Ahuyentando a los fantasmas de la irrelevancia
Para que la UE siga siendo sin¨®nimo de futuro, tendremos que salir de este atolladero apostando por m¨¢s integraci¨®n
De entre la vor¨¢gine de problemas econ¨®micos que nos rodea sigue sobresaliendo una afirmaci¨®n que no conviene olvidar: la Uni¨®n Europea es la primera econom¨ªa del mundo. Su PIB es de m¨¢s de 15 billones y medio de euros, superior al de Estados Unidos, que se sit¨²a en segunda posici¨®n. La UE es tambi¨¦n la segunda exportadora e importadora del mundo, tras China y Estados Unidos respectivamente, siendo responsable del 20% del comercio a nivel mundial; lo que nos convierte en la primera potencia comercial del planeta.
Sin embargo, los datos no esconden que el modelo institucional que ha permitido el actual nivel de integraci¨®n ya no es suficiente para dar respuesta a los problemas generados por la crisis. Es necesario avanzar con mucha m¨¢s determinaci¨®n y rapidez en la profundizaci¨®n de la integraci¨®n europea. Si no lo hacemos, existe un riesgo real de que el descontento social socave los cimientos de la UE antes de que podamos culminar el proceso de integraci¨®n que solucione los problemas que ahora asfixian a millones de personas. Estos problemas no pueden desligarse de la manera en la que la Uni¨®n se presenta ante el mundo; una Uni¨®n que es ahora el principal foco de preocupaci¨®n econ¨®mica mundial. Para que la Uni¨®n Europea siga siendo sin¨®nimo de futuro, tendremos que salir de este atolladero apostando por m¨¢s integraci¨®n. Y dicha integraci¨®n, ineludiblemente, conducir¨¢ a una pol¨ªtica exterior europea, unida, coherente y efectiva adaptada a un mundo que cambia a una velocidad vertiginosa.
La realidad sigue demostrando que el mundo hoy ya es multipolar. Lo que no est¨¢ garantizado en absoluto es que el sistema internacional sea capaz de regirse mediante normas comunes adoptadas en foros multilaterales: sin una gobernanza global multilateral efectiva se crear¨¢n din¨¢micas mucho m¨¢s peligrosas y potencialmente conflictivas que las hemos visto hasta hoy. Es precisamente aqu¨ª donde Europa tiene algo que decir y que ofrecer: sigue estando a la vanguardia de la innovaci¨®n en el dise?o institucional ¡ªuna de las grandes demandas que exige este siglo¡ª del que es su mejor y m¨¢s exitoso ejemplo hist¨®rico.
Instituciones como la Organizaci¨®n Mundial del Comercio dan buena cuenta de los beneficios que deber¨ªa reportar la cooperaci¨®n multilateral, poniendo de manifiesto lo enormemente perjudicial que es la pr¨¢ctica del proteccionismo econ¨®mico en el marco global en el que nos movemos.
Otros lugares del mundo est¨¢n experimentando un crecimiento econ¨®mico sin precedentes. Pero otro gran reto se plantea a continuaci¨®n: sobre la base de ese crecimiento econ¨®mico sostenido hay que crear sistemas pol¨ªticos justos, sociedades abiertas, inclusivas y respetuosas con los derechos humanos y el medio ambiente. En estas cuestiones es donde los europeos tambi¨¦n vamos un paso por delante.
Afortunadamente, hoy no solamente son los pa¨ªses europeos los que dan el paso de poner en com¨²n la soberan¨ªa. Un buen ejemplo es el trabajo que se est¨¢ haciendo en la Asociaci¨®n de Naciones del Sudeste Asi¨¢tico (ASEAN). ASEAN est¨¢ dando pasos muy valientes en una parte del mundo en donde la integraci¨®n nunca ha sido la norma y que adolece de una falta clara de estructuras de seguridad regional. No lo perdamos de vista y no dejemos, con una visi¨®n estrat¨¦gica, de acompa?arles en tan meritorio viaje.
Es precisamente esta regi¨®n, Asia-Pac¨ªfico, la que est¨¢ llamada a ser el centro de las relaciones internacionales a medio y largo plazo. Estados Unidos ya ha hecho p¨²blica la reorientaci¨®n estrat¨¦gica en las prioridades de su pol¨ªtica exterior para ponerlas precisamente all¨ª, escenario de viejos y numerosos litigios a¨²n sin resolver: disputas territoriales, fronterizas, un nacionalismo rampante y mucha desconfianza. China no quiere ver un siglo XXI dominado por un G2 en el que se encuentre sola con Estados Unidos. Prefiere, al menos, un G3 donde deber¨ªa estar la Uni¨®n Europea: adem¨¢s de las buenas relaciones que mantenemos con ambos, nuestra experiencia en resoluci¨®n multilateral de problemas podr¨ªa tener un valor incalculable. En la Conferencia de Seguridad de M¨²nich (Alemania) de febrero del a?o pasado se pon¨ªa sobre la mesa una idea que debe estar presente en toda aproximaci¨®n que se haga hacia esta regi¨®n: los problemas de seguridad est¨¢n ocultos por un crecimiento econ¨®mico extraordinario, pero pueden salir a la luz, como ya de hecho estamos viendo al hilo de los problemas en el Mar de China Meridional.
Si llevamos el foco a nuestra vecindad, comprobamos que el momento unipolar europeo de los a?os noventa ha llegado a su fin. Rusia no se ha acercado a los est¨¢ndares europeos, Turqu¨ªa ya desarrolla una pol¨ªtica exterior propia con vocaci¨®n de potencia regional y el sur del Mediterr¨¢neo ha dicho basta al statu-quo por medio de unas revoluciones que nunca vimos venir. El poder blando y el modelo de di¨¢logo multilateral sigue siendo el camino para lograr una vecindad oriental pr¨®spera y un Mediterr¨¢neo recuperado como punto fundamental de encuentro y cooperaci¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica y energ¨¦tica.
Con el continente americano la vecindad es de otra naturaleza: la proximidad no es f¨ªsica sino que se basa en unos valores y en una visi¨®n compartida. En un mundo complejo y en cambio constante, la acci¨®n coordinada con Estados Unidos solo puede y solo debe progresar. Adem¨¢s, cualquier observador imparcial reconocer¨¢ que Am¨¦rica Latina ser¨¢ uno de los grandes beneficiarios del siglo XXI, por lo que una mayor profundizaci¨®n en la relaci¨®n entre ambos continentes constituye un elemento clave para ambos.
En nuestro haber contamos con pasos en la buena direcci¨®n, como es la creaci¨®n del Servicio Europeo de Acci¨®n Exterior (SEAE) al calor del Tratado de Lisboa. Mi experiencia personal me dice que donde el embajador del SEAE ejerce como tal, las cosas funcionan de manera armoniosa y la influencia de la UE crece de manera progresiva.
La Uni¨®n Europea tiene vocaci¨®n de potencia internacional por su pasado, su presente y ¨Cante todo¨C su futuro. La elecci¨®n se presenta en t¨¦rminos muy simples: o actuamos unidos para hacer frente a los enormes desaf¨ªos que presentan los cambios en el orden mundial, y que van a caracterizar ¨Cest¨¢n ya caracterizando¨C al siglo XXI, o permanecemos como espectadores de un mundo en el que ya poco o nada tendremos que decir. Es el futuro, donde nos jugamos la prosperidad y la viabilidad de nuestro ahora cuestionado modelo socioecon¨®mico, el que nos tiene que convencer de que los Estados europeos, por separado, son demasiado peque?os para el escenario global y de que la integraci¨®n europea es el ¨²nico camino.
Javier Solana es presidente del Centro de Geopol¨ªtica y Econom¨ªa Global de ESADE
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