Los ancianos
No es f¨¢cil que gobiernen las leyes y no los hombres. Solo eso es ya un gran avance. El equilibrio de poderes, las garant¨ªas jur¨ªdicas, los contrapoderes, los derechos individuales, la transparencia, la responsabilidad de los gobernantes (accountability en la expresi¨®n inglesa m¨¢s precisa), en definitiva el Estado de derecho, la libertad y la democracia, llegar¨¢n luego, pero ya se ha dado un paso de gigante cuando se consigue que funcione una regla de juego y que la apliquen todos, incluso los gobernantes.
La apariencia del 18? Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), del que sale la quinta generaci¨®n de l¨ªderes que gobernar¨¢ el pa¨ªs en los pr¨®ximos diez a?os, confirma el funcionamiento sospechosamente perfecto del relevo generacional. Produce admiraci¨®n en las elites occidentales el orden y la estabilidad conseguidos por el partido ¨²nico, que ha sabido revertir por cuarta vez el car¨¢cter conflictivo, incluso sangriento, de las sucesiones revolucionarias.
Ahora no hay que esperar a que se muera un dictador. Todo est¨¢ previsto y pautado. Los l¨ªderes se jubilan a los diez a?os. Aunque hay un dirigente m¨¢ximo, aparece como el primero de sus pares dentro de una direcci¨®n fuertemente colegiada. El ascenso de los nuevos es gradual en un largo proceso que ni siquiera termina con el Congreso. Es la gloria de la meritocracia y el gobierno de los mejores, m¨¢s preparado que nuestras ingobernables democracias para tocar los tipos de inter¨¦s, estimular la econom¨ªa o tomar decisiones impopulares que convienen al inter¨¦s general.
?Qui¨¦n les ha elegido y c¨®mo han sido elegidos? Podemos rompernos la cabeza pero no conseguiremos saberlo. No son el fruto azaroso del funcionamiento de una regla de juego, sino directo resultado de una decisi¨®n. ?Qui¨¦n la ha tomado? Ni idea. Nada conocemos de los tratos y negociaciones en la c¨²pula del poder de los que saldr¨¢n hoy los siete o nueve nombres del ¨®rgano supremo, el Comit¨¦ Permanente del Politbur¨®.
Sabemos m¨¢s de las ideas y tendencias pol¨ªticas que combaten en su seno que de quienes las encarnan, y no digamos ya del desarrollo de unos debates que jam¨¢s se han producido en p¨²blico. Lo ha demostrado el director del ECFR (European Center on Foreign Relations) Mark Leonard, que realiz¨® hace cinco a?os un memorable trabajo titulado ?Qu¨¦ piensa China? (Icaria/ Pol¨ªtica Exterior), revisado ahora en un nuevo libro antol¨®gico China 0.3 (hay edici¨®n e-book) con unas aportaciones de un amplio abanico de intelectuales chinos.
De ambos libros podr¨ªamos deducir que todas las ideas y corrientes de pensamiento circulan y combaten tambi¨¦n en el interior del PCCh. Pero poco podemos saber sobre el funcionamiento del ¨²ltimo resorte del poder, sino es por conjeturas o directamente por testimonios de quienes participaban de dicho mecanismo supremo.
Este es el caso de Zhao Ziyang, secretario general del PCCh y en teor¨ªa l¨ªder supremo hasta 1989, cuando la matanza de Tiananmen acab¨® con su carrera. Lo cont¨® en su libro Prisionero del Estado (Alg¨®n editores): el secreto lo tienen los ancianos, los dirigentes jubilados, y entre ellos el presidente de la Comisi¨®n Militar, el cargo que ocupaba Deng Xiaoping en el momento de la revuelta de los estudiantes.
En este congreso de gui¨®n previamente conocido el hecho relevante es la aparici¨®n en escena de Jiang Zemin, 86 a?os, sucesor de Deng, hombre fuerte en la sombra y padrino de Xi Jinping, el nuevo l¨ªder. Tambi¨¦n ser¨¢ relevante saber qui¨¦n ocupa la presidencia de la Comisi¨®n Militar, cargo en el que Jiang sigui¨® durante dos a?os despu¨¦s de su relevo en la c¨²pula del partido, aunque ahora es muy posible que sea Xi, hijo de uno de los ancianos que impusieron la ley marcial en 1989, quien directamente tome las riendas del hard power.
La vieja guardia es la que asegura la estabilidad y la continuidad. Ahora hay intereses adicionales que lo aconsejan: todos los ancianos tienen una amplia familia que ha prosperado hasta l¨ªmites inimaginables. La elite comunista es tambi¨¦n la clase econ¨®micamente m¨¢s poderosa de China. El comunismo ha sido el ascensor social de estas familias y no van a jugar ahora con el patrimonio de sus hijos.
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