La Convenci¨®n que no sirvi¨® a Romney
Clint Eastwood y Paul Ryan le robaron el show al candidato del Partido Republicano
En solo unos meses el partido republicano ha pasado del cualquiera menos Romney al Mitt-Ryan, pong¨¢moslos al frente, que disputar¨¢ a Barack Obama y Joseph Biden la presidencia de Estados Unidos en noviembre. Era lo m¨ªnimo que cab¨ªa esperar de una Convenci¨®n celebrada en Tampa (Florida): que se esforzara en presentar un frente unido, para tener alguna posibilidad de derrotar al ocupante dem¨®crata de la Casa Blanca.
Son estas unas elecciones en las que por primera vez en la historia el partido republicano no tendr¨¢ ning¨²n candidato de confesi¨®n reformada: Mitt Romney es morm¨®n, de una Iglesia fundada en el siglo XIX, a la que no todos siquiera consideran cristiana, y su compa?ero de f¨®rmula, Paul Ryan, es cat¨®lico. El ticket dem¨®crata est¨¢ formado, a su vez, por el presidente Obama, el ¨²nico protestante que competir¨¢ el 6 de noviembre, y Joseph Biden, que como Ryan profesa la fe de Roma. As¨ª es como se enfrentan tres minor¨ªas por el favor electoral: el mormonismo, que agrupa a 12 millones de 320 millones de norteamericanos; la poblaci¨®n de color, que con un 11% del total pasa de los 35 millones; y el catolicismo, 24% del pa¨ªs, o unos 80 millones de fieles. Las tres precisan del apoyo de la mayor¨ªa protestante (51%) para obtener la presidencia.
Romney es un antiguo liberal que por el corrimiento de su partido a la derecha experimenta graves dificultades no ya para convencer al votante indeciso, sino a los propios republicanos, de que es parte tambi¨¦n del se¨ªsmo, y asume las creencias del liberalismo econ¨®mico m¨¢s desaforado, que amenaza con derogar las modestas reformas de Obama, y en particular su ley de Seguridad Social. Para contrarrestar la incredulidad que despierta el devoto morm¨®n se ha convocado a Ryan, veterano agente de tr¨¢fico de la C¨¢mara de Representantes, que se ha distinguido por proponer piezas legislativas de dif¨ªcil¨ªsima aprobaci¨®n por su radicalismo, y en ocasiones por su escaso sentido del rid¨ªculo, como cuando propuso que se recompensara econ¨®micamente a los pa¨ªses que adoptaran el d¨®lar como moneda. El representante por Wisconsin califica la ley de Seguridad Social de ¡°m¨¢s de 2.000 p¨¢ginas de reglas, recargos, impuestos y multas sin cabida en un pa¨ªs libre¡±.
La imprescindible fusi¨®n entre el converso Romney y el profeta Ryan quiere hacerse tomando como personalidad votiva al presidente Ronald Reagan (1980-88), el gran icono hist¨®rico de la derecha profunda. Pero a quien se parece de verdad la pareja republicana es a la candidatura de Barry Goldwater, devastada en 1964 por Lyndon B. Johnson, con un 65% de sufragios. Mitt Romney asisti¨® cuando solo ten¨ªa 17 a?os a la convenci¨®n republicana de aquel a?o, celebrada en San Francisco, acompa?ando a su padre George Romney, a la saz¨®n gobernador de Michigan, quien pele¨® con denuedo contra la candidatura de Goldwater, notablemente por la oposici¨®n de este a la legislaci¨®n de derechos civiles que supuso la emancipaci¨®n de la minor¨ªa negra. En contraste, Ryan, como lo califica John Nichols en The Nation, es un partidario ¡°de la guerra de clases¡±.
En Estados Unidos hay presidencias y presidentes, que no siempre reman en el mismo sentido. En unos casos el presidente se impone, y en otros, es el entourage de profesionales de la pol¨ªtica e ide¨®logos a tanto la docena, quien arrastra al presidente. Johnson fue de los primeros, y George W. Bush de los segundos. Y si ganara las elecciones el dueto republicano habr¨ªa grandes probabilidades de que se produjera una evoluci¨®n en este ¨²ltimo sentido, porque podr¨ªa duplicarse la victoria en ambas c¨¢maras, permiti¨¦ndolas legislar por presidente interpuesto mucho m¨¢s el mandato de Ryan que el de Romney, cualquiera que este sea, con el mayor giro a la derecha de la historia de Estados Unidos.
La Convenci¨®n no fue especialmente buena para Romney, puesto que no solo el aspirante a la vicepresidencia adquiri¨® un desmesurado protagonismo como ente pensante de la pareja, sino que el actor y director de cine de 82 a?os Clint Eastwood le rob¨® el show al candidato habl¨¢ndole a una silla vac¨ªa que hac¨ªa las veces de Obama. Para el televidente for¨¢neo, el soliloquio del cineasta podr¨ªa parecer la ebria manifestaci¨®n de un anciano, pero el p¨²blico nacional solo ve¨ªa a la mayor estrella que ha dado el cine desde John Wayne o Gary Cooper. Primero Paul Ryan y, sobre todo, el pistolero retirado de Unforgiven, se quedaron con la Convenci¨®n. Mitt Romney no ten¨ªa porqu¨¦ estarles agradecido.
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