Gaza estudia la letra peque?a del alto el fuego
Los muertos en ocho d¨ªas de ataques suman 139 hasta la noche de este mi¨¦rcoles
La decepci¨®n del martes no fue tanto en Gaza donde todos est¨¢n muy acostumbrados a las grandes decepciones. Por eso recibieron ayer la noticia de un alto el fuego con prudencia. Durante los 90 minutos entre el anuncio y la entrada en vigor se oyeron en la Franja mediterr¨¢nea los sonidos cotidianos desde hace ocho d¨ªas: el zumbido constante de los aviones esp¨ªa, el estruendo de los cohetes palestinos y el retumbar de los ataques israel¨ªes.
La noticia del atentado en Tel Aviv lleg¨® veloz por la ma?ana al lugar del norte de Gaza donde un joven con barba, camisa rosa, pantalones con raya y chanclas anotaba en una enorme libreta nombre, nacionalidad y hotel de los reci¨¦n llegados. Un pu?ado de hombres, muchos enchufados al auricular de sus tel¨¦fonos m¨®viles, convertidos estos d¨ªas en transistores, rodeaban el improvisado tenderete ¡ªuna mesa en un portal¡ª que ha sustituido a los guardias de Ham¨¢s que sol¨ªan custodiar el lado palestino del paso fronterizo con Israel.
De repente, se empezaron a ver sonrisas aqu¨ª y all¨¢. Dos palabras sobresal¨ªan: Israel y suhada (m¨¢rtir). M¨¢s sonrisas mientras otros se arremolinaban a su lado, pendientes de los detalles que iban ofreciendo los urgentes radiof¨®nicos e iban retransmitiendo. Tel Aviv, autob¨²s, diez personas. No era un atentado suicida pero s¨ª un atentado con bomba. M¨¢s all¨¢, en el centro de Ciudad de Gaza algunos lo celebraron con disparos al cielo.
Entre muchos palestinos que viven en Gaza un atentado en Tel Aviv se consider¨® una buena noticia incluso si alejaba un potencial alto el fuego. Es la venganza. Que el enemigo tambi¨¦n sufra en sus carnes. Un peligroso c¨®ctel de desesperaci¨®n, sufrimiento y religi¨®n macera desde hace a?os en este superpoblado territorio.
El cirujano pl¨¢stico Hisham Ammous, que estudi¨® en la Complutense de Madrid y vino a Gaza a echar una mano con otros 15 colegas, explic¨® a las puertas del Hospital de Shifa, el mayor de la Franja, que ha tratado lesiones para ¨¦l in¨¦ditas: "He visto un tipo de quemados que nunca hab¨ªa visto en mi vida. Cuerpos carbonizados y decapitados", detall¨® mientras mostraba las fotos en su m¨®vil. No sab¨ªa a qu¨¦ atribuirlo. Ammous, que se quedar¨¢ una semana, vino desde Ramala no en l¨ªnea recta, sino a trav¨¦s de Egipto, un rodeo consecuencia de la ocupaci¨®n israel¨ª de los territorios palestinos.
Poco despu¨¦s, en el mismo lugar, el ministro de Sanidad de Gaza, Mufid Mujalalati, sostuvo que Israel utiliza a los vecinos de Gaza de "cobayas de su nuevo armamento". Los muertos en ocho d¨ªas de ataques eran hasta la noche del mi¨¦rcoles 139, "un 40% ni?os, mujeres y ancianos", recalc¨® el ministro. A pocos metros, junto a la entrada de urgencias, donde sanitarios y fot¨®grafos hacen guardia, hab¨ªa dos fotos de un muy sonriente Ahmed Yabari, el jefe militar de Ham¨¢s asesinado de un misilazo el primer d¨ªa de la ofensiva.
Junto a dep¨®sitos de armas, lanzaderas de cohetes o campamentos de entrenamiento de milicianos, el Ej¨¦rcito israel¨ª destruy¨® un estadio de f¨²tbol ¡ªlas gradas quedaron como un queso gruyere¡ª y el Ministerio del Interior incluida la oficina que tramita asuntos civiles como la inscripci¨®n de los hijos y expide pasaportes. La victoria islamista en el vecino Egipto ha permitido en los ¨²ltimos tiempos a los palestinos de Gaza salir de nuevo al mundo, aunque sea de visita, mitigando considerablemente la sensaci¨®n de encarcelamiento generalizada desde que Ham¨¢s se hizo con todo el poder en Gaza, un a?o despu¨¦s de ganar las elecciones de 2006, y las fronteras fueron selladas por los vecinos: Israel, primero, y Egipto, cuya colaboraci¨®n era indispensable, despu¨¦s.
Pocos hombres y a¨²n menos mujeres se aventuran de d¨ªa a las calles de Gaza ¡ªa las que en los ¨²ltimos tiempos han puesto nombre en relucientes carteles¡ª, circulan poqu¨ªsimos coches, las escuelas y la mayor¨ªa de los comercios est¨¢n cerrados, pero muchas tiendas de alimentaci¨®n abren sus puertas. Se ven comercios bien surtidos ahora que es posible comerciar con Egipto. En la guerra de 2008-2009, a la brutalidad de la violencia se uni¨® un grave desabastecimiento de suministros b¨¢sicos. Aquella invasi¨®n israel¨ª destruy¨®, adem¨¢s, toda la infraestructura econ¨®mica.
Como entonces, miles de civiles han huido de sus hogares despu¨¦s de que sus barrios fueran inundados de panfletos de advertencia instando la evacuaci¨®n lanzados por el Ej¨¦rcito israel¨ª. Tras los panfletos (en ¨¢rabe, como las advertencias que llegan en forma de sms), suelen tirar bombas de humo, luego bombardean los terrenos de la zona y al final, las casas, explica un gazat¨ª. Al menos 11.000 personas han sido acogidas en las escuelas de Unrwa, seg¨²n Reuters. Si el alto el fuego cuaja, deber¨ªan abrir la semana pr¨®xima. Habr¨¢ clases en dos turnos, el matutino y el vespertino, la ¨²nica manera de que los centenares de miles de ni?os de Gaza tengan un hueco en la escuela.
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