Bosnia destruye otro puente
El cierre del Museo Nacional, fundado hace 124 a?os, se convierte en la ¨²ltima v¨ªctima del enfrentamiento entre las distintas comunidades culturales del pa¨ªs
¡°El Museo Nacional de Bosnia-Herzegovina ha sobrevivido a dos guerras mundiales y al conflicto yugoslavo de los a?os noventa. Pero no ha podido sobrevivir a la paz¡±. As¨ª de rotunda y de did¨¢ctica se ha mostrado Marica Filipovic, la subdirectora de esta instituci¨®n de Sarajevo, que fue fundada hace 124 a?os, para explicar el cierre del museo. Bosnia formaba parte en aquella ¨¦poca del Imperio austroh¨²ngaro, una potencia que, a pesar de sus debilidades, permiti¨® una relativa autonom¨ªa de los territorios bajo su dominio y extendi¨® la cultura y la modernidad en los pa¨ªses que administr¨®. Mucha agua y mucha sangre han corrido bajo los puentes bosnios desde aquella lejana fecha. Nunca mejor dicho lo de los puentes porque son el s¨ªmbolo de la convivencia, pero tambi¨¦n de la destrucci¨®n y del odio, en esta convulsa rep¨²blica de la antigua Yugoslavia. La mejor novela, el libro que retrata con m¨¢s lucidez el devenir bosnio, incluye tambi¨¦n la palabra puente en su t¨ªtulo. Un puente sobre el Drina, de Ivo Andric, el ¨²nico Premio Nobel yugoslavo, describe con una narraci¨®n coral los avatares de un pueblo de frontera entre Bosnia y Serbia y revela c¨®mo la historia se repite, una y otra vez, con la voladura de todo aquello que simbolice di¨¢logo, entendimiento y reconciliaci¨®n. Por unos y por otros.
Encrucijada de caminos, de religiones, de idiomas y hasta de alfabetos, la historia de Bosnia-Herzegovina est¨¢ salpicada de violencia con breves intervalos de paz y apenas unas escasas etapas de democracia. No se trata de una maldici¨®n de la Biblia o del Cor¨¢n, sino del drama de una geopol¨ªtica que ha condenado a este pa¨ªs a estar situado en primera l¨ªnea de fuego. O en Tierra de nadie, un magn¨ªfico t¨ªtulo para una magistral pel¨ªcula que obtuvo hace unos a?os el Oscar a la mejor pel¨ªcula extranjera. No resulta extra?o, pues, que con una frase ir¨®nica algunos expertos definan a Bosnia como el pa¨ªs de Europa con m¨¢s historiadores por metro cuadrado. As¨ª pues, la Historia con may¨²scula y las historias con min¨²sculas aparecen con obsesiva frecuencia y los agravios entre bosnio-musulmanes, croatas y serbios se trasladan de generaci¨®n en generaci¨®n de modo que cuando uno escucha hablar de venganza su interlocutor puede referirse a un conflicto reciente o al asesinato del archiduque en el Sarajevo de 1914. Por ello, aquellos que han defendido un pa¨ªs democr¨¢tico, multi¨¦tnico y multicultural se han visto condenados a un fuego cruzado.
Aquellos que han defendido un pa¨ªs democr¨¢tico y multicultural se han visto condenados al fuego cruzado
El cierre del Museo Nacional de Bosnia-Herzegovina ha sido justificado por razones presupuestarias, pero todo el mundo sabe que responde a excusas de mal pagador porque la desaparici¨®n de esta instituci¨®n viene a sumarse a la desaparici¨®n en los ¨²ltimos tiempos de todo centro cultural que aspire a una convivencia cultural que representa, en definitiva, la convivencia en su m¨¢xima expresi¨®n. Da a veces la impresi¨®n, la desoladora impresi¨®n, de que el invento de la Bosnia de la paz, posterior a los acuerdos de Dayton de 1995, se ha revelado como una quimera, como un delirio de ingenieros de la geopol¨ªtica. En resumen, que 17 a?os despu¨¦s del final de la guerra que cost¨® 200.000 muertos y cientos de miles de heridos y de refugiados, cuando ya ha crecido una generaci¨®n que no hab¨ªa nacido antes del conflicto b¨¦lico, el proyecto se ha roto. De hecho, el cierre del Museo Nacional es, ni m¨¢s ni menos, que el term¨®metro de la situaci¨®n. Testigos tantas veces mudos y en tantas ocasiones c¨®mplices, los ojos europeos se limitan a expedir certificados de defunci¨®n sin atajar las causas de los fallecimientos. As¨ª reza una conclusi¨®n de un reciente informe del Consejo Europeo: ¡°Despu¨¦s de la guerra los diferentes grupos culturales, que se definen a s¨ª mismos como naciones, han querido todos contar con sus propias instituciones culturales. Croatas y serbios han asegurado adem¨¢s que las instituciones existentes, todas ellas radicadas en Sarajevo, representan cada vez m¨¢s a los bosniacos o bosnio-musulmanes¡±. El diagn¨®stico est¨¢ claro. ?Y la receta?
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