Es la derecha la que est¨¢ en crisis
La primera realidad que deber¨¢n aceptar los republicanos es el significado de estos resultados electorales
Algunos de los males que se atribuyen a la izquierda en Europa, los sufre la derecha en Estados Unidos. De entrada, una lectura equivocada de las demandas del electorado y m¨¢s espec¨ªficamente de una sociedad en plena transformaci¨®n. Luego, una estrategia electoral, precedida por su estrategia de oposici¨®n, abiertamente equivocada. Finalmente, una dificultad innata para encontrar a los dirigentes con la personalidad, las ideas y el car¨¢cter que les permita obtener la victoria.
Las m¨²ltiples elecciones del martes y los escasos m¨¢rgenes de la victoria de Obama en buen n¨²mero de estados podr¨ªan proporcionar un cuadro enga?oso sobre las causas de la derrota republicana. Siempre aparecen las explicaciones circunstanciales, que atribuyen los cambios de fondo a factores superficiales, sobre todo cuando se ha creado la sensaci¨®n de empate gracias a unos sondeos muy ajustados y ha quedado la impresi¨®n de que todo se ha jugado y perdido en bolsillos de votos en cada uno de los estados que iban a decantar la elecci¨®n.
La socialdemocracia europea tambi¨¦n ha seguido en muchas ocasiones la ceguera voluntaria y el negacionismo, que conducen a mantener el statu quo dentro de los partidos y a seguir cavando la fosa de los propios errores. Hay republicanos que han querido buscar esta explicaci¨®n en los beneficios que ha obtenido Obama del paso del hurac¨¢n Sandy.
La primera realidad que deber¨¢n aceptar los republicanos es el significado de estos resultados electorales. Y estos dicen que el Partido Republicano sale muy mal parado de la elecci¨®n presidencial de anteayer martes, quiz¨¢s peor que la socialdemocracia europea como consecuencia de las derrotas electorales celebradas bajo el signo de la crisis. Aunque el margen sea estrecho, se lo ha jugado todo a una sola carta: o ganaba todo o lo perd¨ªa todo.
Su programa de restauraci¨®n moral y de minimizaci¨®n del Estado ha quedado descalificado. No habr¨¢ reversi¨®n de la legislaci¨®n sobre el aborto tal como estaba previsto, gracias a los cambios en la composici¨®n del Tribunal Supremo que cab¨ªa esperar de una presidencia de Mitt Romney. No habr¨¢ pol¨ªticas de rigor al estilo de Angela Merkel, sobre todo porque la leve recuperaci¨®n que ya ha empezado no se hubiera producido sin las pol¨ªticas de est¨ªmulo de Barack Obama.
Adem¨¢s, el mapa electoral de los ¨²ltimos 50 a?os ha empezado a virar de forma preocupante en favor del Partido Dem¨®crata. Obama ha vuelto a ganar en Virginia y Florida, dos estados de tradici¨®n republicana que exhiben ahora una composici¨®n demogr¨¢fica nueva, favorable a los dem¨®cratas y que dif¨ªcilmente volver¨¢n a comportarse seg¨²n la vieja pauta.
No ha colado el mensaje republicano sobre Obama. Nadie cree que se le pueda atribuir la responsabilidad de la crisis. Tampoco la cr¨ªtica hip¨®crita a su fracasada pol¨ªtica de consenso. Todo el mundo sabe que el objetivo republicano era impedirle que gobernara y repitiera luego cuatro a?os m¨¢s. Seguir este camino en los pr¨®ximos cuatro a?os puede dejar al partido republicano definitivamente en los m¨¢rgenes. Todo ello demuestra que la herencia de Bush est¨¢ todav¨ªa viva y nadie se enga?a sobre los or¨ªgenes del colosal endeudamiento que sufre EE UU: los recortes fiscales a los m¨¢s ricos y el gasto b¨¦lico desenfrenado para librar simult¨¢neamente dos guerras.
El partido republicano derrotado este martes en la carrera presidencial aparece como una fuerza del pasado, a la que han votado los blancos, los hombres, los evangelistas y los mayores de 65 a?os, y al que se le escapan los j¨®venes, los negros, los hispanos, los asi¨¢ticos incluso, y las mujeres, sobre todo las j¨®venes universitarias. Algunos expertos republicanos atribuyen su fracaso con estos grupos de poblaci¨®n a un d¨¦ficit en el micromanagement electoral, la t¨¦cnica cada vez m¨¢s socorrida que consiste en satisfacer demandas concretas de peque?os grupos, territorios e intereses. La cr¨ªtica tiene sentido, por cuanto los m¨¢rgenes de la victoria de Obama en cada Estado son suficientemente reducidos como para pensar que una microgesti¨®n pod¨ªa haberle dado el bolsillo de votos que le ha faltado a Romney.
Hay otra explicaci¨®n m¨¢s compleja que afecta a la intensa evoluci¨®n demogr¨¢fica y ¨¦tnica que est¨¢ convirtiendo a EE UU en un pa¨ªs m¨¢s parecido al mundo emergente, m¨¢s joven, femenino y multicultural, en el que la sinton¨ªa con el futuro y con la globalidad la tienen los dem¨®cratas con un presidente como Obama, nacido en Hawai, criado en Indonesia, hijo de keniano y de una blanca de Kansas, y enraizado en la comunidad afroamericana de Chicago.
Esta explicaci¨®n inquieta profundamente al fundamentalismo republicano, impl¨ªcitamente identificado con la vieja idea de la decadencia y la desposesi¨®n de la civilizaci¨®n cristiana y occidental, o en viejas palabras de los tiempos coloniales, del hombre blanco. La explicaci¨®n fundamentalista conduce al fatalismo y la marginalidad: todo es un problema de valores, que hay que defender sin concesiones, aunque sea a costa de la derrota, como ahora ha sucedido. Estos radicales criticar¨¢n ahora a Romney por su giro centrista del ¨²ltimo tramo de la campa?a, aunque convencer¨¢n a muy pocos respecto a la posibilidad de sacar alg¨²n provecho de la cabalgada radical en la que est¨¢n comprometidos.
La derecha deber¨¢ reflexionar sobre sus errores. Cuatro a?os m¨¢s de oposici¨®n sin cuartel contra Obama terminar¨¢n hiriendo a quienes la practiquen. Hay cuestiones en las que la dificultad republicana para el consenso ser¨¢ enorme: los impuestos, por ejemplo. Pero hay otras que son obligadas para un partido con vocaci¨®n presidencial, necesariamente abocado a una apertura hacia las minor¨ªas y m¨¢s espec¨ªficamente hacia los hispanos. Este es el caso de la inmigraci¨®n, que necesita una legislaci¨®n m¨¢s abierta y liberal.
A pesar del callej¨®n sin salida en que se han metido los republicanos, tienen una buena cantera de cuarenta?eros, especialmente preparados para seguir la cabalgada derechista, pero con suficientes reflejos para corregirla. Ahora tendr¨¢n el reto de adaptarse sin que les abandonen las bases electorales a las que han excitado durante los ¨²ltimos cuatro a?os. Deber¨¢n buscar lo que ahora no tienen: mujeres, j¨®venes, hispanos, negros. Pero no les bastar¨¢ con encontrar palabras para cada uno sino que deber¨¢n imitar a Barak Obama en la construcci¨®n de un discurso nacional que sirva para incluir a todos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.