El Partido Republicano, en busca de la moderaci¨®n perdida
Los conservadores llegan a su Convenci¨®n con la intenci¨®n de recuperar su imagen de formaci¨®n mayoritaria y confiable en la labor de gobierno tras tres a?os bajo el control del Tea Party
Los republicanos llegan a su Convenci¨®n de Tampa con la misi¨®n de recuperar su imagen de partido mayoritario y confiable en la labor de gobierno, cualidades perdidas despu¨¦s de tres a?os bajo el control del populismo y el extremismo ideol¨®gico del Tea Party y sus aliados religiosos. El candidato presidencial, Mitt Romney, tratar¨¢ de unir fuerzas y reconciliar los intereses de las distintas facciones con el objetivo de enviar un mensaje integrador y lo suficientemente centrista como para obtener la victoria en noviembre.
Una convenci¨®n es una especie de di¨¢logo que los dos grandes partidos pol¨ªticos de Estados Unidos sostienen cada cuatro a?os con la sociedad, una oportunidad de oro para asentar una posici¨®n ante los votantes. Eso era m¨¢s evidente en el pasado, cuando las televisiones dedicaban varias horas diarias a la cobertura en directo de los actos y no hab¨ªa manera de distraer la atenci¨®n hacia otros acontecimientos. Hoy las televisiones, movidas por otras prioridades m¨¢s comerciales, han reducido dr¨¢sticamente el tiempo que prestan a la convenciones, y el p¨²blico est¨¢ preocupado por otras muchas cosas de su inter¨¦s.
A¨²n as¨ª, no existe a¨²n otro mecanismo de semejante valor para que los partidos transmitan a los ciudadanos su estado de salud pol¨ªtica y sus propuestas de futuro. Las convenciones miden el punto en el que se encuentra un partido y reflejan su debate interno. Cuando, en los a?os sesenta, el Partido Dem¨®crata viv¨ªa en su seno las turbulencias de la ¨¦poca, las convenciones eran tormentosas y pol¨¦micas. Cuando el Partido Republicano, en los a?os ochenta, disfrutaba del ¨¦xito imperial de Ronald Reagan, sus convenciones eran una celebraci¨®n de dimensi¨®n nacional.
El Partido Republicano que llega a Tampa es el producto de varios a?os en los que los dirigentes tradicionales, el viejo establishment, han sido barridos por la furia revolucionaria del Tea Party, a cuya sombra triunfaron los j¨®venes turcos que actualmente dominan en el Congreso e imponen el discurso del partido.
Las convenciones miden el punto en el que se encuentra un partido y reflejan su debate interno
Quedan algunas figuras que, con car¨¢cter testimonial, tomar¨¢n la palabra en la convenci¨®n, dentro de ese intento de Romney de sumar todo lo posible. Hablar¨¢n los dos expresidentes Bush, aunque el ¨²ltimo de ellos lo har¨¢ solo por v¨ªdeo. Tambi¨¦n intervendr¨¢ Condoleezza Rice, en un esfuerzo destinado m¨¢s bien a ense?ar rostros femeninos y negros, y se escuchar¨¢, como es de rigor, al l¨ªder en el Senado, Mitch Mcconnell, y en la C¨¢mara de Representantes, John Boehner. Pero ninguno de ellos son la representaci¨®n del Partido Republicano actual.
Los hombres fuertes de esta convenci¨®n son otros. Son figuras como el gobernador de Virginia, Bob McDonnell, que ha presidido la elaboraci¨®n del programa electoral del partido y que alcanz¨® notoriedad hace pocos meses en su empe?o de obligar a las mujeres a someterse a pruebas m¨¦dicas muy invasivas antes de autorizar un aborto. Figuras como Chris Christie, el gobernador de New Jersey, un halc¨®n en la reducci¨®n del gasto p¨²blico, o como Nikki Haley, la joven gobernadora de Carolina del Sur, y Rand Paul, el senador por Kentucky, dos estrellas del Tea Party. Y, desde luego, el candidato a la vicepresidencia, Paul Ryan, el hombre que en estos momentos representa mejor la causa contra el d¨¦ficit fiscal y el personaje con m¨¢s proyecci¨®n de toda la derecha norteamericana.
Est¨¢ invitado Jeb Bush, un moderado que ha reclamado una apertura del partido a ideas m¨¢s centristas, pero la hora estelar de ese d¨ªa y el mensaje principal se le reserva a Marco Rubio, tambi¨¦n alimentado por la teta del Tea Party y al que ahora se le encomienda, junto con la gobernadora de New M¨¦xico, Susana Mart¨ªnez, la tarea de conseguir los votos de los hispanos.
Los j¨®venes turcos que actualmente dominan en el Congreso e imponen el discurso del partido triunfaron a la sombra del Tea Party
El alejamiento del Partido Republicano de esa comunidad es, adem¨¢s de la p¨¦rdida del voto femenino ¡ª60% de Barack Obama frente a 31% de Romney en una encuesta de NBC que pregunta qui¨¦n es m¨¢s sensible a los problemas de las mujeres¡ª, la mejor prueba de la marginalidad en la que est¨¢ cayendo esa fuerza pol¨ªtica. Crecientemente vinculados a los sectores de la poblaci¨®n masculina y blanca, fundamentalmente rural, que defiende a ultranza las armas, profesa fan¨¢ticamente su religi¨®n y rechaza los progresos cient¨ªficos y tecnol¨®gicos, los republicanos se van convirtiendo cada d¨ªa en un partido m¨¢s minoritario y exclusivo.
La radicalizaci¨®n de su mensaje y de sus m¨¦todos ¡ªsu posici¨®n sobre el aborto y la diseminaci¨®n de dudas sobre el pa¨ªs de nacimiento de Obama son dos ejemplos¡ª los ha convertido tambi¨¦n en un partido que despierta temores entre la poblaci¨®n m¨¢s centrista a la hora de otorgarle la responsabilidad de gobernar. Una prueba de ello es la pol¨ªtica exterior, un ¨¢rea en la que se requiere m¨¢s solvencia y prudencia.
No va a ser f¨¢cil para Romney superar todo el da?o causado por el radicalismo durante este tiempo
Durante d¨¦cadas, pr¨¢cticamente durante todo el periodo posterior a la guerra de Vietnam, el Partido Dem¨®crata fue visto como el bando de las palomas, mientras que el Partido Republicano garantizaba una posici¨®n fuerte y segura de EE UU en el mundo. No es as¨ª en este momento. Obama aventaja a Romney en todas las encuestas en este apartado en un pa¨ªs que ahora teme que la demagogia republicana le lleve a m¨¢s guerras que no desea.
No va a ser f¨¢cil para Romney superar todo el da?o causado por el radicalismo durante este tiempo. En parte porque el estado de ¨¢nimo no es el de que el radicalismo haya perjudicado, sino que, al contrario, ha revitalizado al partido y le ha dado opciones de victoria solo cuatro a?os despu¨¦s de haber sido barrido por el hurac¨¢n Obama. En parte eso es cierto, el Tea Party ayud¨® a los republicanos a recuperar la mayor¨ªa en la C¨¢mara de Representantes y, m¨¢s importante, la confianza en s¨ª mismos. Pero para recuperar tambi¨¦n la Casa Blanca, el Partido Republicano necesita ahora cruzar la l¨ªnea hacia la mitad del pa¨ªs a la que ha repudiado y con la que se ha enemistado durante todos estos a?os.
Romney puede ser el hombre para hacerlo. Ya ha demostrado que no le cuesta cambiar de postura y que sabe convivir con sus rivales ¨Clo demostr¨® en Massachusetts-. Hay que ver si el Partido Republicano le deja hacerlo.
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