El ¡®eje del Norte¡¯ de la Zona Euro afloja la presi¨®n
El aislamiento pol¨ªtico y el riesgo de ruptura del euro fuerzan a los 'halcones' de la UE a dar un respiro al Sur Las concesiones ofrecen argumentos a proyectos populistas
No son cruentas como las de Waterloo o Verd¨²n, pero las batallas que se est¨¢n librando a orillas del r¨ªo Meno ¡ªen Fr¨¢ncfort, sede del Banco Central Europeo¡ª y en Bruselas tambi¨¦n parecen destinadas a marcar la historia de Europa durante bastante tiempo.
La crisis del euro no solo afecta hoy, directamente, a la vida de decenas de millones de ciudadanos; tambi¨¦n est¨¢ creando nuevos equilibrios y alianzas pol¨ªticas en el continente, de los que en cierta medida depende la forma que asumir¨¢ la Uni¨®n Europea al t¨¦rmino de esta dolorosa fase de metamorfosis. En este nuevo cuadro, Alemania ha sido m¨¢s dominante que nunca desde la creaci¨®n de la UE. Pero, se?alan varios analistas, tambi¨¦n est¨¢ cada vez m¨¢s aislada, y su soledad limita su capacidad de dirigir.
En menos de un a?o, mucho ha cambiado: el ascenso de Fran?ois Hollande rompi¨® la inquebrantable adhesi¨®n de la Francia de Sarkozy a las pol¨ªticas de Merkel; el prestigio de Mario Monti ha inyectado vigor y autonom¨ªa a la pol¨ªtica italiana; y, tras su inicial firme alineaci¨®n con Berl¨ªn, el Gobierno de Mariano Rajoy se ha metido en la estela de las reivindicaciones italianas.
As¨ª, al otro metaf¨®rico lado del Meno, Alemania ha quedado acompa?ada solo por Holanda, Austria y Finlandia, pa¨ªses con intereses convergentes a los alemanes y alta cualificaci¨®n de solvencia, pero con un peso econ¨®mico-pol¨ªtico reducido. Hasta hace poco, el grupo opuso una firme resistencia a las reivindicaciones de los perif¨¦ricos. Pero la cumbre de junio ¡ªque autoriz¨® que los fondos de rescate europeos puedan comprar bonos de deuda¡ª y las ¨²ltimas maniobras del BCE representan claras concesiones por parte de ese bloque.
¡°No hay duda de que los a?os de crisis han tenido un impacto pol¨ªtico enorme, cambiando mucho los equilibrios. Por primera vez, Alemania est¨¢ en una posici¨®n abiertamente dominante¡±, comenta Simon Tilford, economista jefe del Centre for European Reform. ¡°Pero su posici¨®n pol¨ªtica no es tan fuerte como parece. Porque se encuentra aislada. Y porque, de todas formas, por razones pol¨ªticas y econ¨®micas, no puede permitirse la ruptura del euro. Los italianos, sobre todo, se han dado cuenta de que en el actual debate la aparente relaci¨®n de fuerza entre pa¨ªses del norte y perif¨¦ricos no es exactamente como parece, y est¨¢n pugnando para impulsar un viraje pol¨ªtico¡±. La nueva actitud de Francia ha dado alas a ese impulso.
Sea por aislamiento pol¨ªtico o por convicci¨®n de que la zona euro estaba a un paso del colapso, el ¡®eje del Norte¡¯ est¨¢ haciendo concesiones. Ello ofrece ahora un respiro a los perif¨¦ricos, pero no significa que el nudo gordiano est¨¦ resuelto. En primer lugar, la divergencia de los intereses econ¨®micos de los grupos sigue de pie, y los acreedores seguir¨¢n apretando para imponer condiciones a los deudores. En segundo, como se?ala en un intercambio de correos electr¨®nicos Iain Begg, profesor del departamento de Estudios Europeos de la London School of Economics, ¡°es cierto que se han forjado nuevas alianzas en Europa, pero es improbable que sean duraderas¡±. En cualquier caso, cambios en la arquitectura constitucional de la UE requieren unanimidad y son impensables sin la plena aceptaci¨®n alemana. Y en tercer lugar, la b¨²squeda de soluciones pragm¨¢ticas a la crisis es obstaculizada por la lectura moral y populista que a menudo se ha hecho de la crisis.
¡°Pol¨ªticos y medios del norte han construido un relato simplista y moralista de la crisis, estigmatizando los presuntos derrochadores irresponsables del sur. En realidad, todo es mucho m¨¢s complejo. Ahora ser¨¢ dif¨ªcil para los gobernantes convencer a sus electores de la necesidad de ciertas concesiones¡±, sostiene Tilford.
Jan Sundberg, polit¨®logo de la universidad de Helsinki, coincide. ¡°S¨ª, la vieja moral protestante ha desempe?ado un papel importante en todo esto, y los pol¨ªticos populistas la han aprovechado. Esto limita el margen de maniobra de los gobernantes, para los que cada concesi¨®n equivale a ofrecer el pecho a los disparos populistas. Har¨¢ falta mucha valent¨ªa pol¨ªtica¡±. El problema est¨¢ enraizado. Varios partidos populistas han cosechado notables resultados en los ¨²ltimos a?os, y la desconfianza rec¨ªproca entre pa¨ªses y hacia las instituciones europeas ha crecido, como se?alan estudios del Pew Center y del Eurobar¨®metro.
En Holanda, que celebra elecciones generales el pr¨®ximo d¨ªa 12, el euroescepticismo ha sido un eje fundamental de la campa?a. Para frenar el sentimiento antieuropeo, Mario Monti propuso este s¨¢bado al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, celebrar una cumbre extraordinaria. Este acept¨® la propuesta.
En Alemania, pese al respaldo expl¨ªcito tanto de la canciller, Angela Merkel, como de su ministro de Hacienda, Wolgang Sch?uble, la intervenci¨®n del BCE anunciada el jueves despierta dudas. Merkel ha insistido para justificarla en que ¡°estar¨¢ sujeta a condiciones estrictas¡±, posiblemente la intervenci¨®n del Fondo Monetario Internacional, como han sugerido fuentes del BCE y el Gobierno alem¨¢n no descarta. Pero el escepticismo en el pa¨ªs sigue profundo.
La postura de importantes medios refleja el clima de fondo. Como viene siendo costumbre, el populista Bild (¡°Cheque en blanco para los pa¨ªses endeudados¡±) y el conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ) cargan las tintas contra la medida. Pero el descontento alcanza tambi¨¦n a medios como el S¨¹ddeutsche Zeitung, un diario de izquierda liberal que ha atacado con dureza a Mario Draghi, presidente del BCE, sugiriendo que los alemanes est¨¢n cerca de echarse ¡°a las barricadas¡±.
El FAZ daba el viernes una pista para entender el escepticismo. Italia, cuentan sus p¨¢ginas de Econom¨ªa, ¡°s¨®lo ha cumplido uno de los siete requisitos¡± que el BCE le impuso en 2011 a cambio de comprar su deuda. Ni siquiera la ca¨ªda del entonces primer ministro Silvio Berlusconi sirvi¨® para impulsar las reformas. En la resistencia a la compra ilimitada de deuda por parte del BCE no se esconde s¨®lo la ortodoxia monetaria del Banco Central (Bundesbank) y su jefe Jens Weidmann, el ¨²nico que vot¨® en contra de la nueva iniciativa del BCE. Tampoco ¨²nicamente el miedo abstracto a una inflaci¨®n que no tiene por qu¨¦ llegar a desatarse. La mayor¨ªa de los analistas fundamentan su escepticismo emp¨ªricamente: si las compras de bonos espa?oles e italianos entre verano de 2011 y el mes de marzo no ataj¨® la crisis ni anim¨® las reformas, poco permite suponer que una nueva intervenci¨®n del BCE vaya a encontrar m¨¢s ¨¦xito.
La tibia bendici¨®n de la canciller a la compra de bonos es un giro dif¨ªcilmente previsible hasta hace un mes. Pero Merkel ya dio en el pasado otros volantazos dr¨¢sticos, como el que le llev¨® a ordenar el cierre escalonado de las centrales nucleares alemanas pocos meses despu¨¦s de haber aprobado la ampliaci¨®n de su vida ¨²til (y poco antes de comicios regionales clave). Ahora, Merkel y Sch?uble no quieren arriesgarse a que los sobresaltos en la crisis de deuda agr¨ªen la campa?a de las elecciones de septiembre de 2013. En sus c¨¢lculos, los furibundos ataques medi¨¢ticos y las pataletas de dirigentes liberales o de barones regionales b¨¢varos bien valen unos meses de calma en la crisis.
Los Gobiernos de Holanda, Finlandia y Austria parecen acompa?ar el giro. Ninguno de ellos vot¨® en contra en el BCE. Pero pese a los avances, la batalla entre intereses divergentes previsiblemente seguir¨¢ siendo dur¨ªsima en la UE, cuyo gran m¨¦rito ¡ªsu raz¨®n de ser¡ª es que esta vez se libre con palabras, en despachos.
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