casa m¨¢s apartada, con port¨®n y vigilancia. Seg¨²n el periodista cubano Iv¨¢n Garc¨ªa, ¡°Eli¨¢n vive en una burbuja¡±, rodeado de agentes de seguridad. Para hablar con ¨¦l se requiere un permiso especial. Todo celo es poco para proteger al h¨¦roe y ejemplo de la juventud cubana. Cuando Eli¨¢n estaba en Miami, Fidel acus¨® a ¡°la mafia¡± del exilio de lavarle el cerebro al cr¨ªo. ¡°Nosotros no vamos a hacer ninguna de esas basuras¡±, dijo. ¡°Destruir la mente de un ni?o, cambi¨¢ndosela totalmente para fines bochornosos de propaganda, es peor que la muerte f¨ªsica¡±. El Comandante se emple¨® a fondo para contrarrestar las secuelas nocivas que el paso por Miami pudo haber dejado en el peque?o.
Hasta su retirada por motivos de salud, en 2006, Fidel Castro asisti¨® a algunos cumplea?os de ¡°Eliansito¡± en C¨¢rdenas y apareci¨® con el ni?o y su padre en desfiles y conmemoraciones. A los 11 a?os, Eli¨¢n pronunci¨® un discurso en la Tribuna Antiimperialista de La Habana. A los 14, recibi¨® el mentado carn¨¦ de las juventudes comunistas. A los 15, se incorpor¨® a la llamada Batalla de Ideas, una campa?a de reafirmaci¨®n revolucionaria lanzada por Castro cuando Eli¨¢n estaba en Miami. Al cumplir 16, coincidiendo con el d¨¦cimo aniversario de su retorno, ingres¨® en la escuela militar. ¡°Una d¨¦cada despu¨¦s de haber sido el juguete de los enemigos de la revoluci¨®n¡±, escribi¨® entonces el diario Juventud Rebelde, ¡°lo vemos vestido de verde olivo, prepar¨¢ndose como oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias¡±. Hubo misa de celebraci¨®n en La Habana a la que asisti¨® Ra¨²l Castro, ya presidente. Y el pasado diciembre, cuando cumpli¨® 18 a?os, Eli¨¢n desfil¨®, una vez m¨¢s, para exigir el regreso de cinco esp¨ªas cubanos condenados en Estados Unidos.
Cuando cumpli¨® 14 a?os, Eli¨¢n recibi¨® de Fidel Castro el carn¨¦ de las Juventudes Comunistas
Parece que Fidel Castro puede respirar tranquilo. Eli¨¢n tiene asumido su papel ejemplar, a tenor de sus declaraciones. Por ejemplo: ¡°Estoy orgulloso de poder dar un aporte a la revoluci¨®n¡±; ¡°el papel de la juventud es estar en la vanguardia revolucionaria¡±; ¡°nuestro comandante Fidel Castro es lo m¨¢ximo para nuestra historia, el pueblo de tan solo verlo retoma su fe, sus esperanzas y se siente feliz¡±...
Ni siquiera cuando habla de sus aficiones se sale del guion: practica el k¨¢rate, le gusta nadar, la playa, el cine y sentarse en el parque, ¡°como un joven m¨¢s de esta revoluci¨®n¡±.
La influencia que pueda tener ¡°Eliansito¡± en una juventud saturada de dictadura es harto dudosa. Pero de aquel episodio de hace 12 a?os han quedado dos huellas perennes en la vida cubana. Por un lado, la Tribuna Antiimperialista, construida en La Habana frente a la Secci¨®n de Intereses de Estados Unidos para reclamar la devoluci¨®n de Eli¨¢n. ¡°Aquellos meses fueron un infierno¡±, recuerda Carmen, que ve desde su balc¨®n los arcos de acero de la plaza. ¡°Marchas, discursos, gritos por megafon¨ªa. Una locura¡±. Lo otro que ha quedado es la Mesa Redonda, un programa de doctrina que ocupa las noches de la televisi¨®n.
La apacible C¨¢rdenas, convertida en cuna de un h¨¦roe, tambi¨¦n tiene su recuerdo. El cuartel de bomberos acoge hoy el Museo de la Batalla de Ideas, presidido por una estatua de Eli¨¢n con el pu?o en alto.
No es el ¨²nico lugar dedicado al balserito. El tiempo se ha detenido en el n¨²mero 2319 de la Calle Segunda de la Peque?a Habana, la casa que cobij¨® a Eli¨¢n en Miami. El dormitorio est¨¢ intacto, con sus juguetes, los mu?ecos Power Rangers, el uniforme de la escuela y el quimono de k¨¢rate. En la entrada, el neum¨¢tico en el que sobrevivi¨®. Y en el jard¨ªn, un retrato de su madre, diluida para siempre en esta historia.
Eli¨¢n tiene asumido su papel ejemplar. ¡°Estoy orgulloso de poder dar un aporte a la revoluci¨®n¡±, ha declarado el joven
Delf¨ªn Gonz¨¢lez, t¨ªo abuelo de Eli¨¢n, se ocupa del lugar. Su hermano L¨¢zaro dej¨® la casa. Ya nada volvi¨® a ser lo mismo tampoco para la rama familiar del exilio. Agotado, L¨¢zaro, mec¨¢nico de profesi¨®n, se mud¨® en busca de un poco de paz. Su hija Marisleysis, que con 21 a?os ejerci¨® de madre adoptiva de Eli¨¢n, se cas¨®, tiene una ni?a y regenta una peluquer¨ªa. Y Donato Dalrymple, el pescador que lo rescat¨® del mar (y que es el hombre inmortalizado en la foto con Eli¨¢n en brazos, apuntado por el fusil del agente de inmigraci¨®n) ha colgado en su sal¨®n un cuadro del ni?o rodeado de delfines.
La familia no ha podido contactar con el joven, pero sus parientes en C¨¢rdenas les mantienen al tanto. En una ocasi¨®n Eli¨¢n se refiri¨® a ellos para decir: ¡°Aunque no nos apoyaron en todo, no les guardo rencor¡±. La familia se dividi¨® ¡°por culpa de Fidel¡±, dicen en Miami. Y est¨¢n seguros de que, si hubieran podido actuar libremente, Eli¨¢n y su padre se habr¨ªan quedado con ellos.
?C¨®mo ser¨ªa su vida de haberse quedado en EE UU?, le preguntaron una vez a Eli¨¢n en una de esas entrevistas autorizadas. ¡°Como los intereses del imperio son monopolizar el mundo, desarrollar industrias, obtener capital, tal vez podr¨ªa tener mucho dinero. O tal vez no. Podr¨ªa ser manipulado como un juguete (...) qui¨¦n sabe qu¨¦ pueda hacer el imperio con tal de continuar con sus patra?as. Me tomar¨ªan como una figura pol¨ªtica para manipularme a su forma¡±.
Se sabe que Eli¨¢n visita con frecuencia un delfinario cerca de su ciudad. Quiz¨¢s los delfines son el v¨ªnculo m¨¢s ¨ªntimo con aquella aventura dram¨¢tica y extraordinaria que cambi¨® su vida. Una vida que hasta ahora todo el mundo ha decidido por ¨¦l.
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