Vientos de revancha india en Florida
La multimillonaria tribu de los seminolas echa de sus terrenos al norte de Miami a un grupo de inquilinos de casas m¨®viles para expandir sus viviendas
Tampoco los indios son todos iguales. Ni en el siglo XXI. No es lo mismo ser mapuche en la Araucan¨ªa chilena o pertenecer a tantas otras tribus amenazadas por toda Am¨¦rica, que ser superviviente seminola en la Florida estadounidense. Mientras unos siguen reivindicando sus tierras ancestrales, otros echan a los blancos. Es la curiosa revancha hist¨®rica en el gran imperio que les fue arrebatado. Los seminolas, la tribu m¨¢s multimillonaria gracias al negocio de los casinos, acaban de anunciar a un grupo de residentes de casas m¨®viles en uno de sus terrenos al norte de Miami que no podr¨¢n seguir alquilados en 2013. Les echan. La raz¨®n esgrimida es que necesitan el espacio para construir viviendas donde alojar a miembros de su comunidad que viven c¨®modamente con el reparto de los beneficios del juego. Son poco m¨¢s de 4.000 supervivientes. Los tiempos cambian, la familia aumenta y el poder siempre manda. Ahora, ejercen su poder absoluto en una de las zonas reserva que el gobierno les cedi¨® tras serles arrebatadas sus tierras primitivas.
?Los inquilinos blancos de la ciudad de Hollywood floridana, en el Condado de Broward, a unos 50 kil¨®metros de Miami, deber¨¢n poner fin a una parte de la pel¨ªcula de sus vidas. Abocados como un S¨¦ptimo de Caballer¨ªa incruento a la derrota 136 a?os despu¨¦s. Entonces, el torpe y arrogante general Custer cay¨® junto a dos centenares de soldados en Little Bighorn, en el Estado de Montana, a manos de los indios del norte. Ahora, los seminolas del sur provocan la desbandada moderna de civiles como ellos sufrieron durante dos siglos.
¡°Estamos perdiendo nuestras casas. Esto es abusar de los mayores. Los seminolas no los respetan¡± o ¡°la tribu seminola echa a los mayores ?qu¨¦ ignominia!¡±, rezaban dos pancartas exhibidas por mujeres en una de las manifestaciones de protesta que se han sucedido desde el anuncio. No solo era una dura y amarga queja sobre el desalojo que ser¨¢ efectivo el 30 de junio del a?o pr¨®ximo, sino una clara referencia al olvido de las tradiciones que tanto cuidan los indios. Pero otro de los afectados lo contest¨® inmediatamente: ¡°Nos echan por su codicia, no les importan otros viejos. S¨®lo los suyos¡±.
¡°Nos echan por su codicia¡± declar¨® una de las afectadas del desalojo
¡°La tribu seminola tiene m¨¢s terrenos ?Por qu¨¦ estos? Ay¨²dennos¡±, dec¨ªa otro arrendatario. ¡°Ni siquiera quieren comprarnos las casas a un precio justo. Valen mucho m¨¢s de los 3.000 d¨®lares que nos quieren dar¡±. Los due?os indios s¨®lo les van a dejar, hasta su marcha, la lavander¨ªa y los buzones de correos. El resto de servicios comunes, la piscina, el sal¨®n de reuniones y el gimnasio, ser¨¢n desmantelados. Finalmente, las casas. Parece todo un desquite despu¨¦s de tantas tiendas levantadas otrora, cuando las fuerzas eran a la inversa. Y, realmente, ellos estaban primero. Una flecha seminola acab¨® causando la muerte de Juan Ponce de Le¨®n, cuando lleg¨® a la Florida en busca de la Fuente de la Eterna Juventud. El a?o pr¨®ximo se cumplir¨¢n 500 a?os.
Los seminolas (lo mismo que sus vecinos de econom¨ªa menor, los miccosukees), poseen en Florida un aut¨¦ntico emporio de juego y diversi¨®n. Y como cualquier empresario que se precie de voraz no han estado exentos de pol¨¦micas y pasos procelosos. Maniobran a todos los niveles y ¨¦ste, en realidad, es un episodio tristemente menor en su desarrollo. Su guerra mayor est¨¢ entablada para no perder su privilegiada posici¨®n frente a los peligrosos competidores que acechan. No s¨®lo los casinos ya existentes, de mediano calado pero que han ido ganando cuotas de poder con el tiempo, sino, sobre todo, contra la sombra de un gigante.
La batalla por instalar un megacasino en el centro de Miami, al borde de la bah¨ªa de Vizcaya, curiosamente adonde arrib¨® Ponce de Le¨®n en 1513, contin¨²a. La empresa malaya Genting, que compr¨® los terrenos por 236 millones de d¨®lares, a¨²n intenta conseguir la v¨ªa libre estatal tras estrellarse antes del verano. Lo plantea ya a m¨¢s largo plazo, con un complejo hotelero inicial, pero siempre a golpe de talonario. Este a?o ha dado m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares para las campa?as pol¨ªticas, tanto republicanas como dem¨®cratas, mientras un ej¨¦rcito de cabilderos presiona en todos los frentes. Incluso su meta estar¨ªa en cambiar la Constituci¨®n estatal si hiciera falta. Mientras tanto, el grupo no pierde el tiempo y planea abrir otro casino en Bimini, la peque?a isla m¨¢s cercana de las Bahamas, donde no existen los problemas legales de Florida.
Los seminolas poseen en Florida un emporio de juego y diversi¨®n
No es extra?o, frente a todo ello, que los seminolas manejen incluso un Comit¨¦ de Acci¨®n Pol¨ªtica influyente para impedir la llegada de m¨¢s casinos a Florida y negociar con mayor poder sus derechos.
La tribu tiene en Hollywood y Tampa dos casinos-hoteles Hard Rock (marca que compraron en 2006 por casi 1.000 millones de d¨®lares), y otros cinco establecimientos para el juego en el resto de Florida. En el de Hollywood cant¨® el pasado fin de semana Julio Iglesias en medio de la rifa habitual del coche de relativo lujo, un premio-gancho como muchos que usa el casino con el m¨¢s alto nivel por el momento. All¨ª vivi¨® sus ¨²ltimas horas la exconejita Play Boy Anne Nicole Smith, cuya muerte en 2007 fue un esc¨¢ndalo mundial. Por ¨¦l han pasado grandes estrellas, ha dado conferencias Mijail Gorbachov y ahora las imparte Larry King. El poder de los seminolas se ha ido cimentando a?o a a?o con concesiones en el juego al estilo de Las Vegas que s¨®lo ellos han podido lograr en el Estado.
La mala conciencia blanca por la rapi?a de sus tierras ancestrales, y por tantas matanzas (hasta tres guerras seminolas, en 1817, 1835 y 1855), se ha ido pagando con prebendas, pero tambi¨¦n en derechos. Y, con ellos han llegado los intereses. Sin armas ni coraz¨®n los nuevos caseros echan a los viejos alquilados. La reconquista.
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