Colombia espera el fin de su guerra
El Gobierno de Santos y las FARC emprenden el quinto intento para alcanzar la paz
Como un enfermo en cuidados intensivos que se resiste a morir, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) son la ¨²ltima guerrilla que sobrevive en Am¨¦rica Latina. Escondidos en sus campamentos y armados con fusiles, han visto desde la selva colombiana c¨®mo Sendero Luminoso fue derrotado en Per¨²; o c¨®mo sus pares de Nicaragua y El Salvador abandonaron las armas y lograron consolidar sus propios partidos pol¨ªticos.
Por 50 a?os, las FARC han estado convencidas de que llegar¨¢n al poder por las armas. ¡°El ¨²nico pa¨ªs que no pudo vencer a las guerrillas en el siglo XX fue Colombia por dos razones: porque el establishment colombiano no fue capaz de ganar la guerra, y porque el virus del narcotr¨¢fico la mantuvo durante a?os¡±, asegura el analista pol¨ªtico Jairo Libreros.
Las FARC han secuestrado pol¨ªticos, militares y civiles colombianos. Se han involucrado en el narcotr¨¢fico, han puesto bombas en pueblos y ciudades, han masacrado, torturado y desaparecido gente en nombre de la revoluci¨®n. Desde 1982, han hablado con cuatro gobiernos distintos para firmar la paz e intentaron trascender a la pol¨ªtica con la Uni¨®n Patri¨®tica, pero fueron aniquilados por la extrema derecha, que emprendi¨® una ola de asesinatos en su contra. Todo se fue al traste.
Ahora, por quinta vez, se sientan en la mesa de negociaci¨®n. Con Rodrigo Londo?o, alias Timochenko a la cabeza, las FARC intentar¨¢n negociar con el presidente Juan Manuel Santos, quien lleg¨® al cargo en agosto de 2010 con la promesa de una ¡°prosperidad democr¨¢tica¡± para los colombianos sobre ¡°cinco locomotoras de la econom¨ªa¡±: el agro, la infraestructura, la innovaci¨®n, la vivienda y la miner¨ªa. Jam¨¢s habl¨® de firmar la paz.
Por eso fue una sorpresa que, la semana pasada, en una breve alocuci¨®n radiotelevisada, Santos revelara su secreto mejor guardado desde que lleg¨® a la Casa de Nari?o: el Gobierno ha mantenido conversaciones durante seis meses con las FARC en Cuba y han ultimado un primer acuerdo sobre el que se sentar¨¢n a hablar el pr¨®ximo 8 de octubre en Oslo.
Colombia apenas si pod¨ªa creer la noticia. El pa¨ªs se hab¨ªa acostumbrado a la mano dura del presidente ?lvaro Uribe (2002- 2010), que hab¨ªa logrado resultados nunca vistos. Durante operativos militares muri¨® en marzo de 2008 Ra¨²l Reyes, comandante de las FARC. En una maniobra in¨¦dita, el Ej¨¦rcito rescat¨® en el mismo a?o a la excandidata presidencial Ingrid Betancourt, a tres estadounidenses y a 11 polic¨ªas y militares que llevaban hasta 10 a?os sin ver a sus familias.
La agenda a discutir en Oslo
Bastaron 18 minutos en radio y televisi¨®n para que el pasado 3 de septiembre los colombianos tomaran una bocanada de optimismo cuando el presidente Juan Manuel Santos, acompa?ado de sus ministros y la c¨²pula militar, explic¨® los cinco puntos de la agenda que hab¨ªa firmado con Timochenko, sin tregua previa, y que ser¨¢ discutida en Oslo.
Esos cinco puntos sobre los que hablar¨¢n guerrilla y Gobierno son: desarrollo rural, es decir, la posibilidad de una democratizaci¨®n de la tierra y llevar el desarrollo a los campos. Segundo, la participaci¨®n en pol¨ªtica de los nuevos movimientos que surjan tras las negociaciones. Tercero, el fin del conflicto, quiz¨¢ el tema m¨¢s sensible, pues las FARC ya han dicho que pedir¨¢n un cese al fuego bilateral tan pronto se sienten a la mesa en Noruega, pero el presidente Santos ya les ha dicho que solo se conseguir¨¢ al terminar los di¨¢logos. El cuarto punto tiene que ver con el fin del narcotr¨¢fico que la guerrilla utiliza como v¨ªa de financiaci¨®n y, por ¨²ltimo, las v¨ªctimas de la guerra. ¡°Todos los colombianos queremos saber qu¨¦ pas¨®, qui¨¦nes fueron los responsables de esta violencia¡±, afirm¨® Santos.
Editorialistas, columnistas, l¨ªderes de opini¨®n y varios medios de comunicaci¨®n han respaldado al Gobierno y, con moderado optimismo, aplaudieron incluso las palabras de Timochenko, quien asegur¨® que no se parar¨¢n de la mesa ¡°hasta no llegar a un acuerdo¡±.
Muchos colombianos, que antes de Uribe tem¨ªan salir a las carreteras por temor a un ret¨¦n guerrillero, en este tiempo tomaron sus coches gracias a la sensaci¨®n de seguridad que inyect¨® la Pol¨ªtica de Seguridad Democr¨¢tica. Los secuestros, el delito que m¨¢s trauma ha generado a este pa¨ªs, bajaron un 83% y la econom¨ªa creci¨® un 7,4%, por encima de la media latinoamericana (5,5%).
Santos, ministro de Defensa durante el Gobierno de Uribe, retom¨® la bandera de la seguridad para su campa?a presidencial. El actual presidente gan¨® las elecciones al tiempo en que el Ej¨¦rcito logr¨® la muerte de uno de los l¨ªderes m¨ªticos de las FARC, Mono Jojoy. M¨¢s tarde, en noviembre de 2011 se anotaron otro resultado sin precedentes: la muerte del m¨¢ximo jefe de la guerrilla, Alfonso Cano.
Con unos 9.000 hombres en armas (hace 10 a?os alcanzaron a ser casi 22.000), en notoria desventaja militar y con un rechazo general tanto en Colombia como en el extranjero, la guerrilla decidi¨® liberar hace cinco meses a los ¨²ltimos 10 polic¨ªas y militares que ten¨ªan en su poder que llevaban secuestrados hasta 12 a?os. Adem¨¢s, prometieron que jam¨¢s volver¨ªan a secuestrar a un civil, por quienes antes cobraban millonarias extorsiones a sus familias para su financiaci¨®n.
Por su parte, el Gobierno de Santos ha firmado desde agosto de 2010 una Ley de Tierras, una Ley de V¨ªctimas y un marco jur¨ªdico para la paz previendo la posible desmovilizaci¨®n de la guerrilla, lo que le vali¨® una pelea a muerte con su otrora mentor ?lvaro Uribe, el enemigo n¨²mero uno del di¨¢logo con las FARC. ¡°El problema es que as¨ª lleguen a un acuerdo, la guerrilla no quiere ir a la c¨¢rcel y han cometido cr¨ªmenes de lesa humanidad. As¨ª sea en 20 a?os, posiblemente tendr¨¢n que responder ante Corte Penal Internacional¡±, dice Rafael Guar¨ªn, ex viceministro de Defensa.
Con los vientos de cambio, otro que alz¨® la mano para sentarse a hablar con el Gobierno fue la guerrilla del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional, ELN. De ideolog¨ªa marxista-leninista, al igual que las FARC, el ELN est¨¢ pr¨¢cticamente aniquilado, con solamente unos 2.500 combatientes. ¡°Estamos abiertos a un di¨¢logo abierto y sin condiciones para comenzar a discutir los grandes problemas del pa¨ªs¡±, dijo en entrevista a Reuters Nicol¨¢s Rodr¨ªguez, alias Gabino, un guerrillero que lleva a?os peleando en el monte.
Aun as¨ª, los colombianos no olvidan la amarga experiencia que les dej¨® el ¨²ltimo proceso de paz en el Cagu¨¢n (1998-2002) bajo el Gobierno de Andr¨¦s Pastrana cuando esta guerrilla se convirti¨® en el estado local en una zona desmilitarizada de cuatro departamentos del tama?o de Suiza, mientras en el resto del pa¨ªs ocurri¨® una de las peores etapas del conflicto en mucho tiempo. Aunque el de ahora parece ser un acuerdo diferente porque no habr¨¢ despeje militar, dialogar¨¢n a puerta cerrada y lo har¨¢n en otro pa¨ªs, que las FARC hayan dicho en La Habana que ya no tienen secuestrados deja muchas dudas.
Clara Rojas, secuestrada por las FARC durante seis a?os y directora de la fundaci¨®n Pa¨ªs Libre que lucha por las v¨ªctimas del secuestro, asegura que este a?o se han registrado 10 secuestros atribuidos a la guerrilla y, en los ¨²ltimos 10 a?os, 400 personas han sido plagiadas.
¡°Creo que si las FARC quieren un proceso verdadero de paz, deben recuperar la confianza de la gente", dice Rojas, secuestrada junto con Ingrid Betancourt en 2002. En cautiverio dio a luz a un ni?o que las FARC le quitaron a los meses de nacido. Hoy est¨¢ junto a ella.
Hay quienes creen que la guerrilla miente y que el presidente lo que est¨¢ buscando es asegurar su reelecci¨®n en dos a?os. El analista Francisco Guti¨¦rrez, de la Universidad Nacional de Colombia, opina que las FARC llegaron a los di¨¢logos con la intenci¨®n de canjear rehenes y por eso mientras el Gobierno incluy¨® entre sus principales negociadores a un militar radical, a un polic¨ªa y a un representante de empresarios, la guerrilla est¨¢ pidiendo que uno de los suyos sea Sim¨®n Trinidad, condenado en EE UU a 60 a?os de prisi¨®n por el secuestro de tres norteamericanos.
Colombia sabe que el camino no ser¨¢ f¨¢cil. Ya lo ha advertido el presidente y el pa¨ªs ha aprendido de tantos golpes en el pasado. A¨²n no se ha firmado la paz. Pero esta es una oportunidad de que las FARC y el gobierno, por fin, se sienten en una mesa y acaben esta guerra por las buenas.
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