La niebla de las urnas
Cuanto m¨¢s se acerca la fecha, m¨¢s espesa es la niebla. Los sondeos siguen dando un empate t¨¦cnico, aunque la aritm¨¦tica electoral juegue, al menos te¨®ricamente, en favor de Obama. Los ¨²ltimos datos del paro este viernes son ambivalentes a efectos del enfrentamiento electoral: 171.000 empleos nuevos en octubre, todos en la empresa privada, aunque el ¨ªndice de paro sube del 7'8 al 7'9 por el aumento de los demandantes de empleo, lo que da ya 29 meses seguidos de creaci¨®n de puestos de trabajo.
La creaci¨®n de empleo es uno de los temas de campa?a m¨¢s entonados en todos los m¨ªtines: Romney promete crear 12 millones en su presidencia. Y se supone que est¨¢ muy bien habilitado para sostener la promesa como multimillonario y hombre de negocios, aunque tiene el inconveniente de que su nivel de excelencia es precisamente como directivo de empresas dedicadas al desguace de empresas industriales y la liquidaci¨®n de sus correspondientes puestos de trabajo: el destructor de empleo promete crear empleo.
Tienen m¨¢s resonancia otros temas que colocan el foco sobre el rival, en vez atraer las cr¨ªticas sobre s¨ª. Los republicanos han elegido dos flancos d¨¦biles de Obama para golpear en las ¨²ltimas horas de la campa?a. Lo hacen a trav¨¦s de sus aparatos medi¨¢ticos, con la cadena Fox News a la cabeza, es decir, con toda la fuerza negativa de los oscuros ej¨¦rcitos de Murdoch. Dejan, en cambio, que su candidato se dedique a cultivar la imagen presidencial tan dif¨ªcilmente conquistada en los tres debates televisivos con Obama.
El primer flanco d¨¦bil tiene por nombre Bengasi, la ciudad donde muri¨® el embajador Chris Stevens y tres funcionarios estadounidenses m¨¢s en manos de un grupo armado. El objetivo es demostrar, primero, que Obama ha fracasado en su lucha contra Al Qaeda, a pesar incluso de su directo protagonismo en la decisi¨®n de matar a Bin Laden. Segundo, que ha descuidado gravemente la seguridad de sus diplom¨¢ticos. Tercero, que ha ocultado o incluso mentido con las primeras versiones de los hechos en las que se aseguraba que era consecuencia de los disturbios provocados por el video infamante sobre Mahoma.
Pues bien, ah¨ª est¨¢ el Katrina de Obama. Se llama Sandy y ha dejado las costas de New Jersey y de Nueva York llenas de desolaci¨®n e incluso muerte, aunque en proporciones infinitamente inferiores al hurac¨¢n de 2005. El gobernador del primer Estado, el orondo Chris Christie, un republicano populachero que podr¨ªa participar en un casting para los Soprano, ha agradecido a Obama su implicaci¨®n personal en la asistencia de los damnificados y ha dado im¨¢genes televisivas que han llenado de amargura a la campa?a de Romney.
M¨¢s lejos ha ido Michael Bloomberg, el alcalde Nueva York, que ha dado su apoyo electoral a Obama, y por este solo hecho se ha convertido en blanco de cr¨ªticas intensificadas por su actuaci¨®n ante el hurac¨¢n y su pretensi¨®n inicial de mantener la marat¨®n de Manhattan. No es extra?a la reacci¨®n airada de la Fox y sus redoblados ataques contra el presidente dem¨®crata.
A partir del doble estigma de su 11S y de su Katrina, los comentaristas de la cadena de Murdoch anuncian una derrota apabullante de Obama con un aplomo que no se corresponde con las encuestas ni con lo que dicen las otras cadenas de televisi¨®n y la mayor¨ªas de los peri¨®dicos. Ponen en pr¨¢ctica una voluntarista teor¨ªa, que considera posible crear artificialmente una atm¨®sfera de victoria con la esperanza de que las profec¨ªas terminen produciendo efectos e induciendo a su cumplimiento. Esta teor¨ªa tiene una ventaja: cuando se comprueba que no sirve, una vez se ha levantado la niebla de las urnas, ya nadie se acuerda de discutirlas ni desmentirla porque hay cosas m¨¢s importantes que hacer.
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