Decepci¨®n entre las bases dem¨®cratas tras el debate
Las sonrisas de los voluntarios desaparecieron al t¨¦rmino del cara a cara
Hamburguesa a cuatro d¨®lares y cerveza a dos, quiz¨¢s ese sea el mejor m¨¦todo para digerir el primer debate presidencial entre Barack Obama y Mitt Romney. Ese al menos fue el modo que escogieron los voluntarios de la campa?a del presidente de Estados Unidos y el resto de los asistentes que se congregaron en un bar de Bethesda (una localidad de clase media-alta, eminentemente dem¨®crata, al sur de Maryland) para presenciar el cara a cara entre ambos candidatos. Una dieta con la que los asistentes, apenas unas cincuenta personas, parecieron ahuyentar el sabor agridulce que les dejo el encuentro
Entre sorbo y bocado, los congregados, la mayor¨ªa j¨®venes de clase media, esa a la que ambos candidatos apelaron durante el debate, fueron haciendo comentarios ante las intervenciones de cada uno de los candidatos, aunque poco entusiastas y mucho menos de los que pod¨ªa esperarse de una reuni¨®n de simpatizantes dem¨®cratas. Es cierto que varios carteles en la sala exig¨ªan mantener el silencio durante las intervenciones de los aspirantes, pero esa no fue la causa principal de su relativo silencio. ¡°Obama ha estado dubitativo, tartamudeando, me ha decepcionado¡±, explicaba al t¨¦rmino del cara a cara Christine Carrera, una neoyorquina de 27 a?os de origen italiano que trabaja para el Gobierno.
Aunque al comienzo del debate todos los presentes contaban con encontrarse a un Romney agresivo ¡ª¡°El candidato republicano necesita marcar un touch down¡±, explicaba el farmac¨¦utico Evan Davis, gorra con el perfil de Obama calada en su cabeza entrecana, y su mujer Sandy, profesora de la Universidad de Maryland¡ª pocos de los presentes esperaba que el presidente no fuera a estar a la altura de los ataques. Aravind Pamula, comercial de 36 a?os de Bethesda, se mostraba convencido a las nueve de la noche de que Obama sacar¨ªa a relucir la experiencia al frente de la Casa Blanca adquirida en los ¨²ltimos cuatro a?os. Lo dec¨ªa con una gran sonrisa que, 90 minutos despu¨¦s, hab¨ªa desaparecido de su cara.
Dina Jackson, una activista afroamericana de 46 a?os y una de las que m¨¢s comentarios dej¨® escapar durante el debate, ten¨ªa sus propias razones para justificar la actuaci¨®n de Obama. ¡°El debate ha sido frustrante. El moderador [Jim Lehrer] nunca ha tenido el control, ha permitido que Romney le interrumpiera y que interrumpiera constantemente al presidente¡±, se quejaba. ¡°Romney podr¨¢ haber sido m¨¢s agresivo, pero eso no le otorga la vitola de ganador, yo sigo sin saber qu¨¦ quiere hacer de llegar a la Casa Blanca¡±, puntualiz¨®.
Aparte de los comentarios sarc¨¢sticos de Jackson, las pocas risas ir¨®nicas de los asistentes las logr¨® arrancar Romney cada vez que hac¨ªa alusi¨®n a su programa impositivo, pero las m¨¢s francas se escucharon en las escasas ocasiones en las que los candidatos parecieron olvidarse de su calculado guion para hacer acotaciones menos encorsetadas y m¨¢s espont¨¢neas.
Cuando el debate abandon¨® el terreno m¨¢s marcadamente econ¨®mico para adentrarse en el de la reforma sanitaria o la educaci¨®n, los asistentes a la ¡±fiesta debate¡± de Bethesda parecieron despertar del relativo letargo en el que les hab¨ªa sumido la discusi¨®n sobre impuestos y d¨¦ficit y la t¨ªmida respuesta de Obama a los embates de su oponente, aunque si hubiera habido un medidor de entusiasmo en la sala, el contador apenas se habr¨ªa movido mucho m¨¢s.
Al inicio del cara a cara, la mayor¨ªa de los asistentes estaba convencida de que los debates s¨ª serv¨ªan, de que eran capaces de variar la intenci¨®n de voto de los indecisos. Carrera incluso asegur¨® que a ella le gustaba verlos porque le ¡°encantaba el teatro¡±. Hora y media m¨¢s tarde, muchos ten¨ªan la sensaci¨®n de haber asistido a una amarga tragedia que, en su caso, sin embargo, no fue suficiente para variar su opini¨®n de cara al 6 de noviembre. ¡°Para m¨ª, el debate decisivo ser¨¢ el de los vicepresidentes¡±, comentaba uno de los asistentes sobre el que hab¨ªa sido el primer enfrentamiento presidencial que hab¨ªa presenciado. ¡°En econom¨ªa ambos defienden posturas similares, pero creo que Paul Ryan [n¨²mero dos republicano] representa la pol¨ªtica social del Partido Republicano y, en este sentido, me parece incoherente que, si en materia econ¨®mica los conservadores abogan por reducir la intervenci¨®n del Gobierno federal, no defiendan lo mismo en materias sociales¡±
Mirando a las caras y la actitud del medio centenar de personas reunidas en Bethesda para ver el primer debate, es dif¨ªcil dilucidar si estaban concentrados en las intervenciones, desconcertados ante las reacciones de Obama o simplemente aburridos. Eso s¨ª, la mayor¨ªa no se perder¨¢ el siguiente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.