El tiempo de los dem¨®cratas
El abrazo de Bill Clinton y Barack Obama en Charlotte fue la expresi¨®n perfecta de un partido actual
El arma secreta de la convenci¨®n republicana fue Clint Eastwood habl¨¢ndole a una silla vac¨ªa. El de la convenci¨®n dem¨®crata fue Bill Clinton, con un majestuoso discurso que dej¨® callados hasta a los comentaristas de Fox News.
Estados Unidos es hoy un pa¨ªs pol¨ªticamente muy polarizado en el que ni el mism¨ªsimo George Washington que saliera de la tumba convencer¨ªa a las bases republicanas de votar por un dem¨®crata. Es tambi¨¦n un pa¨ªs con agobios econ¨®micos que se reflejan en urgencias electorales. Todo ello, probablemente, har¨¢ incierto hasta el final el resultado de noviembre. Pero nada de eso niega el hecho de que lo mejor que ha encontrado el Partido Republicano para 2012 es un obispo morm¨®n y que su principal esperanza de futuro es un ide¨®logo extremista que propone eliminar el Estado del bienestar.
Frente a eso, el Partido Dem¨®crata est¨¢ exhibiendo en su convenci¨®n una pl¨¦yade de dirigentes para el presente y para el futuro que lo confirman como la fuerza pol¨ªtica de esta ¨¦poca. Los dem¨®cratas ya dominaron la escena norteamericana entre los a?os treinta y los a?os sesenta, en los que s¨®lo cedieron la Casa Blanca a Dwight Eisenhower, un h¨¦roe de la Segunda Guerra Mundial. Los republicanos fueron el partido mayoritario en las dos d¨¦cadas posteriores, dejando hueco ¨²nicamente a un presidente dem¨®crata, Jimmy Carter, por el tiempo suficiente para sanar las heridas del Watergate. Especialmente con Ronald Reagan, el Partido Republicano fue en un tiempo la expresi¨®n del sentimiento colectivo de la naci¨®n.
Este es el tiempo de los dem¨®cratas. La convenci¨®n no s¨®lo est¨¢ demostrando que tienen la energ¨ªa, la convicci¨®n y la sensibilidad social que a los republicanos les faltan, sino tambi¨¦n la unidad imprescindible para que un partido pol¨ªtico env¨ªe a la sociedad un mensaje claro. Bill Clinton dedic¨® en la noche del mi¨¦rcoles 50 minutos para explicarle a sus compatriotas hasta qu¨¦ punto Barack Obama es lo mejor que puede haberles ocurrido en su vida. Su equivalente en el Partido Republicano, George W. Bush, hizo en Tampa una breve comparecencia por v¨ªdeo con tan escaso entusiasmo en su respaldo al candidato como el reconocimiento que recibi¨® a cambio. Todas las emociones de esa convenci¨®n fueron para Reagan, muerto hace m¨¢s de ocho a?os. Exactamente lo mismo que ocurr¨ªa con John F. Kennedy en aquellas convenciones dem¨®cratas en las que se nominaba a Walter Mondale o Michael Dukakis.
El abrazo de Bill Clinton y Barack Obama en Charlotte fue la expresi¨®n perfecta de un partido actual. El p¨²blico vibr¨® con ellos por lo que han sido y tambi¨¦n por lo que son. Pero no solo fueron ellos. Incluso estando a miles de kil¨®metros de distancia, cumpliendo con su trabajo en Asia, la presencia de un Clinton en el podio serv¨ªa para recordar que a¨²n hay otro en la rec¨¢mara, Hillary. Y se descubri¨® a Juli¨¢n Castro. Y estaban Mark Warner y Martin O,Malley y Cory Booker. Y otros a los que la propia torpeza de los republicanos ha convertido en figuras, como Sandra Fluke, la estudiante de Georgetown humillada por defender los anticonceptivos, o la monja cat¨®lica Charlotte Keckler, que tuvo que ir a Charlotte a predicar algo tan com¨²n al viejo conservadurismo como la compasi¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.