?Dos Venezuelas?
Si Capriles y la MUD logran acallar los gritos de ¡°?fraude!¡± y vencer el abstencionismo, tendr¨¢n una nueva oportunidad en las elecciones regionales de diciembre
En la decepcionada marejada de lamentos de muchos votantes opositores venezolanos flota la noci¨®n de que el verdadero adversario de Henrique Capriles Radonski no ha sido Hugo Ch¨¢vez, sino un pueblo envilecido hasta la anestesia por las d¨¢divas de un caudillo instigador de resentimientos: un iluminado del odio social.
Es la ¨²nica explicaci¨®n que saben dar quienes desde el domingo han sucumbido a una rabiosa perplejidad ante el hecho de que los apagones consuetudinarios y el pavoroso y letal incendio de la refiner¨ªa de Amuay, por ejemplo, no hayan tenido, al parecer, ninguna consecuencia electoral favorable a Capriles en el Estado Falc¨®n, que sigue bajo control chavista.
O que la indetenible matanza de personas inocentes, v¨ªctimas de la violencia criminal en los populosos barrios pobres de las grandes ciudades venezolanas, tampoco parezca mover el voto de ¡°los de abajo¡± en direcci¨®n opositora.
Si atendi¨¦semos a algunas efusiones de las llamadas ¡°redes sociales¡±, si crey¨¦semos todos los ¡°trinos¡± que cierta oposici¨®n venezolana, cultora de la antipol¨ªtica, difunde en Twitter, podr¨ªamos pensar que el Gobierno de un petroestado populista, en una versi¨®n tan caudillesca y colectivista como lo es el chavismo, es electoralmente inexpugnable.
Quienes as¨ª piensan tienen, creo yo, s¨®lo en parte raz¨®n. Supuesto que un petroestado populista y clientelar como el nuestro ha dedicado d¨¦cadas ¡ªdesde mucho antes de la ¡°era Ch¨¢vez¡±, todo hay que decirlo¡ª, a sujetar; esto es: al asegurar la sujeci¨®n de gran parte del electorado por v¨ªa de la d¨¢diva, es l¨ªcito suponer que el jefe de un tal Estado no gobierna sobre ciudadanos, sino sobre s¨²bditos.
Del s¨²bdito no cabr¨ªa, pues, esperar actitud cr¨ªtica respecto de la ineptitud del gobernante, ni de sus abusos y, en consecuencia, mucho menos un voto en pro de un sistema de libertades en el que impere la alternabilidad del poder ejecutivo y la independencia del poder judicial. Para el s¨²bdito, tanto como para el aut¨®crata, cuanto m¨¢s estable y predecible sea el v¨ªnculo de la d¨¢diva, m¨¢s consolidado el r¨¦gimen autoritario y cualquier otra consideraci¨®n saldr¨ªa sobrando. Opino que pensar de ese modo s¨®lo halaga a la autocomplacencia moral de algunos malos perdedores.
Felizmente, la mayor¨ªa opositora luce hoy moralizada y nucleada en torno a Capriles y la MUD, no ha perdido la cabeza y muestra mucha presencia de ¨¢nimo frente a lo que haya de venir. El hecho cierto es que la oferta de Henrique Capriles de una mayor gobernabilidad y m¨¢s transparencia en la gesti¨®n de los dineros p¨²blicos atrajo vastos sectores del, por as¨ª llamarlo, ¡°electorado s¨²bdito¡±. Prueba suficiente, digo yo, de que no anduvo descaminada su estrategia de campa?a. Si Capriles y la MUD logran acallar los destemplados gritos de ¡°?fraude!¡± y vencer el perverso reto?o de la antipol¨ªtica que es el abstencionismo, es seguro que tendr¨¢n una nueva oportunidad en las elecciones regionales de diciembre. Con todo, luce obligado admitir que hay todav¨ªa dos Venezuelas irreconciliables y forzoso prever que Ch¨¢vez no har¨¢ nada por reconciliarlas, tal como cuadrar¨ªa a un vencedor magn¨¢nimo.
Una Venezuela, interesada en regresar a los valores de una democracia liberal ( por evitar esa mala palabra, el bando opositor ech¨® mano a la voz ¡°progresista¡±), se reclama ciudadana en el sentido de que sus integrantes se piensan actores pol¨ªticos cr¨ªticos del gobernante. La otra, pobre y sin m¨¢s voz que la del L¨ªder M¨¢ximo, beneficiar¨ªa de la largueza del aut¨®crata, una largueza que, se presume, basta para ahogar cualquier cr¨ªtica a la ineptitud o irresponsabilidad del Gobierno, ll¨¢mese ¨¦sta tragedia de Amuay, apag¨®n, mot¨ªn carcelario o matanzas de fines de semana, obvia cualquier insuficiencia o abuso a cambio del favor clientelar.
La pregunta acuciante no es si una naci¨®n dividida de tal modo es viable, sino por cu¨¢nto tiempo.
Ibsen Mart¨ªnez es periodista y escritor venezolano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.