Islas Senkaku: ricas en recursos energ¨¦ticos y resentimientos patri¨®ticos
Las protestas antijaponesas que desde hace semanas tienen lugar por las calles de las principales ciudades chinas han sido calificadas por la prensa japonesa como las de mayor envergadura y violencia desde que ambos pa¨ªses normalizaron sus relaciones en 1972. Tras la imagen de miles de manifestantes chinos lanzando objetos contra la embajada japonesa en Pek¨ªn, observamos una confluencia de acontecimientos que en los ¨²ltimos d¨ªas no han hecho m¨¢s que empeorar unas, ya de por s¨ª, tensas y complejas relaciones bilaterales.
El conflicto se desat¨® el pasado d¨ªa 8 cuando la Guardia Costera de Jap¨®n detuvo a un capit¨¢n chino cuyo nav¨ªo se hab¨ªa adentrado en aguas de las Islas Senkaku, un pu?ado de islas y pe?ones deshabitados situados en el Mar de China Meridional y cuya soberan¨ªa es reclamada desde hace d¨¦cadas por Pek¨ªn, Tokio y Taip¨¦i. Al cabo de tres d¨ªas, el gobierno centrista del Partido Democr¨¢tico de Jap¨®n, presionado por grupos ultranacionalistas que amenazaban con comprar las islas a sus leg¨ªtimos propietarios para realizar actividades ¡°patri¨®ticas¡±, hac¨ªa p¨²blica la decisi¨®n de adquirir las islas y nacionalizarlas. La medida, tomada con la intenci¨®n de preservar el status quo y evitar una escalada de la violencia entre ambos pa¨ªses, ha provocado precisamente el efecto contrario en la sociedad china. Para aderezarlo, el pasado martes se conmemoraba el 81? aniversario de la invasi¨®n del norte de China por parte de la armada imperial japonesa, un per¨ªodo recordado con humillaci¨®n en la memoria colectiva china.
Con todo, ante unas manifestaciones que los analistas han denunciado por haber sido, cuanto menos, manipuladas por el gobierno chino y provocadas por los grupos nacionalistas japoneses, muchos se preguntan cu¨¢l es el origen y cu¨¢les son los intereses en juego para que un pu?ado de rocas enturbien las relaciones de los dos actores m¨¢s poderosos del este asi¨¢tico.
Por lo que se refiere a la g¨¦nesis del conflicto, las islas Senkaku (llamadas Diaoyu por los chinos) fueron incorporadas como terra nullius a finales del siglo XIX a la Prefectura Okinawa y desde entonces el estado japon¨¦s ha ejercido la autoridad y control sobre las islas. Tras la Segunda Guerra Mundial, las Senkaku pasaron a ser administradas directamente por los estadounidenses, quienes ostentaron la soberan¨ªa del archipi¨¦lago de Okinawa. Sin embargo, justo antes de la devoluci¨®n del archipi¨¦lago a las autoridades niponas, en 1968 un ¨®rgano de las Naciones Unidas public¨® un informe que pon¨ªa al descubierto la existencia de importantes reservas de gas y petr¨®leo alrededor de los islotes. Al cabo de pocos meses, tanto China como Taiw¨¢n reclamaron la jurisdicci¨®n territorial sobre las islas ampar¨¢ndose en el argumento que las islas hab¨ªan pertenecido al imperio chino desde el siglo XIV.
Las islas se han convertido en un catalizador de los grupos m¨¢s nacionalistas en ambas orillas
Desde entonces China y Jap¨®n se encuentran enzarzados en una disputa sobre la soberan¨ªa de unas islas que ambos consideran fundamentales para sus intereses geopol¨ªticos. Adem¨¢s de los argumentos hist¨®ricos sobre la soberan¨ªa de los islotes, existe un litigio sobre la delimitaci¨®n de la Zona Econ¨®mica Exclusiva, una franja mar¨ªtima de 200 millas marinas sobre la cual los Estados tienen derechos especiales de explotaci¨®n y de uso de recursos mar¨ªtimos, eso es, gas, petr¨®leo y pesca.
Sin embargo, aparte del enorme potencial econ¨®mico que representan las Senkaku para dos superpotencias econ¨®micas ¨¢vidas de recursos, las islas se han convertido en un catalizador de los grupos m¨¢s nacionalistas en ambas orillas. Por una parte, el gobierno chino inici¨® en 1994 una serie de campa?as para legitimar el poder del Partido Comunista basadas en el vertiginoso crecimiento econ¨®mico y en un nacionalismo que implica, a la postre, una pol¨ªtica exterior china cada vez m¨¢s asertiva. En medio de la lucha de poder entre las diferentes facciones en el seno del Partido Comunista para situar al candidato que debe substituir al presidente Chino Hu Jintao, el conflicto de Senkaku es interpretado como el golpe de efecto que lleve al poder a la facci¨®n dominante. Por otra parte, los grupos nacionalistas japoneses, algunos con ramificaciones en el gobierno, han lanzado una serie de campa?as de reivindicaci¨®n patri¨®tica y ¡°normalizaci¨®n¡± de Jap¨®n como actor principal del sistema que en Pequ¨ªn se percibe como la voluntad de Tokio de convertirse en una potencia hegem¨®nica. Como colof¨®n, con unos ¨ªndices de popularidad por los suelos, y ante la posibilidad de adelantar las elecciones parlamentarias en los pr¨®ximos meses, el primer ministro Yoshihiko Noda est¨¢ utilizando el conflicto para lograr el apoyo de sus ciudadanos y remontar en unas encuestas que no le son favorables.
Ning¨²n elemento indica que en los pr¨®ximos meses se vaya a producir un conflicto armado entre ambos pa¨ªses
Finalmente, el choque entre los dos pa¨ªses por la cuesti¨®n de las Senkaku debe ser interpretado en su dimensi¨®n regional. Las islas no solamente son un elemento central e irrenunciable de la soberan¨ªa de ambos pa¨ªses, sino que son especialmente relevantes para los intereses geopol¨ªticos de los Estados Unidos en la regi¨®n de Asia Pac¨ªfico. Ante la posibilidad de un conflicto entre Jap¨®n y China, la alianza de seguridad entre Tokio y Washington se antoja como fundamental para la seguridad de ambos pa¨ªses. Para Jap¨®n el paraguas nuclear norteamericano es la mejor seguridad para su territorio; para Estados Unidos, Jap¨®n, cuyo pa¨ªs alberga una de las m¨¢s importantes bases militares en Asia Pac¨ªfico, continua siendo la pieza fundamental en la que se basa su estrategia de seguridad en la zona.
Sin embargo, a pesar de la contundencia de las declaraciones, la escenificaci¨®n del conflicto ha seguido estos d¨ªas unos patrones de comportamiento similares a los anteriores altercados por las islas. Por lo general, grupos ultranacionalistas japoneses inician actividades controvertidas en las islas Senkaku que generan ira e indignaci¨®n en la sociedad china. Tras un vaiv¨¦n de declaraciones entre ambos gobiernos, en Pek¨ªn y en Tokio se producen manifestaciones de diferentes intensidades pero en las que sus ciudadanos muestran su sentimiento patri¨®tico. Finalmente, y ante el miedo que dichas protestas produzcan un efecto bola de nieve, ambos gobiernos tratan de minimizar el da?o ocasionado en las relaciones chino-japonesas y apelan a sus excelentes relaciones comerciales, poniendo fin moment¨¢neamente al litigio. En efecto, ning¨²n elemento indica que en los pr¨®ximos meses se vaya a producir un conflicto armado entre ambos pa¨ªses. Despu¨¦s de todo, la enorme interdependencia y complementariedad entre dos econom¨ªas que se necesitan una de la otra para preservar su prosperidad es la mejor garant¨ªa para que Jap¨®n y China est¨¦n obligadas a entenderse.
Lluc L¨®pez i Vidal es profesor de Relaciones Internaciones y Ciencia Pol¨ªtica de la Universitat Oberta de Catalunya
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