Biden ayuda a los dem¨®cratas a movilizar el electorado
Un combativo y vigoroso Biden da un impulso emocional a la campa?a
Fue un gran espect¨¢culo que, probablemente, gan¨® Joe Biden, el m¨¢s combativo y vigoroso. Pero, como era de esperar, el debate entre el actual vicepresidente y el aspirante republicano, Paul Ryan, no decidi¨® nada en esta campa?a. Si acaso, sirvi¨® para confirmar que el Partido Dem¨®crata est¨¢ necesitado de un empuj¨®n emocional que movilice a sus votantes para poder ganar estas elecciones.
En el debate celebrado el jueves en Danville (Kentucky), Biden hizo lo que pudo en ese sentido, que fue bastante. Pero quien tiene que conseguirlo, verdaderamente, es Barack Obama en el debate del pr¨®ximo martes en Nueva York. El Partido Dem¨®crata ten¨ªa hasta hace poco todas las piezas para conseguir la victoria el 6 de noviembre: la tendencia favorable de la econom¨ªa, una correcta gesti¨®n en el mandato previo y la conformaci¨®n de una mayor¨ªa electoral m¨¢s que suficiente. Pero sus votantes se desinflaron con el debate de Denver, donde vieron la peor versi¨®n de Obama, la que le ha hecho perder seguidores en estos cuatro a?os, y ahora muchos se est¨¢n pensando qu¨¦ hacer.
Para algunos analistas, Biden le ense?¨® a Obama el camino a seguir. Pujante, convincente, apasionado hasta rozar la mala educaci¨®n, Biden demostr¨® creer en su candidatura y manifest¨® ambici¨®n y razones m¨¢s que suficientes para ser reelegido. Ahora le piden a Obama hacer lo mismo, pero Obama no es Biden. M¨¢s a¨²n, Obama es lo contrario de Biden, y pedirle un transformaci¨®n semejante puede ser arriesgado.
Biden ha conseguido, al menos, detener el des¨¢nimo que se hab¨ªa generado entre los dem¨®cratas. Quiz¨¢, tambi¨¦n, frenar la ca¨ªda de la candidatura dem¨®crata en las encuestas, que ahora est¨¢n, esencialmente, igualadas, aunque con ligeras ventajas de Obama en la mayor¨ªa de los estados decisivos.
El vicepresidente tuvo dificultades para explicar por qu¨¦ no hab¨ªa m¨¢s seguridad en la representaci¨®n diplom¨¢tica en Bengasi en el momento del ataque en el que muri¨® el embajador norteamericano, pero domin¨® el escenario en la mayor parte del resto del debate. Defendi¨® con buen criterio la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno y expuso con frecuencia a su rival ante el hecho de que la candidatura republicana no tiene, en realidad, una alternativa viable que ofrecer. ¡°Deje de hablar de c¨®mo ayudar¨ªan ustedes a la gente; ens¨¦?eme algo, ens¨¦?eme una propuesta pol¨ªtica¡±, manifest¨® en uno de los momentos m¨¢s brillantes de la noche.
Ryan no lleg¨® a estar contra las cuerdas en ning¨²n momento. Aunque trastabill¨® cuando Biden le demostr¨® qu¨¦ ¨¦l mismo, como congresista de Wisconsin, se hab¨ªa aprovechado del plan de est¨ªmulo econ¨®mico en su propio Estado, consigui¨® sacar a la luz algunos de los flancos d¨¦biles de la actuaci¨®n Administraci¨®n, como el del excesivo gasto p¨²blico. ¡°No hay suficientes ricos ni suficiente peque?as empresas a los que subir impuestos para pagar por todo lo que ustedes gastan¡±, dijo el compa?ero de candidatura de Mitt Romney.
Pero, quiz¨¢, el principal m¨¦rito de Ryan, como el del propio Romney una semana antes, fue el de desprenderse de la etiqueta de extremista con la lleg¨® al debate. El d¨²o Romney-Ryan ha decidido correr a toda velocidad hacia el centro en los d¨ªas que faltan hasta las elecciones, y, hasta ahora, est¨¢ teniendo ¨¦xito en ese esfuerzo. En sus ¨²ltimas intervenciones, ambos se han mostrado conciliadores en asuntos en los que antes eran extremadamente beligerantes, como la reforma sanitaria o el aborto, y tampoco han marcado un gran distancia con el Gobierno en la pol¨ªtica exterior.
Romney ha declarado estos d¨ªas que mantendr¨ªa algunos de los aspectos de la reforma sanitaria de Obama y que no tiene previsto legislar sobre el aborto. En su discurso del lunes sobre pol¨ªtica exterior, respet¨® los plazos para la retirada de Afganist¨¢n y no pidi¨® la intervenci¨®n en Siria o un ataque inmediato contra Ir¨¢n. En el debate del jueves, Ryan acus¨® al actual presidente de debilidad con Ir¨¢n, pero tampoco mencion¨® la forma en que un presidente republicano ser¨ªa m¨¢s fuerte, excepto con m¨¢s sanciones.
Este corrimiento de la candidatura republicana hacia el centro le dificulta a Obama el uso de la que hab¨ªa sido su principal arma hasta ahora en esta campa?a: la alarma sobre el peligro de la derecha. Pero, al mismo tiempo, le da otra que ha utilizado poco hasta ahora: los constantes cambios de opini¨®n Romney. Hay tantos v¨ªdeos del candidato republicano prometiendo que eliminar¨¢ la ley federal sobre el derecho al aborto y revocar¨¢ la reforma sanitaria el primer d¨ªa de su presidencia, que los asesores de Obama no tendr¨¢n mucha dificultad para escoger uno con el que exponer a Romney ante sus contradicciones.
Se supone que algo as¨ª ocurrir¨¢ en el debate del pr¨®ximo martes. Hay una enorme presi¨®n sobre Obama para que sea m¨¢s agresivo, para que saque todos los trapos sucios posibles. Es como pedirle a un caracol que avive el paso. Pero si Obama pierde tambi¨¦n ese segundo debate, los problemas de hoy pueden empezar a ser irresolubles.
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