¡°Las recetas que se est¨¢n aplicando en Europa llevar¨¢n a una recesi¨®n brutal¡±

¡°Yo no creo que el problema de Europa sea su modelo de Estado de bienestar. El problema es que se han aplicado soluciones inadecuadas para la crisis y el resultado es un empobrecimiento de las clases medias. A este paso se producir¨¢ una recesi¨®n generalizada¡±.

Me hubiera gustado comenzar la conversaci¨®n por hablar de su pasado pol¨ªtico, que transcurri¨® entre responsabilidades log¨ªsticas en la guerrilla armada, o preguntarle antes que nada por los desaf¨ªos que Brasil afronta, pero ella ha entrado en la sala como un torbellino dispuesta a despedazar las claves de la crisis europea, que amenaza con impactar en el desarrollo de los pa¨ªses emergentes. ¡°Nosotros ya hemos vivido esto. El Fondo Monetario Internacional nos impuso un proceso que llamaron de ajuste, ahora lo dicen austeridad. Hab¨ªa que cortar todos los gastos, los corrientes y los de inversi¨®n. Aseguraban que as¨ª llegar¨ªamos a un alto grado de eficiencia, los salarios bajar¨ªan y se adecuar¨ªan los impuestos. Ese modelo llev¨® a la quiebra de casi toda Latinoam¨¦rica en los a?os ochenta. Las pol¨ªticas de ajuste por s¨ª mismas no resuelven nada si no hay inversi¨®n, est¨ªmulos al crecimiento. Y si todo el mundo restringe gastos a la vez, la inversi¨®n no llegar¨¢¡±. Lo dice con convicci¨®n, alzando las manos en expresivo gesto que indica el camino a seguir, es todo su cuerpo el que protesta por lo que est¨¢ pasando al otro lado del Atl¨¢ntico y pienso que si no existiera ya en la Historia una Dama de Hierro quiz¨¢ alguien se habr¨ªa atrevido a sugerir este apodo para ella. La prensa internacional considera a Dilma Rousseff, 36? presidente de la Rep¨²blica Federativa del Brasil, una de las tres mujeres m¨¢s poderosas del mundo, junto con Angela Merkel y la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton. A Clinton le quedan dos meses en el cargo, con lo que el triunvirato puede verse pronto reducido a un duelo de titanes. ?Le ha dicho ya a la canciller alemana cu¨¢les son sus puntos de vista sobre la pol¨ªtica que ella est¨¢ imponiendo en Europa? ¡°Se lo he dicho en todas las reuniones del G-20. Europa pasa por algo que ya conocimos en Am¨¦rica Latina. Hay una crisis fiscal, una crisis de competitividad y una crisis bancaria. Y las recetas que se est¨¢n aplicando llevar¨¢n a una recesi¨®n brutal. Sin inversi¨®n ser¨¢ imposible salir de la crisis. Por supuesto hay que pagar las deudas, la consolidaci¨®n fiscal es necesaria, pero se precisa tiempo para que los pa¨ªses lo hagan en condiciones sociales menos graves. No solo por una cuesti¨®n ¨¦tica, sino tambi¨¦n por exigencias propiamente econ¨®micas. El euro es un proyecto inacabado y si Europa quiere resolver sus problemas tiene que completarlo, mediante la supervisi¨®n y la uni¨®n bancaria. En realidad el euro no es una moneda ¨²nica hoy. El mercado distingue entre el euro espa?ol, el euro italiano, franc¨¦s, griego o alem¨¢n. El BCE tiene que ser el prestamista de ultimo recurso, pero no solo: hace falta que exista un mercado de t¨ªtulos, un mercado de deuda, como en el resto de los pa¨ªses. La moneda ¨²nica europea es una de las mayores conquistas de la Humanidad, precisamente en un continente tan castigado por las guerras y las disputas internas. Se trata de un fen¨®meno econ¨®mico, social, cultural y pol¨ªtico que significa un avance formidable, pero de momento est¨¢ incompleto. No puede seguir as¨ª si queremos vencer a la crisis. Es el tiempo de construir los consensos, y para ello es importante que exista un liderazgo¡±.

Las pol¨ªticas de ajuste no resuelven nada, si no hay tambi¨¦n inversi¨®n

No es precisamente liderazgo lo que falta en Brasil. Las encuestas atribuyen a Dilma Rousseff m¨¢s de un 70% de popularidad, porcentaje a¨²n mayor del que gozaba su predecesor en el cargo y mentor en su carrera pol¨ªtica, Lula da Silva. La continuidad b¨¢sica de una pol¨ªtica econ¨®mica que dura ya casi dos d¨¦cadas (desde que Fernando Henrique Cardoso emprendiera su amplio programa de modernizaci¨®n) ha convertido a Brasil en la quinta econom¨ªa del mundo y hoy es un interlocutor imprescindible en cualquier escenario internacional. La llegada de Lula a la presidencia supuso todo un terremoto. Las clases bajas experimentaron un sentimiento de autoestima como nunca hab¨ªan tenido hasta entonces al ver que un obrero ocupaba la presidencia de la Rep¨²blica. Era todo un s¨ªmbolo de la nueva pol¨ªtica de inclusi¨®n social que anunciaba ya el proyecto estrella de Rousseff: hacer de Brasil un pa¨ªs de clases medias, no solo en lo que se refiere a los est¨¢ndares de vida, sino sobre todo en lo que concierne al nivel educativo de la poblaci¨®n.

Dilma no tiene el carisma de Lula, pero brilla por s¨ª misma por su eficacia y su convicci¨®n pol¨ªtica. Se incorpor¨® al PT, el partido del Gobierno, a?os m¨¢s tarde de su fundaci¨®n, tras haber militado en el socialismo de Lionel Brizola y, antes, en dos organizaciones marxistas que promov¨ªan la lucha armada. Detenida y torturada por la dictadura militar, fue encarcelada durante tres a?os, y esa experiencia personal supone un plus de credibilidad a los ojos de todos los dem¨®cratas. Le comento que yo tuve oportunidad de vivir Mayo del 68 en Par¨ªs y soy uno de los hu¨¦rfanos de aquella revoluci¨®n. Los j¨®venes espa?oles de la ¨¦poca segu¨ªamos con admiraci¨®n los procesos latinoamericanos, iluminados entonces por la esperanza m¨¢s tarde frustrada del castrismo. Cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, muchos l¨ªderes de aquellos movimientos ocupan posiciones de poder en la econom¨ªa, la pol¨ªtica y la cultura y son objeto de protestas similares a las que ellos encabezaron. ?Mereci¨® la pena todo aquello?

¡°Necesariamente la gente evoluciona. Yo en diciembre de 1968 no andaba en pol¨ªtica ni me hab¨ªa incorporado a la clandestinidad. Entonces sucedi¨® lo que se conoce en Brasil como el golpe dentro del golpe: un endurecimiento de la dictadura militar. A partir de ese hecho, cualquiera de mi generaci¨®n que tuviera la m¨¢s m¨ªnima voluntad democr¨¢tica era violentamente perseguido. De modo que desde mi punto de vista personal s¨ª vali¨® la pena, y mucho. Una parte de la juventud tuvo el gesto generoso de pensar que era su obligaci¨®n luchar por su pa¨ªs, incluso incurriendo en algunos errores. Puede que aquellos m¨¦todos no condujeran a nada, no tuvieran futuro y constituyeran una visi¨®n equivocada sobre la salida de la dictadura. Pero en la gente anidaba un sentimiento de urgencia, cre¨ªan que en Brasil no podr¨ªa haber una reforma democr¨¢tica, tambi¨¦n por su visi¨®n pesimista sobre los dirigentes del pa¨ªs. Con los a?os he comprobado nuestro exceso de ingenuidad y romanticismo y nuestra falta de comprensi¨®n de la realidad. No percib¨ªamos que esta era mucho m¨¢s compleja, que pod¨ªa haber diferentes soluciones de futuro. Mi estancia en la c¨¢rcel me ayud¨® a entender que el r¨¦gimen militar no sobrevivir¨ªa, porque no pod¨ªa detener, torturar y matar a toda la juventud. El pa¨ªs hab¨ªa comenzado a transformarse y exig¨ªa un cambio. Enseguida comenz¨® la complejidad de la transici¨®n. A m¨ª me detuvieron en 1970 y la apertura empez¨® en 1974, con el presidente Geisel. Se trataba de una apertura controlada, ¡®lenta, gradual y segura¡¯ en el idioma oficial; no era todav¨ªa la democracia, pero las condiciones hab¨ªan cambiado. Entre 1970 y 1974 transcurri¨® la etapa m¨¢s negra de la dictadura. Luego result¨® evidente que no hab¨ªa soluci¨®n a los problemas econ¨®micos y sociales sin democracia. Tal vez lo que diferencia a mi pa¨ªs de otros de Am¨¦rica Latina es que nosotros tuvimos una fe sin restricciones en el valor de la democracia. Eso hizo que el proceso resultara menos duro¡±.

Se necesita tiempo para la consolidaci¨®n fiscal en condiciones sociales menos graves

Sin embargo, la democracia est¨¢ perdiendo prestigio en Occidente, le digo, sobre todo por su aparente incapacidad para responder a la crisis, para reformar el capitalismo. Existe en cambio una cierta admiraci¨®n por el mandarinato chino, dada su eficacia en gestionar el crecimiento.

¡°Tal vez la mejor cosa de China es que sabe definir sus metas. No creo que nadie tenga que imitar a ning¨²n pa¨ªs, pero se puede aprender de sus mejores pr¨¢cticas. Yo, por ejemplo, pretendo hacer un plan a medio plazo. Para saber d¨®nde quiero llegar tengo que iluminar tambi¨¦n el presente, definir cu¨¢l debe ser mi tasa de inversi¨®n si quiero doblar la renta per capita de Brasil, y en cuanto tiempo. Tal vez podamos hacerlo en 12 o 15 a?os, mediante una pol¨ªtica adecuada de inversi¨®n p¨²blica y privada¡­ Naturalmente que se trata de proyecciones, luego la realidad es muchas veces diferente, pero si te marcas una meta lo importante es acercarte lo m¨¢s posible a ella. Cuando la consigues del todo es porque la meta estaba mal definida¡±.

Esta cultura del esfuerzo desdice de los t¨®picos del Brasil de samba y carnaval que tanto da?o han hecho a la imagen del pa¨ªs, de igual modo que en nuestro caso abundan las diatribas de los n¨®rdicos contra los perezosos europeos del sur y los clich¨¦s de fiesta y siesta se imponen a la hora de caricaturizar a los espa?oles. ¡°Eso de que en la zona euro los n¨®rdicos trabajan mucho, gastan poco y son muy competitivos mientras los del sur son perezosos, se endeudan de m¨¢s, gastan sin control y no contribuyen al euro, es una historia mal contada. Los pa¨ªses m¨¢s avanzados de Europa se han beneficiado de un mercado de 600 millones de personas y de una zona monetaria ¨²nica, con lo que mantuvieron tasas de cambio inferiores a las que les hubiera correspondido por sus super¨¢vits¡±. Rousseff maneja de memoria las cifras, los porcentajes y las magnitudes, conoce el lenguaje de los mercados y argumenta en su mismo idioma. Una cualidad extra?a entre los pol¨ªticos del momento, que se entregan en manos de tecn¨®cratas y aplican las recetas de los expertos. Estos se?alan por su parte que el crecimiento de Brasil se ha moderado y muchas voces alertan del contagio de la crisis en los pa¨ªses emergentes.

El euro es un proyecto inacabado: en realidad no es una moneda ¨²nica

¡°La recesi¨®n europea est¨¢ alargando los plazos para una mayor recuperaci¨®n de las econom¨ªas que no tienen problemas fiscales ni financieros, est¨¢n en crecimiento positivo y practican pol¨ªticas antic¨ªclicas, como Brasil. Estamos haciendo de todo para impulsar de nuevo nuestro crecimiento, hemos reducido los costos de capital, los del trabajo tambi¨¦n, y bajado muchos impuestos para impulsar el consumo¡±. ?Es este un modelo a seguir? ?Podr¨ªamos decir que responde a un est¨¢ndar replicable por un cierto tipo de izquierda en Am¨¦rica Latina? ¡°Lejos de m¨ª proponer ning¨²n tipo de modelo, pero lo que en nuestro caso oper¨® como elemento transformador fue comprobar cuando llegamos al Gobierno que hab¨ªa, ?c¨®mo decirlo?, determinados falsos dilemas, id¨¦nticos a los que hoy enfrenta Europa. Disyuntivas como controlar la inflaci¨®n o impulsar el desarrollo, reducir el gasto p¨²blico o invertir, desarrollar primero el pa¨ªs para luego distribuir rentas, luchar solo contra la pobreza o entrar de un salto en la econom¨ªa del conocimiento, optar entre el mercado externo y el consumo interno. A mi ver, todas estas cosas deben abordarse simult¨¢neamente. Distribuir renta, por ejemplo, es una exigencia moral, pero tambi¨¦n una premisa para el crecimiento. De ah¨ª la importancia de la pol¨ªtica econ¨®mica¡±.

En comentarios como este se basan los que atribuyen a Dilma ejercer un pragmatismo desideologizado. A m¨ª no me lo parece. Creo m¨¢s bien que su popularidad radica en el triunfo de la pol¨ªtica, en el reconocimiento de que son las decisiones pol¨ªticas las que determinan el devenir de la econom¨ªa, los mercados incluidos. Tambi¨¦n en su capacidad de decidir, que ha hecho que la tilden de autoritaria.

Con mi estancia en la c¨¢rcel comprend¨ª que el r¨¦gimen militar desaparecer¨ªa

¡°El tr¨ªpode en el que hemos apoyado nuestra acci¨®n es bien simple: cuentas p¨²blicas austeras, inflaci¨®n bajo control y acumulaci¨®n de reservas en divisas para proteger nuestra moneda de la especulaci¨®n, lo que fortalece nuestro sector externo. Pero al mismo tiempo nos pusimos a construir un mercado interno, sobre todo combatiendo un d¨¦ficit habitacional formidable. Bajamos adem¨¢s los tipos de inter¨¦s para evitar las inversiones extranjeras directas especulativas. Creamos as¨ª instrumentos de cr¨¦dito que facilitaran el acceso a la vivienda a los poseedores de rentas medias y bajas. Vamos a entregar un mill¨®n de casas nuevas y vamos a contratar dos millones m¨¢s. Hay quien dice que con esta pol¨ªtica en Brasil se va a formar una burbuja, pero no corremos ning¨²n riesgo al respecto¡±. ?Ninguno? ?No ser¨¢ que la gente no ve la burbuja cuando est¨¢ dentro de ella? ¡°Ning¨²n riesgo. Estamos muy lejos de nada semejante. Ni siquiera tenemos un buchito de agua en el que pueda formarse una pompa de jab¨®n¡±.

Pese al optimismo de esta narraci¨®n, Brasil enfrenta serios problemas que impiden un crecimiento m¨¢s r¨¢pido y equilibrado. El milagro de su econom¨ªa se basa fundamentalmente en la exportaci¨®n de materias primas, agroalimentarias y minerales. El pa¨ªs tiene deficiencias importantes en infraestructuras y suministro de energ¨ªa, que la propia Dilma, como ministra del ramo durante el Gobierno de Lula, comenz¨® a paliar con su programa Luz para Todos. Los proyectos que tratan de dar respuesta a estas carencias, como las presas hidr¨¢ulicas en el Amazonas, convocan la oposici¨®n de los ambientalistas y las tribus ind¨ªgenas, apoyados en sus reivindicaciones por famosos como Sting o Sigourney Weaver. Otros pa¨ªses de la regi¨®n, singularmente Per¨², se han topado con similares obst¨¢culos a la hora de explotar yacimientos aur¨ªferos, lo que demora enormemente los proyectos. ¡°La ¨²nica manera de abordar este tema es realizar audiencias p¨²blicas, tantas cuantas sean necesarias. Hicimos hasta 25 para las presas de San Antonio y Jirau. Pero organizar un di¨¢logo no significa pasarse un siglo discutiendo. Los ciudadanos tienen que aceptar lo que es razonable, exigir que las empresas privadas cumplan con sus compromisos y, finalmente, asumir que llega un momento en que el propio debate se acaba. En las represas que he citado llegamos a debatir c¨®mo y cu¨¢ndo un pez pod¨ªa pasar de un lado al otro del r¨ªo. Adem¨¢s, despu¨¦s de ese proceso, quedan los recursos ante el ministerio p¨²blico. De manera que cuando una presa comienza a construirse se han sorteado todas las barreras imaginables. Aqu¨ª no existe otra forma de hacer las cosas¡±.

Semejantes audiencias pueden durar hasta un a?o o a?o y medio, e incluso m¨¢s, por culpa de la muy exigente y r¨ªgida burocracia brasile?a, con lo que los viajeros extranjeros que llegan por estas fechas al pa¨ªs se sorprenden del retraso evidente en la construcci¨®n de infraestructuras necesarias para la celebraci¨®n de la Copa del Mundo de F¨²tbol en 2014 y los Juegos Ol¨ªmpicos de R¨ªo de Janeiro en 2016. La escasez y poca funcionalidad de los aeropuertos, la deficiente red de carreteras, la debilidad de la oferta hotelera, y el propio retraso en la construcci¨®n de instalaciones deportivas saltan a la vista. El Gobierno asegura no obstante que no hay que preocuparse: dos estadios nuevos van a inaugurarse el pr¨®ximo diciembre en Fortaleza y Belo Horizonte, y este mismo mes se privatizar¨¢ la gesti¨®n de algunos aeropuertos. Por lo dem¨¢s, prepara licitaciones para la construcci¨®n de nuevas v¨ªas f¨¦rreas, puertos y carreteras. ¡°En este sector las empresas espa?olas son muy competitivas. OHL fue aqu¨ª una de las grandes pioneras en hacer autopistas, y a precios bien asequibles. A la Cumbre Iberoamericana de C¨¢diz voy a viajar con un grupo de inversores privados con los que eventualmente puedan asociarse los espa?oles y vamos a presentar un plan sobre inversiones disponibles en el ¨¢rea de infraestructuras¡±.

El tr¨ªpode en el que hemos apoyado nuestra acci¨®n es simple: cuentas austeras, inflaci¨®n baja y reservas en divisas

El otro gran desaf¨ªo es la educaci¨®n, en un pa¨ªs con m¨¢s de un 10% de analfabetos funcionales entre la poblaci¨®n por encima de los 15 a?os. ¡°En mi proyecto de hacer de Brasil un pa¨ªs de clases medias, tengo que enfrentar simult¨¢neamente la lucha contra la pobreza y garantizar padrones educativos similares a los del primer mundo. Todos los ni?os de Brasil van a tener un nivel m¨ªnimo de lectura y escritura y manejar operaciones matem¨¢ticas hasta determinado a?o. Despu¨¦s es preciso que tengan una educaci¨®n a tiempo integral para que puedan ingresar en la escuela con un cierto nivel, de modo que estoy hablando de guarder¨ªas. No tengo dinero para financiar un plan as¨ª para todo el mundo, pero s¨ª para la poblaci¨®n m¨¢s pobre. Para la clase media ya existen guarder¨ªas de buena calidad. Guarder¨ªas y preescolar: eso construye el futuro. Adem¨¢s nos inspiramos en algunos modelos alemanes, y nos estamos asociando con nuestra querida se?ora Merkel para establecer programas de ense?anza t¨¦cnica profesional como alternativa a la universidad. En esta trabajamos por una universidad p¨²blica de excelencia, contratando profesores visitantes de nivel mundial. Hemos aprobado una ley que establece que el 50% de las becas para las universidades p¨²blicas sea para los alumnos de la escuela p¨²blica y para los de rentas m¨¢s bajas y los negros. Porque ahora todos los alumnos de la ense?anza privada van a la universidad p¨²blica tambi¨¦n¡±.

Infraestructuras y educaci¨®n: un programa que recuerda como ning¨²n otro a la escuela y despensa del regeneracionismo espa?ol. Pero tambi¨¦n industria (¡°Brasil no puede ser un pa¨ªs de servicios¡±), desarrollo tecnol¨®gico, potenciaci¨®n del sector automovil¨ªstico y sus empresas auxiliares, desarrollo sider¨²rgico y agroalimentario. Lleva dos a?os en el poder y dentro de dos podr¨¢ presentarse para un segundo mandato. ?En seis a?os va a poder hacer todas esas cosas? ¡°?En cu¨¢ntos a?os dice? No s¨¦. Voy a dejar una buena contribuci¨®n a ese programa. Lula estuvo dos legislaturas y me transmiti¨® un gran legado. Yo pretendo hacer lo mismo con quien me suceda. Si van a ser cuatro u ocho a?os solo el pueblo brasile?o lo sabe¡±.

Y en ese periodo, junto a las transformaciones econ¨®micas, ?cambiar¨¢ tambi¨¦n el sistema pol¨ªtico? ?Cu¨¢l es el futuro de la democracia brasile?a? Lula dijo que hab¨ªan conseguido que Brasil fuera un pa¨ªs previsible. ¡°No solo eso, nuestra democracia es tambi¨¦n muy rica en t¨¦rminos de debate. Estamos acostumbrados a discutir en torno a una mesa, es todo un h¨¢bito entre nosotros. A Bill Clinton eso le llam¨® la atenci¨®n. La democracia brasile?a est¨¢ acostumbrada a dialogar. En algunos pa¨ªses puede causar extra?eza o pavor que la presidente de la Rep¨²blica converse con las centrales sindicales. Para nosotros es de lo m¨¢s normal. A veces estamos de acuerdo y a veces no¡±. ?Por qu¨¦ no ense?a eso a los espa?oles?, le pregunto. ¡°Cada uno tiene su sistema, ?no? Pero pa¨ªses complejos como los nuestros exigen di¨¢logo y participaci¨®n. La experiencia dicta que es bueno plantar cara a los conflictos¡±.

La mejor cosa que vemos en China es que sabe definir sus metas

Hablamos de los medios de comunicaci¨®n, de las dificultades que los nuevos sistemas de opini¨®n p¨²blica, las redes sociales, generan a quienes ocupan el poder. ¡°Siempre he dicho que la prensa brasile?a comete excesos, pero los prefiero al silencio de la dictadura. De cualquier manera en este pa¨ªs ya no existe algo que era tradicional entre nosotros: un formador de la opini¨®n. Desde hace 10 a?os tomamos las decisiones pol¨ªticas en funci¨®n de lo que beneficia a los brasile?os, no por preconceptos ideol¨®gicos o de cualquier otro tipo. El pueblo no se deja manipular en absoluto¡±. Despu¨¦s me recuerda que no tuvo el apoyo de la prensa ni los grandes medios durante la campa?a presidencial, pero sin embargo logr¨® un 56% de los votos en las elecciones.

Celebramos la entrevista el pasado lunes 12 de noviembre, el mismo d¨ªa que fueron hechas p¨²blicas las penas de c¨¢rcel por corrupci¨®n contra Jos¨¦ Dirceu, fundador junto con Lula del PT, primer jefe de Gabinete del anterior presidente, sustituido en el cargo precisamente por Dilma cuando se vio obligado a dimitir por el esc¨¢ndalo del llamado caso mensalao. Conoc¨ª la sentencia a la salida de mi encuentro con Rousseff, por lo que es m¨¢s que probable que ella la conociera cuando hablaba conmigo. El juicio, en el que Dirceu asegura haber sido condenado sin pruebas, estuvo trufado de intereses pol¨ªticos y de una abrumadora campa?a medi¨¢tica en contra de los acusados, cuyo objetivo indudable era salpicar la figura del propio Lula da Silva. ¡°Pocos Gobiernos han hecho tanto por el control del gasto p¨²blico como el del presidente Lula. Entonces abrimos el Portal de Transparencia, con todas las cuentas p¨²blicas al alcance de quien quiera consultarlas. Tambi¨¦n hicimos una Ley de Acceso a la Informaci¨®n que obliga a divulgar los salarios de los dirigentes. Estoy radicalmente a favor de combatir la corrupci¨®n, no solo por una cuesti¨®n ¨¦tica, sino por un criterio pol¨ªtico. Hablo ahora de la corrupci¨®n de los Gobiernos, no la de otro tipo como la de las empresas, que tambi¨¦n existe. Un Gobierno es 10.000 veces m¨¢s eficiente cuanto m¨¢s controla, m¨¢s fiscaliza y m¨¢s impide. No hay t¨¦rminos medios en este aspecto, ni componendas de ninguna clase, lo que en Brasil se llama medio embarazos. Ha habido diversos procedimientos jur¨ªdicos en este terreno y como presidente de la Rep¨²blica no puedo manifestarme sobre las decisiones del Tribunal Supremo Federal. Acato sus sentencias, no las discuto. Lo que no significa que nadie en este mundo de Dios est¨¦ por encima de los errores y las pasiones humanas¡±.

Las pasiones humanas y las pol¨ªticas, le apunto.

¡°Tal vez estas sean de las mayores. Pertenecemos a una generaci¨®n que ha vivido intensamente. Como me dijo el presidente Mujica de Uruguay: ¡®Nuestra generaci¨®n luch¨® mucho y vaya burradas que cometimos, ?eh, Dilma?¡¯ [El actual presidente uruguayo particip¨® tambi¨¦n en la guerrilla armada contra la dictadura de su pa¨ªs].

Es un hombre muy divertido. Sigui¨® dici¨¦ndome que ¨¦l hab¨ªa tenido la ¨¦poca de la pol¨ªtica, la de la pasi¨®n, la de esto y aquello, la ¨¦poca del Gobierno¡­

¡ªPero cuando me convert¨ª en presidente yo estaba en la ¨¦poca de las flores¡ª a?adi¨®, porque ¨¦l planta flores¡±.

Luego se levanta, entre t¨ªmida y divertida. Me tiende la mano y me dice a modo de despedida: ¡°Esa es tambi¨¦n mi ¨¦poca, estoy en la de las flores¡±.