?Trenes en v¨ªa muerta?
La locomotora europea zigzagea, se para bruscamente, y amenaza con hacer descarrilar el tren euro-latinoamericano
¡°Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos¡±, cantaba el poeta Neruda. Lo mismo puede decirse de ¨ªberos y americanos reunidos en C¨¢diz. Dos d¨¦cadas despu¨¦s de la primera Cumbre Iberoamericana, Brasil es una gran potencia; M¨¦xico se despereza mirando al Norte; Colombia es una promesa; los andinos, con Ch¨¢vez a la cabeza, se han sublevado. Espa?a y Portugal est¨¢n cada vez m¨¢s irreconocibles.
Todos los gobiernos de nuestra democracia han cre¨ªdo que Espa?a pod¨ªa conducir el tren iberoamericano. Y lo lograron en parte: impulsaron algo mucho mejor que una Commonwealth de estilo colonial. Se confraterniz¨® mucho, se crearon garant¨ªas en cobertura social para los inmigrantes, se abrieron espacios para estudiantes de grado superior; se destinaron copiosos fondos para el desarrollo.
Pero ahora comprendemos que esa v¨ªa no da mucho m¨¢s de s¨ª. Es cuesti¨®n de tiempo que la incipiente integraci¨®n regional v¨ªa UNASUR, la Alianza del Pac¨ªfico o CELAC, sustraiga a los espa?oles de parte de las tareas y beneficios del desarrollo. En C¨¢diz se habla mucho, y con raz¨®n, del empleo y la inversi¨®n que puede generar Espa?a. Sin duda que los dos idiomas comunes, y un entorno homog¨¦neo facilitar¨¢n la acci¨®n de las pymes, y las industrias culturales del cine, la m¨²sica, o editoriales. Pero es cuesti¨®n de tiempo que nuestro peso econ¨®mico relativo en la regi¨®n disminuya. Empresas y bancos son cada vez menos espa?oles y m¨¢s latinoamericanos (y qui¨¦n sabe si en un futuro chinas). Y las empresas ib¨¦ricas no pueden proporcionar infraestructuras o tecnolog¨ªa punta para toda la regi¨®n.
En realidad, las miradas de los mandatarios reunidos C¨¢diz est¨¢n puestas en Europa. A nadie se le pasa por alto en esta XXII Cumbre que Espa?a se juega su futuro en la zona euro, y que ese feliz invento que fue la Comunidad Iberoamericana tambi¨¦n depende de ello. Pero la locomotora europea zigzagea, se para bruscamente, y amenaza con hacer descarrilar el tren euro-latinoamericano. Pese a los esfuerzos espa?oles en la Cumbre de Madrid de 2010, a¨²n no ha cristalizado una verdadera estrategia europea hacia Am¨¦rica Latina, sino que tan solo hay aumento de inversiones dispersas por alemanes, italianos, o franceses.
Ambos trenes podr¨ªan entrar en v¨ªa muerta. A Espa?a le toca enderezar el rumbo, enganchar los dos y conducirlos en paralelo en la misma direcci¨®n. No como l¨ªder o mediador ¨C no lo puede ser ya, ni se le espera ¨C sino como un gran dinamizador en las dos regiones. En la Iberoam¨¦rica que conoci¨® los estragos de la ortodoxia y los ajustes, Espa?a puede conseguir un apoyo adicional para defender ante Bruselas o Berl¨ªn otra pol¨ªtica econ¨®mica. La crisis invita a europeos y latinoamericanos a hablar en voz alta de reforma financiera, de energ¨ªas limpias, de China u Oriente Medio, y sobre todo de defender lo que es propio a todos ellos: un ideal de sociedades cohesionadas, de ciudadanos que participen en las instituciones. En la otra orilla, para su suerte, ya saben que no hay que saltarse pasos en una uni¨®n econ¨®mica y monetaria, y c¨®mo dotarse de instituciones para un proyecto supranacional, si alguna vez, en el siglo XXI, deciden crear uno similar.
Vicente Palacio es director adjunto en la Fundaci¨®n Alternativas (Opex)
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.