Grietas en la gran muralla
Las calles chinas despiertan. Las movilizaciones y protestas, sobre todo medioambientales, son cada vez m¨¢s numerosas y efectivas. Y el Gobierno, cada vez m¨¢s sensible a su poder
Cuando el domingo de la semana pasada las autoridades de Ningbo, ciudad portuaria de la provincia de Zhejiang, anunciaron la paralizaci¨®n de un proyecto para ampliar la planta petroqu¨ªmica de una filial de la firma estatal Sinopec en la municipalidad de Zhenhai, tras varios d¨ªas de protestas de miles de personas, los ciudadanos chinos se apuntaron una nueva victoria contra un Gobierno cada vez m¨¢s sensible al poder movilizador de la creciente clase media.
Los dirigentes chinos se han plegado en los ¨²ltimos a?os cada vez con m¨¢s frecuencia a las demandas populares, especialmente cuando estas han sido limitadas, de naturaleza medioambiental y no abiertamente pol¨ªticas. Lo ocurrido en Zhenhai ¡ªciudad situada a 22 kil¨®metros de Ningbo¡ª es un ejemplo de c¨®mo lo que comenz¨® como una movilizaci¨®n de campesinos y un sector de la poblaci¨®n menos favorecido, y que fue ignorado inicialmente por los gobernantes, gan¨® fuerza cuando se extendi¨® a otras localidades y capas de la sociedad con una causa com¨²n: el rechazo a la construcci¨®n de una planta de paraxileno (PX), un qu¨ªmico t¨®xico utilizado en la fabricaci¨®n de botellas de pl¨¢stico, potencialmente peligroso para la salud en caso de exposici¨®n prolongada.
Transparencia o estabilidad
El deterioro del medio ambiente es un grave problema en China. No solo por las protestas y el descontento ¡ªni tampoco por la extinci¨®n de los osos panda¡ª sino porque la p¨¦sima calidad del aire en las ciudades o la contaminaci¨®n por metales pesados en el agua influyen directamente en la salud de las personas y, por tanto, en la econom¨ªa. En 2007, el Banco Mundial present¨® el informe El coste de la contaminaci¨®n en China. Entonces estim¨® que
el coste de la mala calidad ambiental costaba al a?o el equivalente al 2,68% del PIB. El estudio se?alaba que el 54% de los r¨ªos de las siete principales cuencas ten¨ªa agua no apta para el consumo humano (un 12% m¨¢s que en 1990) y que eso generaba casos de c¨¢ncer en el aparato digestivo. A ello habr¨ªa que a?adir los ingresos hospitalarios y las muertes prematuras por asma y enfermedades respiratorias y cardiovasculares derivadas de la mala calidad del aire.
El informe admit¨ªa que hab¨ªa muchas incertidumbres, pero las estimaciones que presentaba han sido superadas incluso desde China. El pasado mes de febrero, Wang Yuqing, ex alto cargo del Ministerio de Medio Ambiente, declar¨® que la suma de los problemas ambientales, incluida la deforestaci¨®n, ten¨ªa un coste anual de entre el 5% y el 6% del PIB, seg¨²n recogi¨® Financial Times.
La investigadora Angel Hsu, del Centro de Yale para la pol¨ªtica ambiental, en EE UU, que realiza estudios sobre la transparencia de los datos ambientales en China, explica por tel¨¦fono que muchas veces la informaci¨®n no es p¨²blica: ¡°No hay datos nacionales sobre contaminaci¨®n del suelo, y en calidad del agua hay unos ¨ªndices, pero no sabes realmente qu¨¦ contaminantes est¨¢n midiendo y qu¨¦ concentraciones hallan. Est¨¢n preocupados por las ramificaciones de la informaci¨®n. Si se conociera la contaminaci¨®n del suelo, la gente se podr¨ªa asustar sobre la calidad de la comida y eso podr¨ªa crear inestabilidad pol¨ªtica. El Gobierno es muy sensible sobre cualquier cosa que puede amenazar la estabilidad¡±.
Hsu sin embargo destaca que ha habido avances, especialmente en la contaminaci¨®n del aire, y que la transparencia y la preocupaci¨®n del medio ambiente ir¨¢ a m¨¢s: ¡°El Gobierno ha reaccionado r¨¢pido frenando la ampliaci¨®n de la petroqu¨ªmica. Est¨¢n preocupados por las reacciones locales a estos casos y ya hay cambios. El alcalde de Shangh¨¢i, por ejemplo, ha dicho que no solo buscar¨¢ aumentar el PIB sino mejorar la calidad de vida de la gente. Llevar¨¢ tiempo, pero China est¨¢ cambiando¡±.
¡°Nos comunicaron que esta zona hab¨ªa sido designada para un plan de reconstrucci¨®n de una nueva zona rural y que ten¨ªan que derribar nuestras casas para crear un proyecto verde; pero al final nos enteramos de que lo que realmente quer¨ªan era ampliar la planta petroqu¨ªmica para fabricar ese producto¡±, explica Chen Lei, de 33 a?os, en el patio de su vivienda en Nanhong, aldea situada junto a las instalaciones de Sinopec, a unos diez kil¨®metros de Zhenhai. El presupuesto de la ampliaci¨®n, incluida la producci¨®n de PX, asciende a 8.800 millones de d¨®lares (6.800 millones de euros).
Los vecinos de Nanhong, una aglomeraci¨®n de casas humildes cruzada por riachuelos y canales de aguas insalubres, en la que viven unas 800 familias, se pusieron en pie, y se dirigieron a Zhenhai para pedir explicaciones. No lograron nada. Pero la noticia sobre el gas venenoso se extendi¨® a otros pueblos de la zona ¡ªtem¨ªan que la posible nube t¨®xica les alcanzara cuando el viento soplara en su direcci¨®n¡ª y al propio Zhenhai, donde el aire huele a menudo a productos qu¨ªmicos. Sus habitantes se unieron tambi¨¦n a la protesta, temerosos del proyecto.
Durante varios d¨ªas, la semana pasada, los manifestantes realizaron sentadas delante de la sede del Gobierno de Zhenhai y pidieron explicaciones. Al ver que no avanzaban las negociaciones, decidieron trasladar la movilizaci¨®n a Ningbo, que tiene responsabilidad sobre Zhenhai, y exigieron la dimisi¨®n de su alcalde, Liu Qi. ¡°La gente le acusa de aceptar la planta que no quisieron las ciudades de Xiamen (provincia de Fujian) y Dalian (provincia de Liaoning). Si este fuera un proyecto bueno, ellas lo habr¨ªan querido. La gente en Xiamen y Dalian son seres humanos y quieren sobrevivir, nosotros tambi¨¦n. El porcentaje de casos de c¨¢ncer en Zhenhai es el m¨¢s alto de Ningbo¡±, dice Yu Guanghui, de 34 a?os, vecino de Zhenhai, que trabaja en el sector del transporte.
Miles de personas tomaron las calles en Zhenhai y Ningbo, y el fin de semana pasado estallaron violentos enfrentamientos con la polic¨ªa. ¡°La televisi¨®n y los peri¨®dicos chinos no informaban de lo pasaba, pero la gente hizo fotos con los tel¨¦fonos m¨®viles de las detenciones y c¨®mo los antidisturbios pegaban a los manifestantes y las colg¨® en Weibo [servicio de mensajes cortos similar a Twitter]¡±, explica Yu, que particip¨® en las protestas. Los mensajes eran eliminados por los censores al poco de ser colgados; pero, para entonces, mucha gente ya los hab¨ªa visto y hab¨ªan alimentado la furia de los vecinos. La ira explot¨® cuando los antidisturbios comenzaron a utilizar gases lacrim¨®genos y detuvieron a algunos participantes.
El Gobierno emple¨® tambi¨¦n la tecnolog¨ªa para intentar agostar el movimiento. El domingo, el departamento de Seguridad P¨²blica de Ningbo envi¨® un mensaje a los tel¨¦fonos m¨®viles en el cual advert¨ªa de que no estaba permitido ¡°atacar a los ¨®rganos del Estado, ocupar espacios p¨²blicos, interceptar veh¨ªculos o congregarse para bloquear el tr¨¢fico¡±, y amenazaba con emprender acciones legales, seg¨²n muestra un vecino en su tel¨¦fono. ¡°Adem¨¢s, la polic¨ªa y las unidades de trabajo dijeron a la gente que colg¨® las fotos en Internet y particip¨® en las protestas que dejaran de hacerlo o perder¨ªan su trabajo y les quitar¨ªan a sus hijos el puesto en el colegio. Mucha gente se asust¨®¡±, cuenta Yu.
El Gobierno de Ningbo paraliz¨® el proyecto de ampliaci¨®n de la planta petroqu¨ªmica ante la presi¨®n popular
A pesar de ello, el Gobierno de Ningbo recul¨® ante la presi¨®n popular y anunci¨® que hab¨ªa acordado con Sinopec no seguir adelante con la ampliaci¨®n y que ¡°prohibir¨¢¡± la producci¨®n de paraxileno. Fue la primera vez que admiti¨® que en la instalaci¨®n iba a ser fabricado este qu¨ªmico. Pero el alcalde Liu Qi no dimiti¨®.
A la decisi¨®n de cancelar la planta, contribuy¨® el calendario. Los dirigentes de Ningbo deb¨ªan estar sometidos a gran presi¨®n, ya que el 8 de noviembre comienza en Pek¨ªn el congreso quinquenal del Partido Comunista Chino (PCCh), en el que tendr¨¢ lugar el relevo de los m¨¢ximos dirigentes y el Gobierno no quiere la m¨¢s m¨ªnima inestabilidad. Un segundo mensaje de m¨®vil comunic¨® a los vecinos la anulaci¨®n de la planta de PX.
Las quejas sobre la degradaci¨®n ambiental que ha sufrido Zhenhai no son nuevas, y hace a?os tambi¨¦n hubo protestas, aunque no tuvieron ¨¦xito, seg¨²n cuentan sus habitantes. ¡°Yo nac¨ª en Nanhong. Cuando era ni?o, pescaba, nadaba y nos lav¨¢bamos en los r¨ªos. Ahora, eso es inimaginable. Todo est¨¢ contaminado. El aire apesta, especialmente por la noche. Los ancianos y los ni?os enferman muy a menudo. Los ni?os, incluida mi hija de seis a?os, pillan toses¡±, afirma Chen, que trabaja en la zona.
Las quejas por la contaminaci¨®n en Zhenhai se unen a las de los campesinos por la p¨¦rdida de sus tierras
Nanhong, como otros pueblos, ha quedado atrapado en los alrededores del gigantesco complejo de Ningbo, en el que se suceden las refiner¨ªas, las plantas de etileno y de pl¨¢stico, las centrales el¨¦ctricas que les suministran energ¨ªa y los tanques de combustibles. El complejo tiene m¨¢s de una decena de kil¨®metros de largo y varios de ancho. En sus amplias carreteras ¡ªflanqueadas de estructuras met¨¢licas y p¨®rticos con grandes tuber¨ªas de colores¡ª, transitan sin descanso los camiones. En muchas zonas, flota un olor agrio; en otras, huele a huevos podridos. En un arc¨¦n, un eslogan reza: ¡°Siempre preparado para aprovechar las oportunidades. Gana el ¨¦xito con excelencia. Crea verde para servir a la sociedad¡±.
Las quejas por la contaminaci¨®n en Zhenhai se unen a las de los campesinos por la p¨¦rdida de sus tierras y porque no les han sido pagados los subsidios que, seg¨²n cuentan, les prometieron hace m¨¢s de diez a?os como compensaci¨®n por la contaminaci¨®n que sufren. ¡°En 2004, me forzaron a vender mi campo para las plantas petroqu¨ªmicas. Yo ten¨ªa 1,1 mu (el equivalente a 733 metros cuadrados) y me dieron 17.000 yuanes (2.100 euros al cambio actual)¡±, afirma enojado Chen, de 59 a?os. ¡°Nos prometieron ayudas para alimentos y para pagar el gas, pero nunca nos las han dado. Desde que me qued¨¦ sin tierra, planto verduras y cr¨ªo conejos. Pero de los conejos no saco mucho porque el agua es tan mala que les causa diarrea¡±, afirma este vecino de Nanhong de rostro ajado por el sol mientras mira hacia una balsa de aguas oscuras, en la que vierte un riachuelo negro en el que flotan manchas de aceite. ¡°Con eso es con lo que riegan las verduras los campesinos¡±, dice.
¡°La polic¨ªa amenaz¨® con que quienes protestaran perder¨ªan su trabajo y sus hijos la plaza en el colegio¡±, cuenta un vecino
¡°Si un agricultor pierde su tierra, pierde su comida. Destruyen sus casas, construyen f¨¢bricas en sus tierras, y pierden sus trabajos. ?Acaso pueden trabajar en las plantas petroqu¨ªmicas?¡±, se queja Yu.
Las protestas de Ningbo siguen a otras registradas en diferentes partes del pa¨ªs. En los ¨²ltimos a?os, los dirigentes de las ciudades portuarias de Dalian y Xiamen han prometido cancelar o han cancelado proyectos de paraxileno despu¨¦s de grandes manifestaciones. En el caso de Xiamen, la preocupaci¨®n de los vecinos por la p¨¦rdida del valor de sus viviendas fue tan importante como la inquietud por la salud. Dalian, Xiamen y Ningbo se encuentran entre las ciudades m¨¢s ricas de China, y el tratamiento que han recibido sus manifestantes ¡ªdotados a menudo de tel¨¦fonos inteligentes con conexi¨®n a Internet¡ª ha sido m¨¢s suave que el que reciben quienes protestan en las zonas rurales o los obreros.
Pero no se trata de una revoluci¨®n. La creciente clase media, resultado de tres d¨¦cadas de progreso econ¨®mico, no quiere derribar al Gobierno, sino que las autoridades respondan mejor a sus preocupaciones, especialmente las que tienen que ver con la salud, la educaci¨®n y el valor de sus propiedades. Esto lleva a la gente cada vez con m¨¢s frecuencia a rechazar el modelo de crecimiento a cualquier precio. Los movimientos democr¨¢ticos en Corea del Sur y Taiw¨¢n comenzaron entre la clase media, y, en el caso de Taiw¨¢n, las cuestiones medioambientales tuvieron un gran papel.
La voluntad cada vez mayor de los chinos de llevar sus reivindicaciones a las calles, la creciente concienciaci¨®n sobre sus derechos y las injusticias sociales y el auge de Internet pone de relieve el gran desaf¨ªo al que se enfrentan los nuevos l¨ªderes que llegar¨¢n al poder en el XVIII Congreso del PCCh, encabezados por Xi Jinping, actual vicepresidente del pa¨ªs.
¡°La concienciaci¨®n de la gente por el da?o medioambiental y por sus derechos est¨¢ aumentando. Cada vez hay m¨¢s chinos preocupados por la importancia de la salud, sus m¨¦todos de acceso a la informaci¨®n son mejores y m¨¢s r¨¢pidos, y tienen mejores formas de organizarse¡±, explica Ma Jun, director del Instituto de Asuntos P¨²blicos y Medioambientales, con sede en Pek¨ªn. ¡°El problema es que el mecanismo de toma de decisiones no responde de forma efectiva a las demandas de los ciudadanos [por la ausencia de consulta p¨²blica]. El Gobierno ha cancelado el proyecto de Ningbo, pero falta el debido proceso para resolver el problema. Solo hizo lo que ped¨ªa la gente cuando esta adopt¨® una actitud dura y se ech¨® a la calle. El Gobierno deber¨ªa cambiar, escuchar. La sociedad no puede aguantar todo el rato¡±.
Algunos expertos como Sun Liping, de la Universidad Qinghua en Pek¨ªn, estiman que en 2010 se produjeron en China unos 180.000 incidentes de masas, eufemismo con el que el Gobierno denomina las protestas, huelgas y disturbios sociales. Seg¨²n el Ministerio de Medio Ambiente, el n¨²mero de movilizaciones relacionadas con problemas medioambientales ha aumentado a un ritmo cercano al 30% anual durante los ¨²ltimos 15 a?os, y estas son cada vez mayores. En julio, miles de personas se manifestaron contra la construcci¨®n de una conducci¨®n de aguas residuales en una papelera de propiedad japonesa al norte de Shangh¨¢i, y solo pusieron fin a la reivindicaci¨®n cuando las autoridades prometieron cancelar el proyecto. Las manifestaciones han forzado tambi¨¦n este a?o el fin de un proyecto metal¨²rgico en Shifang (provincia de Sichuan).
Muchas de las movilizaciones se producen por expropiaciones forzosas del suelo. Uno de los casos m¨¢s excepcionales se produjo hace un a?o en Wukan, un pueblo pesquero de Guangdong, donde los habitantes consiguieron expulsar a los l¨ªderes locales, a los que acusaban de vender sus propiedades de forma ilegal sin pagarles las debidas compensaciones. El conflicto dur¨® meses y finaliz¨® con la promesa del Gobierno provincial de castigar a los l¨ªderes locales corruptos y la convocatoria de elecciones libres, que se produjeron este a?o. En septiembre pasado, sin embargo, algunos vecinos volvieron a protestar por lo que consideran el lento avance en el proceso de devoluci¨®n de sus tierras por los nuevos dirigentes.
Las movilizaciones tambi¨¦n se producen en las f¨¢bricas, entre una clase obrera cada vez m¨¢s consciente de sus derechos y mejor informada. Miles de trabajadores protestaron el mes pasado en Foxconn, empresa taiwanesa que fabrica para compa?¨ªas como Sony y Apple, por disputas laborales.
Los habitantes de Nanhong se quejan de que no se han beneficiado en nada de las petroqu¨ªmicas que les rodean, pero que son ellos quienes sufren la contaminaci¨®n. ¡°M¨¢s del 90% de los empleados en Sinopec son de fuera, pero la tierra es nuestra. Trabajamos aqu¨ª, vivimos aqu¨ª y estamos pagando con nuestra salud¡±, dice Chen.
Muchos de los empleados de Sinopec viven en viviendas relucientes, que contrastan con la decrepitud de las casas de los locales. Otros, se alojan en edificios dormitorio, y otros, como Jiang Qinsong, en un tugurio de nueve metros cuadrados por el que paga 130 yuanes (16 euros) al mes. En la habitaci¨®n, en una callejuela de Nanhong, solo hay espacio para un camastro, un hornillo grasiento, un par de taburetes y la moto el¨¦ctrica con la que va a trabajar como guardi¨¢n en los talleres. Cobra 2.900 yuanes (360 euros) al mes por 26 d¨ªas de trabajo. ¡°He o¨ªdo que quieren derribar todo el pueblo y, si llevan adelante el proyecto PX, habr¨¢ gases t¨®xicos. La cosa no va conmigo porque yo voy a estar aqu¨ª uno o dos a?os y luego volver¨¦ a mi pueblo, pero ese proyecto es muy perjudicial para la salud¡±, dice este emigrante, de 45 a?os, de Hunan.
Los habitantes de Nanhong se muestran divididos sobre su deseo de irse del pueblo. ¡°Yo preferir¨ªa que no construyeran m¨¢s petroqu¨ªmicas y quedarme¡±, dice Wang, una chica de 24 a?os. Chen, sin embargo, se muestra resignado a dejar la tierra en que naci¨®: ¡°Al final, tendremos que irnos porque las f¨¢bricas no lo van a hacer, as¨ª que cuanto m¨¢s lejos mejor. Aunque nos dijeran que iban a limpiar el medio ambiente y los r¨ªos, no creer¨ªa al Gobierno por experiencias pasadas¡±.
A pesar de la promesa de paralizar el proyecto, algunos vecinos de Zhenhai y Ningbo no se f¨ªan, y dicen que si es reactivado volver¨¢n a la carga. ¡°Saldremos otra vez a protestar¡±, afirma con decisi¨®n Yu. De ah¨ª que la presencia policial esta semana continuaba siendo fuerte. Una decena de veh¨ªculos antidisturbios siguen aparcados en las instalaciones de la central el¨¦ctrica situada en plena ciudad. Otros circulan con las luces encendidas. Al caer la tarde, los polic¨ªas, con cascos y matracas, se despliegan en uno de los cruces donde se produjeron los enfrentamientos. Junto a un sem¨¢foro, un panel electr¨®nico reza en letras verdes: ¡°Econom¨ªa verde. ?Est¨¢s en ello?¡±. En la calle, flota de nuevo un olor agrio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.