El desalojo forzoso es la principal causa de descontento social en China
Los nuevos l¨ªderes que salgan del XVIII Congreso del Partido Comunista Chino tendr¨¢n que hacer frente al descontento de los ciudadanos
En China m¨¢s que la pol¨ªtica es la pr¨¢ctica lo que est¨¢ desatando un profundo malestar social y en especial los desalojos forzosos de millones de ciudadanos indefensos. Los nuevos l¨ªderes que salgan del XVIII Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), que comienza el 8 de noviembre, van a tener que hacer frente a este descontento, que multiplican las redes sociales ¡ªhay 350 millones de chinos enganchados a Sina Weibo, una especie de Twiter y Faceboook conjunto¡ª si quieren construir su ¡°sociedad arm¨®nica¡±.
La absoluta mayor¨ªa de las 180.000 manifestaciones y marchas de protesta que se suceden de media cada a?o en el pa¨ªs desde 2005, seg¨²n reconoce la prestigiosa Academia de Ciencias Sociales, es consecuencia de las expropiaciones. Unas actuaciones policiales que se desarrollan con premeditaci¨®n y alevos¨ªa durante la noche, cuando los ocupantes de las viviendas se resisten a dejarlas.
Para Hu Jia, activista de derechos humanos y premio Sajarov 2008, tras los rascacielos y las grandes avenidas de Pek¨ªn se esconden ¡°el dolor, las l¨¢grimas, la c¨¢rcel, la tortura y la sangre¡± de millones de chinos que se ven obligados a dejar sus casas y sus barrios, carne de apisonadora, para emprender una nueva vida en otro lugar.
La reforma ordenada por Deng Xiaoping en diciembre de 1978 puso en marcha el proceso que ha convertido China en la segunda potencia econ¨®mica mundial. Entre las medidas que se adoptaron para impulsar esta transformaci¨®n se encuentran el reparto de la tierra entre los campesinos, aunque solo su uso por 70 a?os, y la privatizaci¨®n de la vivienda, pero el suelo sigue siendo del Estado, de ah¨ª que lo recupera cuando lo necesita. Tiene que pagar por la expropiaci¨®n, pero no existe el derecho a rechazar la oferta.
El primer gran ¨¦xodo de la nueva China lo forz¨® la construcci¨®n de la presa de las Tres Gargantas, la mayor obra de ingenier¨ªa civil de la historia. Solo para levantar esta mole de hormig¨®n, iniciada en 1995, fue necesario el desalojo de 1,13 millones de personas a lo largo de una d¨¦cada. Al culminarse en 2010, el enorme embalse formado al subir el nivel del agua del r¨ªo Yangts¨¦ (Changjiang) a 175 metros de altura, exigi¨® que otros dos millones de campesinos dejaran su medio de vida o se trasladaran a otras tierras, a veces a miles de kil¨®metros de distancia, porque era la ¨²nica oferta que les asignaba el Gobierno. A¨²n fue m¨¢s penoso para las decenas de miles de ellos que nunca recibieron el dinero de las indemnizaciones porque se perdi¨® por los bolsillos de funcionarios locales corruptos. A?os de desesperaci¨®n y protestas llevaron a varios de estos funcionarios a la c¨¢rcel pero, antes que ellos, fueron golpeados, detenidos e incluso torturados quienes se negaron activamente a dejar sus tierras.
Las deslumbrantes instalaciones ol¨ªmpicas y el redise?o urban¨ªstico de Pek¨ªn, como escaparate de la nueva China, tambi¨¦n oblig¨® a 1,25 millones de personas a perder su hogar. Iguales procesos de construcci¨®n y abrillantamiento en las otras ciudades ol¨ªmpicas tambi¨¦n forzaron la salida de sus viejos hogares de otros cientos de miles de chinos.
Seg¨²n anunci¨® este a?o el Gobierno, la mitad de los 1.350 millones de habitantes del pa¨ªs viven ya en ciudades, lo que ha supuesto el mayor y m¨¢s r¨¢pido desarrollo urban¨ªstico del mundo. Pero en este proceso intervienen millones de promotores inmobiliarios y funcionarios locales, muchos de ellos corruptos, que abusan de su poder e imponen en ciudadanos inocentes vergonzosas indemnizaciones con las que no cubren ni la mitad de los gastos en los que incurren para empezar otra forma de vida.
Despose¨ªdos de sus tierras para hacer autopistas, aeropuertos, v¨ªas de trenes de alta velocidad, f¨¢bricas, complejos tecnol¨®gicos u otros edificios gubernamentales, muchos campesinos tratan de reinventarse abriendo alg¨²n peque?o comercio o taller local, pero tienen que endeudarse porque lo que les dan las autoridades locales no es suficiente.
Otros muchos, hartos de enfrentarse a la polic¨ªa y el Gobierno locales, acuden, como en los tiempos de los emperadores, a Pek¨ªn con la esperanza de que los ¨®rganos centrales del PCCh atiendan sus quejas. Como fue el caso de Mao Jiangzhong, Gu Xingzhen y Xia Kunxiang, quienes una vez en la capital china se encontraron con funcionarios de su provincia de Jiangsu, que se los llevaron de vuelta a Suzhou, su ciudad, y no se ha vuelto a saber de ellos, seg¨²n revel¨® radio Free Asia.
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